Alcanzada por distinguidos secretos,
donde tu piel besada por la última luz,
donde tu mirada extraviada en un horizonte,
buscando contradicciones
a la pregunta que formula nuestro secreto.
Tu cabello es un oscuro río
derramado sobre tus delicados hombros,
venciendo al velo de la tibia noche,
la promesa del deseo
que ninguno de los dos nos atrevemos.
Los labios firmemente sellados,
esbozando indivisibles memorias,
ya sea un murmullo no nacido,
ya sea el eco de una caricia futura
que calienta ahora la piel.
Hay algo en ti que hipnotiza,
una pausa entre latidos,
una poderosa melodía inexistente
que se palpa en el ambiente
como un ahogado gemido.
Las plantas a tu espalda
parecen inclinarse hacia ti,
como si reconocieran tu esencia,
como si quisieran tocar
lo que mis manos no han rozado.
Somos fuego contenido,
un relámpago atrapado en un instante,
Eres belleza envuelta en misterio,
sensualidad en su forma más pura,
eres la noche antes de la tormenta.
Temo al fuego que en mis venas arde,
susurro callado que grita tu nombre,
el dulce vértigo de desearte en silencio,
el abismo entre mi piel y la tuya.
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