viernes, 27 de mayo de 2022

Lo inapropiado (relato)

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La mujer se ha detenido frente a la puerta de un edificio. Observando la puerta de hierro, también observa cuanto sucede a su alrededor: una zona peatonal con terrazas de bares, gente divirtiéndose, paseando, comprando. Todos parecen felices. ¿Lo serán? Ella debería sentirse feliz, ese ha sido su estado natural los días anteriores hasta llegar a esa puerta. Ahora, de repente, se ha transformado en miedo, una nueva sensación que ha paralizado sus piernas. La gente, a su alrededor, siguen caminando, observando de reojo a la muchacha, vestida con una fada negra y una cazadora de cuero, también negra, negra como sus medias y sus botines, como la raya que decora su ojo o el pelo que cae sobre sus hombros. La única nota de color son unos labios pintados de un rabioso rojo, como un faro que anuncia donde está el peligro.

La mujer sigue con la vista clavada en la puerta mientras un desasosegante calor se transporta de su corazón a su sexo y viceversa, transitando y palpitando ambos órganos como uno solo. Está tan excitada que también tiene miedo de dar dos pasos para acercarse a la puerta por si le fallan las piernas y cae al suelo.

Conoció al hombre hace meses y nunca lo ha visto en persona, estuvieron hablando durante semanas hasta que la conversación se interrumpió y volvió a retomarse hace tan nada más que una o dos semanas. La mujer tiene veinte años, por lo que aquel hombre podría ser su padre, incluso su abuelo, aunque esa diferencia a ella le da absolutamente igual, incluso lo ve excitante, perverso y cercano a un juego de roles hija/padre que le apetece explotar. Le apetece demasiado convertirse en la inocente y rebelde hija de papá que necesita un severo castigo o un merecido premio.

El escenario que han diseñado para su encuentro es extraño, ella estará todo el rato con los ojos vendados y no verá al hombre ni al entrar ni al salir. Pero después de estar juntos, se verán por primera vez en un bar cercano tomando algo. Esa idea la excita sobremanera, el no tener que fijarse en los detalles, no estar condicionada por nada más allá de dedicarse a experimentar, a sentir placer y a… eso otro. La mujer casi siente vergüenza de sus propios pensamientos, de su realidad. Es la primera vez que un hombre va a penetrarla. Sí, es virgen. No una virgen al uso de esas que apenas enseñaban un tobillo y se santiguaban cada vez que alguien decía algo inapropiado. Porque su virginidad nace de la voluntad de ofrecérsela a quien realmente la valore. Veinte años sin ser penetrada, pero no veinte años sin acostarse con hombres y mujeres. En pleno siglo XXI, pensar que una mujer virgen nunca ha tenido sexo es como imaginar que una mujer debe mantenerse virgen hasta el matrimonio.

Y ella ha decidido entregarle su virginidad a ese perverso que podría ser su abuelo. ¿Se ha vuelto loca? Posiblemente, pero lo siente como una dulce y necesaria locura. O, por decirlo de otra forma, siente que ese hombre es el único que realmente valorará ese momento y también el único que la hace sentir cómoda, confiada y pudiendo abrir sus emociones. Algo que siempre le ha costado hacer con cualquier tipo de persona. Quizás por eso ha decidido entregarle su virginidad, porque más allá de esa perversidad que tanto la atrae, ese hombre no la ve como la ven el resto. ¿O será todo una artimaña para acostarse con ella? No lo cree.

¿Por qué va a hacerlo? Sigue congelada, frente a la puerta. Lo único que desea es subir, colocarse el antifaz, que el hombre la ate a la cama y le coma el coño. Lo único que desea es sentir a un hombre entrando lentamente en ella por primera vez en su vida, no cualquier hombre, sino ese hombre. También se muere de ganas de darle placer, de que él tenga un orgasmo en su boca y ella se lo trague. Todo inapropiado, todo perverso, todo pactado. Desea que sucedan más cosas, casi todas sucias y prohibidas, todas perversas. Porque sabe que aquel hombre nunca juzgará sus deseos, nunca juzgará sus actos, sino que la aceptará tal y como es. Su esencia, sus miedos, sus fantasías...

¿Será eso lo que la tiene congelada en el medio de la calle? Lo inapropiado… ¿Es inapropiado? Entonces la mujer da dos pasos y oprime el botón del portero automático del piso de quien va a desvirgarla.

Porque cualquier cosa podría frenarla en este mundo, pero nunca la frenará lo que los demás juzguen como apropiado o no. Ya no.

miércoles, 25 de mayo de 2022

Jugzar Vs Comprender

1920's porn: Faimenette workshop - Tubepornclassic.com

Acabo de leer un artículo donde se menciona que, ahora que estrenan la última película de la saga Jurassic Park, han salido unas declaraciones de la entonces protagonista (Laura Dern) donde dice que ve inapropiada la relación que mantiene con el otro protagonista (Sam Neill) porque él es 20 años mayor que ella. Que lo que entonces (en los 90s) estaba bien, ahora es inapropiado. Las declaraciones son porque, además, ambos vuelven a aparecer en esta última entrega.


No voy a entrar en juicios de valor sobre actos de épocas pasadas porque, sinceramente, en algunos casos me parece una soplapollez. Juzgar la conquista de América son la sensibilidad del 2022 y catalogarlo de magnicidio, por ejemplo. Hay conductas inapropiadas que lo son, lo serán y lo fueron independientemente del siglo en el que vivamos, pero debemos también hacer el esfuerzo de contemplar otras conductas como propias de una época y comprender el porqué de la sociedad en la que se daban intentando despojarnos de los parámetros de nuestras conductas del siglo XXI. ¿Fue la conquista de América un magnicidio? Desde el punto de vista actual, indudablemente. ¿Eran unos magnicidas los conquistadores? No lo creo, sus actos fueron fruto de como se vivía la violencia y todo cuanto les rodeaba en ese momento. No creo que antes de partir con sus barcos dijesen "vamos a cometer un magnicidio" sino que todas esas muertes fueron consecuencia de como se conquistaba en esa época: arrasar con todo.

Quiero creer que a lo que se refiere Laura Dern es que era inapropiado normalizar el que un protagonista masculino fuese 20 años mayor que la protagonista femenina, porque al revés (ella mayor que él) eso nunca habrían permitido que apareciese en pantalla. Supongo que se refiere a esa condescendencia de lo masculino donde antes muchas de las conductas del hombre estaban bien vistas, pero esas mismas conductas en la mujer eran juzgadas de forma severa. Imagino eso porque si no, y perdón por lo que voy a decir, me parece una soplapollez argumentar como inapropiado que dos personas se lleven 20 o 30 de diferencia (o los que sean).

Pongamos un ejemplo, imaginemos que conozco a una mujer 35 años menor que yo y a ambos nos da morbo experimentar en el BDSM. A ella le da morbo esa figura de padre pervertidor (casi abuelo) y a mí me da morbo esa figura de hija a quien pervertir (casi nieta). Si actuamos desde nuestra completa libertad… si somos mayores de edad… si eso es precisamente lo que queremos… ¿Alguien puede juzgar eso? Imaginemos que ella, además, quiere que la desvirgue. ¡Oh dios mío! ¡Que le quemen en la hoguera! ¡Se está aprovechando de ella! 

Lo que me lleva a reflexionar con que, en ocasiones, estos juicios de valor no son más que un ejercicio de machismo donde minimizamos el poder de la mujer por decidir por ella misma, independientemente de su edad o de con quien se encuentre. Hacemos juicios de valor que creemos que son acordes a la sensibilidad actual y lo que hacemos es comportarnos con condescendencia machista.

Seguramente, a estas alturas del texto, alguien estará pensando que defiendo todo esto porque ya me va bien a mí que soy un hombre maduro. O simplemente porque soy hombre. Conste que no estoy defendiendo ni criminalizando ninguna conducta en este texto, más allá de que me parezca una soplapollez la piel fina con la que juzgamos actos pretéritos obviando el momento de la historia en la que sucedieron. Me da exactamente igual si opináis que mi defensa es fruto de mi edad y género. No podemos estar juzgando constantemente los actos de los demás y, a continuación, juzgar a las personas que reflexionan sobre esos actos de los demás. ¿Por qué estamos constantemente con la toga y el martillo esperando a dictar sentencia sobre cualquier cosa que pase por delante de nuestros ojos? Porque eso nos hace sentir mejor, más listos y más guapos. Puro egocentrismo y una pizca de envidia.

Lo único que digo es: dejad de juzgar y vivid. No os dejéis llevar por los juicios o prejuicios ajenos y vivid aquello con lo que fantaseáis. Quizás por eso me gusta tanto el BDSM, porque es un espacio donde no se juzga al otro, donde se intenta comprender los motivos que mueven al otro, integrarlos y hacer de esas fantasías un espacio donde sentirse libres y obtener un placer infinito. Puede acabar bien o mal, como todo en cualquier relación, pero aun y así habrá sido toda una experiencia.