¿Por qué nos excita tanto atar o ser atados? Inmovilizar o ser inmovilizado tiene que ver con la culpabilidad, en la cultura popular lo primero que nos viene a la cabeza es un policía esposando a alguien. Y, a pesar de esta imagen que podría ser negativa (igual que azotar) se ha incorporado al BDSM e incluso a las relaciones “corrientes” como algo que empuja, nunca frena.
¿Por qué nos excita tanto atar o ser atados? Significa echar gasolina a nuestros más ardientes deseos. Si alguien quiere ser dominado, estando atado, será más fácil hacer y sentir. Si alguien quiere dominar, enfrentarse a alguien inmovilizado, fomenta la sensación de impunidad, de poder. Lo único que hay que hacer es confiar, tener a mano la llave y evitar situaciones tan embarazosas como la que escribió Stephen King en “El juego de Gerald” donde una pareja va a una remota cabaña a revitalizar su “vida sexual” con juegos BDSM y el hombre muerte de un ataque al corazón mientras la mujer está atada a la cama. El resto podéis imaginarlo… o no. Es una gran historia, creedme. Los que odiáis leer tener la adaptación cinematográfica en Netflix.
¿Y mi experiencia? Me gusta atar, por supuesto, aunque huyo de esposas metálicas, ni tan siquiera forradas. Utilizo bridas de tela con velcro. Respecto a eso, ¿Cuántos tipos de esposas hay? Cientos, e incluso de lo más asequibles, aquí os dejo una pequeña muestra.
¡A disfrutar! Aunque recordad siempre: ha de ser algo consensuado y tened siempre la manera de liberarse, al alcance de ambos.
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