jueves, 19 de abril de 2018

SSC Vs RACK

 

 Rosas Cinco: el club legal de 'sado' de Barcelona

El término SSC (Safe, sane and consensual / Seguro, sensato y consensuado) fue acuñado en 1983 por David Stein, activista de la escena homo/sadomasoquista en Inglaterra y EE. UU. con el fin de dar una especie de norma generalizada para los practicantes de BDSM (en principio solo en la comunidad homosexual, aunque posteriormente fue asumido por toda la comunidad BDSM). El principal inconveniente de este término es que el simplismo del mismo pueda hacernos creer que todo lo que sea seguro, sensato y consensuado, es correcto. Es decir, que algunos comenzaron a utilizar el término SSC para atacar a quienes no practicaban el BDSM o a quienes se ofendían por quienes practicaban BDSM. ¿El BDSM es bueno solo porque es SSC? El simplismo contiene una bomba de relojería en su interior porque no se puede poner límites a algo que está en constante cambio. Dicho de otra manera: ¿si es SSC no hay problemas ni peligros ni desencuentros? Usar el término SSC era ponerle una pegatina de “avalado por” que no servía de demasiado porque quienes la ponían podían desconocer (y desconocían) el mundo del BDSM. La perversión nacía de que nos avalábamos a nosotros mismos sin poder hacerlo, dando (generosos) argumentos a quienes pretendían atacar el BDSM porque lo que es “sensato” o “seguro” también es susceptible de interpretación: lo que es SSC para unos, para otros no lo es (lo cual pervierte el término). El SSC que pretendía ser una etiqueta única, era en realidad miles de etiquetas diferentes, tantas como practicantes.

A raíz de las diferentes interpretaciones del SSC en su utilización, a finales de los 90 se acuñó el término RACK (Risk Aware Consensual Kink / Riesgo Asumido y Consensuado para prácticas de Sexualidad Alternativa o no convencional) que evita las diferentes interpretaciones (o visiones) que puede dar el SSC y expone la diferencia entre lo que es “seguro” y lo que es un “riesgo asumido” (y consensuado).

Mientras el SSC proponía una visión única que acababa siendo malinterpretada, el RACK propone una decisión libre, consciente e informada de los participantes para consensuar los riesgos, así como la negación del derecho de terceros a interpretar desde fuera dichos riesgos, a establecer unilateralmente lo que es sensato o insensato, lo que es seguro o inseguro.

En el BDSM existe un riesgo, por supuesto, consiste en comprenderlo, asumirlo y consensuar las prácticas que vamos a hacer. Cualquier escenario fuera de eso, no es BDSM, sino abuso.




El terme SSC (Safe, sane and consensual / Segur, assenyat i consensuat) va ser creat l'any 1983 per David Stein, activista de l'escena homo/sadomasoquista a Anglaterra i EE. UU. amb la finalitat de donar una mena de norma generalitzada pels practicants de BDSM (en principi només a la comunitat homosexual, tot i que posteriorment va ser assumit per tota la comunitat BDSM). El principal inconvenient d'aquest terme és que el simplisme del mateix pugui fer-nos creure que tot allò que sigui segur, assenyat i consensuat, és correcte. És a dir, que alguns van començar a utilitzar el terme SSC per atacar a aquells qui no practicaven el BDSM o aquells qui s'ofenien per les pràctiques BDSM. El BDSM és bo només perquè és SSC? El simplisme conté una bomba de rellotgeria a dins sey perquè no es pot posar febles fronteres a quelcom que canvia. O, dit d'una altra manera: si és SSC no hi ha problemes, ni perills, ni desacords? Usar el terme SSC era posar-li un adhesiu de "avalat per" que no servia de massa perquè els qui posaven aquest adhesiu podien desconèixer el món del BDSM. La perversió naixia quan ens avalàvem a nosaltres mateixos sense poder fer-ho i donant (generosos) arguments als qui pretenien atacar el BDSM, perquè allò que és "assenyat" o "segur" també és susceptible d'interpretació: el que és SSC per a uns, per a uns altres no ho és (la qual cosa perverteix el terme). El SSC, que pretenia ser una etiqueta única, era en realitat milers d'etiquetes diferents, tantes com a practicants.

Arran de les diferents interpretacions del SSC en la seva utilització, a la fi dels 90 es va encunyar el terme RACK (Risk Aware Consensual Kink / Risc Assumit i Consensuat per a pràctiques de Sexualitat Alternativa o no convencional) que evita les diferents interpretacions (o visions) que pot donar el SSC i exposa la diferència entre allò que és "segur" i allò que és un "risc assumit" (i consensuat).

Mentre el SSC proposava una visió única que acabava sent malinterpretada, el RACK proposa una decisió lliure, conscient i informada dels participants per consensuar els riscos, així com la negació del dret de tercers a interpretar des de fora aquests riscos, a establir unilateralment el que és assenyat o insensat, allò que és segur o insegur.

Al BDSM existeix un risc, per descomptat, només hem d'entendre'ls, assumir-los i consensuar les pràctiques que anem a fer. Qualsevol escenari fora d'això, no és BDSM sinó abús.

Miedo a la primera vez (Por a la primera vegada)

 

Really you want do that sweet sexy GIF by scorpion

 Cuando una persona se aproxima por primera vez al BDSM, lo primero que le viene a la cabeza es la palabra “peligro”. ¿Qué un tipo me ate a una cama para hacer lo que quiera conmigo? Es lógico porque es un miedo basado en estereotipos propios de la crónica negra. A veces, cuando alguien me plantea un miedo tan ridículo le contesto con otra pregunta: ¿Acaso un psicópata necesita hacerse pasar por amo si quiere hacerte daño? Por supuesto que no. Psicópatas hay en todos lados: fontaneros, políticos, practicantes de squash, miembros del Coro Donostiarra o paseadores de perros.

Creedme cuando os digo que juzgar a quienes practican BDSM desde los tópicos de la psicología es un error. No somos enfermos, ni depravados, ni malas personas, ni psicópatas ni nada de todo eso que os obliga a dar un paso atrás. Somos personas normales que practicamos algo donde la seguridad, el consenso y el respeto son nuestras leyes.

La primera vez que os aproximéis al BDSM, si pretendéis practicarlo, tomad todas las precauciones que desees, pero siempre desde la lógica y nunca desde la irracionalidad.


Quan una persona s'apropa per primera vegada al BDSM, allò primer que li ve al cap és la paraula "perill". Què un tipus em lligui a un llit per fer allò que vulgui amb mi? És lògic perquè és una por basada en estereotips propis de la crònica negra. De vegades, quan algú em planteja un terror tan ridícul li contesto amb una altra pregunta: Tant de bo un psicòpata necessita fer-se passar per amo per fer-te mal? Per descomptat que no. Psicòpates hi ha a totes bandes: lampistes, polítics, practicants de squash, membres del Cor Donostiarra o passejadors de gossos.

Creieu-me quan us dic que jutjar a aquells qui practiquen BDSM des dels tòpics de la psicologia és un error. No som malalts, ni depravats, ni males persones, ni psicòpates ni res de tot això que us obliga a fer un pas enrere. Som persones normals que practiquem quelcom a on la seguretat, el consens i el respecte són les nostres lleis.

La primera vegada que us aproximeu al BDSM, si preteneu practicar-ho, preneu totes les precaucions que voleu, però sempre des de la lògica i mai des de la irracionalitat.

 

martes, 17 de abril de 2018

Acerca de las falsas sumisas

 9 cosas que todo el mundo dice sobre Tinder y son mentira | The Idealist

El siguiente texto lo publiqué en la web todorelatos.com hace aproximadamente veinte años. Lo he recuperado por casualidad, porque estoy haciendo una recopilación de mis relatos y este, en cierta manera, no acaba de encajar en el conjunto. Pero me parece una interesante reflexión sobre el fracaso y la mentira. Ahora que lo releo me doy cuenta de que no soy la misma persona, tanto literariamente como amo. Antes entendía el fracaso como algo ajeno a mi (o principalmente ajeno). Ahora intento aprender del fracaso y entender los motivos de la forma más objetiva. La juventud es letal.


ACERCA DE LAS FALSAS SUMISAS

He conocido gente de toda raza y condición. La mayoría de esas personas vinieron a mí, en pocos momentos fui yo a por ellas, ahora no soy capaz de recordar cuando sucedió que. He conocido a tantas personas que mis recuerdos se enmarañan, mezclando nombres, caras, momentos y lugares. Aunque cuando acudo a esa memoria, rara vez acierto. Algunas de esas personas leerán estas líneas y creerán que menosprecio cuanto sucedió porque el olvido es la peor consecuencia. Nada más lejos de mi intención. Todas las personas (mujeres) con las que traté a lo largo de mi vida han sido importantes para mí, ya estuviésemos tomando un inocente café y hablando de dominación (y por ende, de sumisión) o ya estuviesen atadas en el suelo, inmovilizadas y a mi merced. Todas fueron igual de importantes. Y os preguntaréis por qué hablo en pasado. La respuesta es simple: porque aun me queda por conocer, demasiado por vivir. El pasado es una parte de nuestra vida que, por muy importante que sea, sigue siendo insignificante contra el poder del presente. Aunque este relato cuenta sobre el pasado. ¿Y el futuro? Espero que a eso dependa de vosotros porque la sorpresa hace un más importante el presente

Durante todo el tiempo que he publicado relatos se acercaron hasta mí personas de toda raza y condición. Muchas de ella no han resultado ser lo que decían y, a pesar de eso, nunca las culpé: vivían en su mundo y creían poder traspasar el umbral con la comodidad y facilidad con la que te haces un café un sábado por la mañana.

Mientras escribo estas líneas, un sábado por la mañana, estoy leyendo los correos que me ha enviando mis lectores mientras escucho a U2. Es curioso, hay artistas que despiertan mi más profunda inquietud intelectual, aunque pueda reconocer que todos son unos falsos intelectuales. U2, Woody Allen o incluso Bukowski son algunos de ellos. Falsos intelectuales nacidos en la calle y elevados a los altares de la admiración. Su intelectualidad es fácil y nos hace sentir más listos de lo que en realidad somos.

Eso no es malo.

De la misma manera que existen falsos intelectuales, también existen falsas sumisas. Mujeres que despertaron en mí a mis más insondables instintos y consiguieron engañarme maquillando su mediocridad con fantásticas promesas. Lo sé, debería haber reconocido el engaño, pero sucede que también soy humano. Todos estos años dominando y sometiendo no han conseguido que mejore en mi manera de afrontar todo esto. Sigo confiando en las personas, incluso más que en mi mismo.

También puede suceder que sea yo el falso amo, el mediocre, el que cree que simplemente con levantar una mano puede conseguir que media docena de sumisas se arrodillen a mis pies.

¿De quien es la culpa? En el fracaso no hay un único culpable. Y mientras existan las falsas sumisas, existiremos los amos equivocados.

Hace años conocí a la que podría ahora definir como la más perfecta falsa sumisa, se trataba de una mujer de cuarenta años, vivía en Castellón (debo aclarar que yo vivo en Barcelona) y contacté con ella por pura casualidad a través de un chat. Lo que más me sorprendió fue su seguridad acerca de casi todo, quizás fue por eso (y por mi inexperiencia en aquella época) que no vacilé en coger mi coche e ir a Castellón. Era el mes de julio y yo estaba de vacaciones, me quedaban dos días y pensé que podía resultar una buena manera de gastarlos.

Cuando llegué a Castellón y la vi me di cuenta de que todo cuanto me había dicho era mentira. No era joven, tampoco delgada, ni aun menos guapa. Os cuestionaréis ahora mi "ética" juzgando a las personas por su físico. Pero no: poco importa si una sumisa es joven, delgada o guapa. He tenido sumisas de toda raza y condición.

Pero lo que no soporto la mentira.

No obstante, imaginé que también podía resultar divertido hacerle pagar por ello así que fuimos a un motel de carretera y nada más cerrar la puerta la obligué a arrodillarse.

—Chúpamela —ordené.

Ella negó con la cabeza. Todas sus promesas, todas esas fantásticas intenciones, toda su firmeza no era más que una muralla que podía derribarse con la primera orden. En una ocasión me había dicho "soy la mejor sumisa que encontrarás nunca".

El problema de frases como esa es que cualquiera puede decirlas, pero casi nadie puede cumplirlas.

La agarré con fuerza del pelo y la obligué a que me la chupase, lo hizo torpemente, proporcionándome más dolor que placer así que le arranqué toda la ropa y la tiré encima de la cama. Entonces me dirigí a mi bolsa y comencé a regirar en busca de las cuerdas.

Ella comenzó a gritar.

—¿Qué sucede ahora? —pregunté.

—¿Qué guardas en la bolsa? —preguntó aterrada.

¿Qué diablos iba a guardar? ¿Una sierra mecánica? Saqué las cuerdas y se las enseñé, después la até a la cama y le puse unas pinzas en los pezones. Sus pechos eran grandes, pero sin pezón apenas. Me costó dios y ayuda, aunque a los dos segundos ya me suplicaba que se los quitase. Debo decir que había salido precipitadamente de casa y no había encontrado más que una especie de pinzas de ropa de plástico en un área de servicio de la autopista que apenas oprimían más que un malintencionado pellizco infantil. La mejor de las sumisas, la que había soportado mil y un castigos me suplicaba que le quitase unas pinzas que harían sonreír a un bebé. Le quité las pinzas y la azoté un poco, pronto descubrí que eso tampoco podía soportarlo.

No aguantó nada de cuanto hicimos. Ni tan siquiera mi polla pudo entrar en su ano que "teóricamente" había albergado cientos de pollas (o la misma polla cientos de veces, no lo recuerdo ahora).

Tuve que contentarme con correrme en sus tetas, ver como se duchaba mientras con su conversación dudaba de que yo fuese amo. Después la llevé en coche a su casa.

Cuando la dejé me quedé sentado frente al volante mirando al horizonte. Perplejo y desorientado. Había estado con una falsa sumisa y había conseguido que me sintiera como el más falso de los amos.

Una situación como esta sucede más veces de las que deseamos. Pero con el tiempo nos acostumbramos, quizás aprendemos.

Deberíamos aprender.

Cuando encontréis un nuevo amo o una nueva sumisa (o una nueva ama o un nuevo sumiso), olvidad vuestra soberbia y exponed simplemente toda la verdad acerca de vuestras experiencias vividas. Nadie os rechazará por ello. Que no os asuste el no saber nada del tema. La gente con experiencia preferimos una sumisa novata a una sumisa experta.

Pero nunca mintáis.

De la misma manera que existen falsas sumisas también existen falsos amos y todos ellos están abocados al fracaso más absoluto. Con la mentira como cimientos apenas se puede construir nada estable, ni tan solo una simple sesión de cinco minutos. La auténtica sumisa es la que se siente sumisa. La experiencia es irrelevante. Es solo un dato. Recordad eso.

Os lo cuenta un humilde amo.

domingo, 1 de abril de 2018

La nanadora (relato)

Natacion en Natación - GIF Animado | REYGIF

Cada vez que entro en la piscina soy incapaz de reconocer a nadie, ni tan siquiera podría reconocer mi verdugo, aunque estuviese apuntándome directamente con su arma. Las gafas graduadas, tras las que me escondo del mundo, están ahora en la taquilla y han sido sustituidas por unas ridículas gafitas de natación que apenas permiten vislumbrar algunas sombras. Por suerte, conozco el camino. Aunque cuando entro en la piscina, lo que entiendo como ese desenfocado mundo desaparece ante mis ojos, sustituido por una total distorsión. El agua tampoco ayuda, además. Podría estar nadando junto a un perro que lucha por no morir ahogado y yo continuaría con mis brazadas, imaginando que es otro nadador más, con un estilo de natación descoordinado quizás. Podría acabarse el mundo, desplomándose apocalípticamente el techo sobre mi cabeza y yo continuaría nadando, a no ser que un cascote me golpease en la cabeza. Dentro del agua no veo nada y nada es lo que escucho, con esos tapones encajados en mis oídos escondidos bajo el incómodo gorrito de natación.

Cuando nado, el mundo desaparece, por eso me gusta nadar.

Habitualmente, me cruzo con algunas personas en el vestuario, ocasionalmente les saludo con un movimiento de cabeza. No me gusta hablar con desconocidos, prefiero que continúen en cualquier territorio lejano a mi vida. No obstante, cuando entro en el agua, la misma voz femenina me saluda siempre. Ella dice “Hola” y yo contesto “Hola”. No sé quién es, desconozco su edad y, aunque pudiese ver su rostro, ella lleva también un gorro y unas gafas que distorsionan cualquier rastro de belleza. Lo único que puedo adivinar es que lleva un bañador verde y tiene una bonita figura. Aunque, ¿qué puedo saber yo? Ella solamente vive en mi agradable mundo de silenciosa distorsión, un mundo acuático donde los problemas se olvidan, donde la gente no te molesta con incomodas preguntas, donde el desamor no existe.

No voy a nadar porque deba, tampoco acudo para que la mujer de bañador verde me salude. Nado porque en el agua, casi ciego y casi sordo, sin gravedad ni ropa que aprieta mi cuerpo, soy feliz. Nado porque vuelvo a lo que imagino es ese vientre materno de donde nunca debí salir.

Y entonces, un día, la mujer se acerca a nadando hasta mí y me pregunta cómo me llamo. Rompiendo mi silenciosa fantasía en mil pedazos. Le digo mi nombre y ella me dice el suyo. Después comienza a nadar y yo la sigo, aunque pronto olvido su nombre.

Al salir de la piscina, acostumbro a detenerme en un bar donde compro una botella de agua. Estar todo el mañana sumergido en agua me provoca sed. Menuda contradicción. A esa hora suelen estar las mismas personas consumiendo siempre lo mismo. La rutina de los aburridos: un tipo gordo con la camisa fuera del pantalón que bebe una cerveza, una anciana encorvada sobre un café y una mujer bebiendo un refresco. Nunca hablo con ellos. ¿Para qué? Aunque hoy me fijo en la mujer. Es hermosa, con una belleza peculiar imposible de olvidar, con ese flequillo que le tapa casi media cara, que le otorga una personalidad arrolladora. ¿Por qué no me he dado cuenta antes?

Ella me mira, tampoco me había mirado antes, o al menos en mi mundo yo nunca reparé en ello.

"¿Cómo te llamas?", pregunto.

Y entonces la mujer, sin dejar de sonreír, me dice su nombre. El mismo de la mujer del bañador verde.

Es ella, me digo devolviéndole la sonrisa, forzándome a salir de mi universo.

Poeta

Temporada Primavera 2013: Resumen – Entre sábanas y almohadas

Ayer sucedió que un viento quasi salvaje azotaba sin excepciones a los habitantes de la ciudad, cargando de un lado a otro con cualquier objeto que no estuviera anclado con firmeza al planeta. Incluso arrancado ilusiones y sueños. Incluso trayendo recuerdos y emociones pasadas. De repente, el viento me trajo recuerdos de personas que habían pasado por mi vida (o yo por la de ellas). Personas, casi todas, magnificas. Y ese molesto viento me hizo darme cuenta de que, con toda seguridad, nunca estuve a la altura de ellas.

Pero esa no fue la causa de ese fracaso que es que ya no estén en mi vida. Porque, reconozcámoslo, si alguien magnifico ya no está en tu vida, eso es un fracaso. Podríamos decir que es ley de vida, pero esta manida frase sería tan solo un bálsamo para que duela menos.

¿Debería hacer un esfuerzo por recuperar a esas personas? Puede que no, todo error merece tanto su inevitable moraleja, así como el correspondiente castigo. La vida te da una, dos e incluso tres oportunidades y si las desperdicias todas entonces, como la sumisa más torpe y desganada, mereces el peor de los castigos por parte de ese amo que es la vida misma. Y es que, como dicen, “la letra con sangre entra” una nueva y manida frase de autoayuda de tercera división que esconde una gran verdad.

Pero ese mismo viento ha traído a una de esas personas del pasado. Una persona magnifica por la que cualquiera perdería la cabeza. Yo estuve a punto de perderla. No funcionó porque ambos estábamos atados a una realidad que nos separaba, una realidad construida con ese capazo lleno de obviedades (y recuerdos) que nos impiden darnos cuenta de lo que realmente vemos. Una realidad que distorsionaba una realidad que nunca llegó a suceder. Éramos dos televisores sin sintonizar, creo.

Esa persona del pasado que el salvaje viento de la ciudad ha traído, me propuso quedar para tomar algo. Por supuesto que quedaré con ella en unas semanas, en cuanto pueda (ahora me es físicamente imposible, no por falta de ganas). Y quedaré con ella no para intentar recuperar nada, sino que quedaré porque a las personas magnificas no hay que perderlas nunca. Aunque la frustración ciegue todas y cada una de nuestras razones.

Quedaré con ella para construir la realidad de lo que es, no de lo que me gustaría que fuese. Algo que parece sencillo pero que siempre olvidamos y nos empuja hasta ese fracaso que el viento, a veces, nos devuelve a la memoria más frágil.


Ahir va succeir que un vent quasi salvatge mortificava sense excepcions als habitants de la ciutat, carregant d'un costat a un altre amb qualsevol objecte que no estigués ancorat amb fermesa al planeta. Fins i tot arrencat il·lusions i somnis. Fins i tot portant records i emocions passades. De sobte, el vent em va portar records de persones que havien passat per la meva vida (o jo per la d'elles). Persones, gairebé totes, magnifiques. I aquest molest vent em va fer adonar-me que, amb tota seguretat, no vaig estar a l'alçada d'elles.

Però aquesta no va ser la causa del fracàs que és que ja no estiguin en la meva vida. Perquè, reconeguem-ho, si algú magnífic ja no és a la teva vida, això és un fracàs. Podríem dir que és llei de vida, però aquesta deteriorada frase seria només un bàlsam perquè faci menys mal.

Hauria de fer un esforç per recuperar a aquestes persones? Pot ser no, tot error mereix tant la seva inevitable moralitat, així com el corresponent càstig. La vida et dóna una, dues i fins i tot tres oportunitats i si les malgastes totes llavors, com la submisa més maldestra i desganada, mereixes el pitjor dels càstigs per part d'aquest amo que és tanmateix la vida. I és que, com diuen, "la lletra amb la sang entra" una nova i gastada frase d'autoajuda de tercera divisió que amaga una gran veritat.

Però aquest mateix vent ha portat a una d'aquestes persones del passat. Una persona magnifica per la qual qualsevol perdria el cap. Jo vaig estar a punt de perdre-la. No va funcionar perquè tots dos estàvem lligats a una realitat que ens separava, una realitat construïda amb aquest cabàs ple d'obvietats (i records) que ens impedeixen adonar-nos d'allo que realment veiem. Una realitat que distorsionava una realitat que mai va arribar a succeir. Érem dos televisors sense sintonitzar, crec.

Aquesta persona del passat que el salvatge vent de la ciutat ha portat, em va proposar quedar per prendre alguna cosa. Per descomptat que quedaré amb ella en unes setmanes, quan pugui (ara m'és físicament impossible, no per falta de ganes). I quedaré amb ella no per intentar recuperar gens, sinó que quedaré perquè a les persones magnífiques no cal perdre-les mai. Tot i que la frustració encega totes i cadascuna de les nostres raons.

Quedaré amb ella per construir la realitat d'allò que és, no d'allò que m'agradaria que fos. Quelcom que sembla senzill però que sempre oblidem i ens entestem fins al fracàs que el vent, de vegades, ens retorna a la memòria mes fràgil.