Hay gente que vive la vida como si fuese un videojuego e, incluso así, hay mas ramas en el árbol. ¿Quién dijo que vivir era sencillo? Dentro del videojuego de la vida, unos lo viven pasando pantallas y fases con la (inútil) esperanza de que algún día llegue a la fase final, derroten a algún enemigo y obtengan su recompensa. Pobres de ellos, inconscientes de que el enemigo final siempre te derrota y la vida es ese videojuego al que nunca podremos ganar. Spoiler: como mucho conseguiremos disfrutar de algunas fases. Otros viven la vida como ese videojuego donde constantemente repites la misma fase, ganes o pierdas, eternos peterpanes empeñados en que el videojuego carece de final, firmemente anclados en el convencimiento de que esa fase es la única que merece la pena del juego. Aunque pierdan. Aunque ganen. Aunque se vaya la luz y no se acuerden como se abría un libro.
Si yo tuviese que enmarcarme en una de estas opciones imagino que, como un vino egocéntrico, me decantaría por el eterno Peter pan, empeñado en disfrutar de cierta fase de la vida, empeñado en repetir placeres y obviar las siguientes fases que todos te dicen que has de pasar.
Por suerte, la vida no es un videojuego y, aunque repitas pantalla, puedes obviar esas ciertas fases de la vida aunque al final (y nunca mejor dicho) llegue ese final boss que arrasa con todo. ¿Por que debemos casarnos y tener hijos? ¿Por que debemos alcanzar un estatus de vida? ¿Por que no podemos portarnos con 50 como si tuviésemos 20? Aclaración a esto último: podéis comportaros como si tuvieseis 20 aunque tengáis 50, pero ni se os ocurra vestir como uno de 20 aunque Amazon os sugiera que una camiseta fit es lo que necesitáis porque una cosa es sentirse joven y otra es carecer de sentido del ridículo.
Toda mi vida adulta he ejercido el rol de amo, no ha sido una cosa continuada, tampoco ha sido algo buscado ni aun menos el motor que me ha movido a jugar al videojuego de la vida. Siempre he pensado que puedes hacer con 50 lo mismo que hacías con 20 aunque la merma de facultades hace que cada vez parezca mas difícil volver a jugar al día siguiente. Lo que te lleva al aprendizaje de que está en el juego, no en el éxito. Da igual que derrotemos al final boss o él nos derrote a nosotros porque el placer está en los diminutos píxeles de algunas pantallas donde podemos quedarnos a disfrutar un rato. Siento decepcionaros ambiciosas y competitivas personas que estáis leyendo esta tontería.
Da igual que tengas 20 o 50, da igual que te hayan dado un premio nobel o que apenas tengas neuronas para conseguir acabar un sudoku sin hacer trampas. Porque el disfrute, aunque lo vivas de diferente forma, siempre será el mismo.
Resumen de esta dispersión mía: poco importa si sois de permanecer siempre en la misma fase o no porque el disfrute de la vida no es jugar ni ganar, el disfrute son esas pantallas donde te cruzas con personajes que te ayudan a que el juego merezca realmente la pena. Y si no es así... siempre puedes pedir perdón y reiniciar pantalla.