sábado, 17 de octubre de 2020

Acerca del dolor en el BDSM

 

Es el dolor el placer de nuestro Amo? | Juegos BDSM

Varias veces he tratado el tema del dolor en el BDSM en este blog.  ¿Para qué volver a hablar sobre lo mismo? Quizás para demostrar que, con el paso del tiempo, mis férreas convicciones son tan ligeras que la menor brisa las transporta al otro lado del planeta. Hoy pienso una cosa, mañana otra. ¿Significa eso que desconozco de cuanto escribo? Quizás solo suceda que nuestra perspectiva sobre ciertos temas es cambiante, tanto nosotros como quienes nos rodean.

Y después de esta burda excusa para volver a escribir sobre lo que ya he escrito, aunque falten aun dos meses para navidad, vamos a por el turrón.

¿Cómo veo yo el tema del dolor en el BDSM? Primero contaré sobre mí: odio el dolor propio, no me produce el mínimo placer ni excitación el hecho de sufrir dolor. Y el hecho del dolor planificado (como una operación, el dentista, una inyección, etc.) es algo que me bloquea y me impide conciliar el sueño. Y, no obstante, me excita el dolor ajeno, aunque he de aclarar que solo me excita si la persona que sufre dolor también siente placer. Nunca sería dentista ni boxeador, pero me apasiona ver a alguien retorciéndose de dolor y placer al mismo tiempo gracias a mis artes. No obstante, el tema del dolor es uno de esos límites que deben respetarse con el mismo rigor con el que los cristianos respetan esos mandamientos grabados en piedra. Nunca, y ahora si “nunca es nunca” (en el marco del BDSM) infrinjáis dolor a alguien que no lo desea. Por mucho que nos excite. Esas personas dominadas que dicen sufrir, aunque no lo desea, solo para hacer felices a la persona dominante (y sádica) es algo que escapa a mi visión del BDSM. Si no quieres dolor, no lo aceptes, por mucho que la persona dominante lo imponga. De la misma manera, si no quieres infringir dolor, no lo infrinjas, por mucho que la persona dominada lo desee.

El BDSM es algo libre y consensuado, siempre.

Y continuando con el dolor, entiendo que haya personas, quizás alejadas del BDSM, que consideren que el hecho de que alguien pueda obtener placer a través del dolor sea una incongruencia propia de a quienes les falta media hora de microondas. Pero todo, como en las películas de M. Night Shyamalan, tiene una explicación.

Javier Flores, en la revista “Muy interesante” escribe: “En la comprensión de la relación entre dolor y placer, una clave puede estar en las sustancias que produce el cerebro cuando sentimos dolor. Se trata de las endorfinas, unos opiáceos naturales de los que se sirve nuestro sistema nervioso para contrarrestar el dolor y el miedo. Otro factor que se ha propuesto es el alivio que se siente tras escapar o superar una situación desagradable, como sucede en las personas que se autolesionan, generalmente para aliviar un sufrimiento psicológico. Pero el caso del masoquismo es diferente, pues el dolor es percibido como placentero en sí mismo, aunque hay quien ha planteado que el verdadero objetivo del masoquismo se relaciona más con el poder y la sumisión que con el propio dolor.”

Sea como sea, si introducimos el dolor en nuestras sesiones BDSM, tanto la persona dominante como la dominada, obtienen placer como consecuencia de un proceso mental.

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Julio César Perales, profesor de Psicología de la Universidad de Granada, e investigador del Centro de Investigación Cerebro, Mente y Comportamiento (CIMCYC) explica que los sistemas que procesan el placer y el displacer en el cerebro humano son distintos y pueden estar activados al mismo tiempo. “Tendemos a pensar que las cosas son buenas o malas linealmente, y que en un extremo tenemos lo bueno o placentero y en el otro lo malo o displacentero. Pero en realidad son dos dimensiones y se puede estar al mismo tiempo sintiendo placer y dolor”, asegura.

Otro ejemplo es el de los corredores de maratón, que a pesar de la dureza de la prueba cada vez más gente la práctica. Sobre este asunto, Perales, que además es maratoniano, aclara: “Para nadie es agradable un esfuerzo extenuante, pero se aprende a reconocer el sufrimiento y a desarrollar estrategias para gestionar la situación. La recompensa a ese sufrimiento es, a corto plazo, las sensaciones placenteras relacionadas con las endorfinas y, a más largo plazo, la recompensa de estar alcanzando determinadas metas, que varían de unas personas a otras”.

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Lo que viene a confirmar la teoría acerca de que las personas que sienten placer con el dolor, no solo es a causa de las endorfinas liberadas en ese sufrimiento, sino que el placer también existe cuando se liberan del dolor, en modo de recompensa. Quien practica BDSM, como sucede con el maratoniano, esa recompensa es en forma de liberación se suma a la recompensa de orgullo por haber “aguantado” el dolor frente a la persona dominada.

Si queréis jugar con el dolor, adelante con ello, el dolor puede ir de un simple azote a lo más extremo e inenarrable. Todo es permitido si es consensuado (y libre). Mi recomendación es que comencéis poco a poco, subiendo la intensidad sesión a sesión y si veis que el dolor no va con vosotros, olvidaos de ello. Hay miles de cosas igual de excitantes y divertidas (y en eso consiste el BDM, precisamente).

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