En los últimos años (y ya van demasiados) ese milenario país que es Japón ha vuelto a captar la atención global por una tendencia social curiosa y provocadora: el BDSM recreativo en parques de atracciones. Lo que comenzó como encuentros esporádicos organizados por comunidades alternativas, de repente, se ha masificado en eventos temáticos organizados y hasta autorizados dentro de algunos recintos de entretenimiento.
Pero la auténtica pregunta aquí no es si eso es algo normal o no, aquí la única pregunta es por qué llamamos a Japón cultura milenaria cuando prácticamente todos los países tienen una cultura milenaria. Es como lo de los ninjas... si muchos países tienen cultura de ninjas y solo conocemos a los japoneses... ¿eso no sería porque son los peores y no saben esconderse?
Perdón por la dispersión, volvamos al BDSM recreativo. ¿Qué diablos es eso? El BDSM se practica (tradicionalmente) en entornos íntimos y consensuados, es decir, en la intimidad de tu hogar o en oscuras mazmorras con aroma a látigo y lubricante. Sin embargo, en Japón, país conocido tanto por su cultura del respeto como por su tolerancia a las más diversas formas de expresión sexual y estética, es donde ha surgido esta nueva versión: el BDSM como experiencia lúdica y estética, ambientada en espacios controlados. Y es que en Japón, el BDSM en Japón es toda una industria (como cualquier cosa relacionada con el sexo). Un país de marcados tintes patriarcales donde, curiosamente, lo que mas abundan son las dominatrix. Al japonés le gusta ser humillado por una mujer. ¿Por qué? Responder a esta pregunta no es el propósito de este texto, pero tenemos que tener en cuenta, antes de nada, la paradoja de lo publico y lo privado como dos caras de una misma moneda. En lo privado hay centenares de Bondage Bars donde miles de hombres poderosos (ya sea económica o socialmente) buscan la dominación femenina.
Los eventos relacionados con el BDSM tanto en los Bondage Bars como en los parques temáticos de BDSM no implican actividad sexual e incluso evitan el contacto explícito. Se centran en la estética del dominio/sumisión, el vestuario fetichista, y dinámicas cercanas a la performance como "caminatas con correa", juegos de roles, simulaciones de castigos suaves y especialmente el shibari o bondage, todo en clave teatral y con consentimiento estricto.
Es decir: mientras en los Bondage Bars actúan de forma privada, en los parques BDSM actúan en publico mostrando prácticas menos explicitas. Un lugar donde exhibirse y ser visto... lo que toda la vida hemos conocido como exhibicionismo solo que aquí, además del componente BDSM hay otro aun mas importante: está tolerado por las autoridades. ¿Os imagináis a una mujer llevando una correa con un hombre caminando a cuatro patas en una ciudad española? Yo tampoco.
Y de ahí pasamos a este nuevo escenario: los parques temáticos que son esa exhibición publica relacionada con el BDSM pero en un entorno tematizado.
Algunos parques temáticos como Yokohama Cosmo World y recintos más alternativos en Osaka han comenzado a ofrecer noches temáticas exclusivas para adultos, donde el BDSM recreativo se convierte en parte de la atracción. Montañas rusas con "jaulas VIP", carruseles con sillas de restricción ligera y recorridos inmersivos con dominatrix actuando como guías forman parte del paquete recreativo
"Queríamos ofrecer una experiencia única, algo que combine adrenalina física y emocional", explica Naoko Shimizu, directora de marketing de un parque en Chiba que han hecho noches fetichistas. "Los visitantes no participan a menos que lo deseen, y todo está supervisado por expertos en seguridad y psicología."
Aunque sigue siendo un fenómeno de nicho, el BDSM recreativo ha ganado notoriedad y aceptación, especialmente entre adultos jóvenes interesados en explorar nuevas formas de autoexpresión, fuera de los cánones tradicionales. En realidad es una forma de liberar el estrés y jugar con los límites de forma segura. O al menos mas segura que en un local a puerta cerrada. Para muchos de esos jóvenes no es una práctica sexual sino que es algo estético, emocional, incluso artístico.
Sin embargo, no todo es aprobación. Grupos conservadores (que en Japón los hay... y muchos) han cuestionado la ética de este tipo de espectáculos en espacios que originalmente habían sido diseñados para una diversión en familia. Algunas asociaciones de padres han expresado su preocupación por la posible "normalización de prácticas sexuales en espacios públicos".
Japón no prohíbe expresamente este tipo de actividades, mientras se realicen dentro de los límites legales del consentimiento, la decencia pública y el respeto a terceros. Los parques que organizan estas experiencias establecen zonas delimitadas, horarios nocturnos y políticas de entrada exclusiva para adultos mayores de 20 años. Como un parque de atracciones al uso, vamos: zonas, horarios y control de edad...
Los expertos en cultura japonesa señalan que este fenómeno se inserta dentro de una tendencia mayor: el cruce entre el entretenimiento temático y la exploración personal. En un país donde lo privado y lo público conviven de una forma que los occidentales no comprendemos, el BDSM recreativo en parques no parece tan raro como podría serlo en otras sociedades porque en Japón, existe una larga tradición de performance, máscaras sociales y rituales. El BDSM recreativo puede verse como una continuación de eso, adaptado a los gustos contemporáneos.
Lo que para algunos es provocación, para otros es una forma legítima de juego y autoexploración. En los parques de atracciones de Japón, el BDSM recreativo ha encontrado un terreno donde el placer, la ficción y la diversión convergen. ¿Y no es eso lo que buscamos todos al salir del trabajo? Y aunque no está exento de polémica, demuestra una vez más la capacidad del país del sol naciente y el ramen para reinventar la forma en que experimentamos el deseo, el arte y el entretenimiento.
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