El semen, como la sangre u otros fluidos, es un tema que, siendo muy común en el BDSM, es también algo muy personal (e íntimo). A muchos amos nos gusta contemplar el semen como un regalo que le hacemos a nuestra sumisa. El ego machista nos puede aunque también es algo parecido a convertir el placer en una cosa real, húmeda y viscos, en demostrar a la persona dominada que lo ha hecho bien y como consecuencia de ello, el placer que le da a su amo finaliza a un orgasmo real que ella puede compartir. Eyacular en la boca, el rostro o el cuerpo son prácticas habituales tanto si quieres recompensar como humillar. No hay mejor recompensa para una sumisa que el semen de su amo y no hay peor humillación que tirárselo encima si no le gusta. Pero antes de hacerlo, debemos hablarlo con ella porque incluso el semen puede llegar a ser un límite. El semen, como la saliva o incluso un látigo o unas manos ... son herramientas. Usadlas pero preguntad antes si acepta el semen en la boca o si quiere tragarlo. Como cualquier otra herramienta o práctica, debe ser consensuado, incluso cuando es un castigo o una práctica relacionada con la humillación.