viernes, 15 de junio de 2018

Dominar desde la cotidianeidad

 Kinky Fetish Domina | BDSM Fetish

No soy amo de fetiches, no lo soy de catervas ni condiciones. Mi proceder en la dominación sobrevuela todo cuanto de cotidiano hay en mi (nuestras) vida(s). Una mazmorra o un traje de látex no me estimulan, es más, corro el riesgo de que todo eso (que para mí es visual) provoque una desconexión con cuanto estoy haciendo en ese instante. Ser amo en lo cotidiano no significa ser menos amo. Un futbolista puede ser igual de competente lleno de tatuajes, anillos y estilismos que sin ellos. Para mi en el BDSM sucede algo parecido. Mazmorras, trajes, según que artilugios o procederes, son como esos tatuajes, anillos o estilismos: no me aportan. Aunque debo aclarar que hablo de mi forma de proceder, de mi mecanismo interno. No hablo del BDSM. Respeto y admiro a aquellos que son capaces de encontrar en todo eso, una especie de combustible que les fascina y los anima. No es mi caso.

¿Qué significa ser un amo desde lo cotidiano? Mi dominación se basa en algo intelectual donde todo cuanto es accesorio, sobra. Si me encuentro con una sumisa a la que le gustan los fetiches, las mazmorras o cierta parafernalia, me adapto siempre y cuando crea que ella vale la pena. Porque el BDSM también es eso: sacrificio. Y los amos también debemos sacrificarnos. El secreto consiste en encontrar ese punto intermedio donde el sacrificio no sea tal que nos haga traicionarnos a nosotros mismos, a nuestra esencia. Hay millones de dominantes y millones de dominados: seguid buscando, no os traicionéis a vosotros mismos. Ni en el BDSM, ni en el sexo, ni en el amor, ni en la vida.

Aunque repito de nuevo que esta es mi forma de proceder y que nada tiene nada que ver con lo que significa BDSM porque, como todo proceso donde hay intelectualidad, cada persona lo vive de una forma diferente. También porque, como he defendido siempre, el BDSM no es algo único que solo pueda ejecutarse de una única manera.


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