Cualquier texto que leáis (este o cualquier otro de cualquier otro autor en cualquier otro lugar) casi siempre es fruto de la subjetividad. En historiadores, jueces, médicos o cualquier otro empleo donde la objetividad, la ciencia o la norma son imprescindibles, permanece cierta subjetividad. El punto de vista propio tiene más peso específico que la norma ajena. No quiero decir con esto que no exista una verdad, sino que la verdad absoluta no existe.
Sabemos que no hay una norma única y que todo funciona dependiendo de quien esté en un lado u otro. Cuando hablamos de la moral, de lo que está bien o mal o de lo que deberíamos hacer o no, nos juzgamos a nosotros mismos con una severidad que ni tan solo los jueces aplican, temerosos de que un rayo nos fulmine por salirnos del camino o temerosos de quedar mal ante los demás. Somos nuestros peores enemigos, somos nuestro juez más estricto y somos nuestro cura mas extremista. No dejamos pasar ni una y cuando la dejamos pasar nos gusta criminalizarnos y entramos en una espiral de culpa de la que ya no sabemos salir.
Pero a vida también es trivialidad, la vida también consiste en no ser productivo, podemos ser egoístas o podemos pecar de la forma mas impensable. Podemos llevar a cabo nuestras fantasías más inconfesables y debéis saber que ningún rayo nos fulminará. Nadie nos juzgara por nada que hagamos de forma tan severa que como nos juzgamos nosotros mismos. Y esto es lo que nos hace permanecer inmóviles sentados en el sofá y lamentándonos de la triste vida que nos ha tocado vivir. Sin darnos cuenta de que ni es tan triste ni tan inflexible ni tan aburrida.
Portarse bien y intentar ser justos, correctos y obedientes está bien, eso nos ayuda a dormir y hace del mundo un lugar mejor.
Pero portarse mal, ser incorrectos y desobedecer la norma está aún mejor siempre que sepamos que es algo ocasional. Policías, jueces, taxistas, médicos, científicos, cocineros y deportistas se equivocan porque la subjetividad es aleatoria. Si esto es así... ¿por qué nosotros nos empeñamos en hacerlo todo de forma perfecta y si eso no sucede creemos que la vida es una mierda?
Puede que la vida sea una mierda, pero si cometes locuras acabas dándote cuenta de que la locura forma parte de esa vida y contribuye a hacerla menos mierda. La locura y la trivialidad no harán de nuestra vida algo peor pero seguro que la endulzarán.