domingo, 25 de abril de 2021

PRACTICAS: El edging

 

When you forget to mention you've been edging... - Album on Imgur

Existen muchas prácticas no BDSM que pueden ser usadas en el BDSM, dotando a algo conocido de un barniz BDSM que lo hace más lustroso y excitante. O por decirlo de otra forma: utilizando especias que comúnmente tenemos en la cocina para hacer más sabroso el estofado. En los estafados utilizo canela que es una especia habitualmente usada en postres. ¿Por qué no?

El EDGING fuera del BDSM consiste en controlar los orgasmos. Lingüísticamente "Edging" en ingles significa "borde" o "reborde". Es decir: llegar al borde pero dar un paso atrás para no caer. O "bordear" el orgasmo. Porque de eso hablamos: de que cuando lleguemos al orgasmo, lo evitemos para volver a buscarlo. ¿Es una locura? Para nada. Muchas parejas, ya sea por activa o por pasiva, se detienen en el momento del orgasmo para alargar la situación o buscar un orgasmo más potente. Imaginemos una pareja donde uno masturba a otro, cuando esa persona esta a punto de correrse, el otro deja de masturbarla y luego continúa lentamente en la búsqueda de ese orgasmo negado. Esto es el EDGING.

Dentro del BDSM el EDGING se transforma en la negación del orgasmo (ya sea mediante una palabra o un gesto) por parte de la persona dominante hacia la persona dominada. No hay que confundir el EDGING la práctica de la CASTIDAD donde el dominante niega cualquier práctica sexual al dominado. Y os preguntaréis ¿qué gracia tiene (ya sea por castidad o por edging) el negar la mejor parte del juego? La respuesta contiene una trampa y es al asumir que el orgasmo es la mejor parte del juego. Puede que en una relación convencional lo sea, pero en el BDSM hay vida más allá del orgasmo.

La teoría del EDGING nos dice que si controlamos el orgasmo, retrasándolo, probablemente el orgasmo conseguido será más poderoso o podremos entrar en ese nirvana que es el multiorgasmo.

Y sí. Pero no. En BDSM el EDGING es un juego más, una práctica que sirve para reprimir el deseo de la persona sometida y demostrarle que, incluso sus orgasmos, pertenecen a la persona dominante y sucederán cuando la persona dominante quiera. Las consecuencias de esta práctica (como el orgasmo múltiple o tener un orgasmo más poderoso) no son el objetivo. El objetivo del EDGING en el BDSM no es el final, sino el hecho en sí de negarle el orgasmo a la persona sometida solo porque sí. Como una demostración de poder o como parte de un juego. Algo que, en juegos de humillación, es básico. El hacer comprender a la persona sumisa que incluso ha perdido el control de algo tan animal como son sus orgasmos. Convertir lo irracional en racional para convertir lo racional (la persona dominada) en alguien irracional (un animal deseoso de un placer negado).

Subvertir lo habitual para sacar lo animal que escondemos dentro.

sábado, 24 de abril de 2021

De amos, sumisas y dragones

 

Reír y Gemir

Dos personas en un lugar repleto de otras personas, todas sentadas en mesas. Los otros están charlando, bebiendo, quizás discuten, puede que sea la primera o la última vez que se vean. Son un murmullo en el silencio, son las piedras del riachuelo o los posos del café. Son los extras de una película que comienza a acabar de rodarse solo que aquí no hay actores, ni director, ni tan siquiera una cámara que registre cuanto sucede. Y, a un lado, dos personas, vamos a centrarnos en ellas. Acaban de conocerse, han hablado varias veces por teléfono, conocen algunas cosas el uno de la otra (y viceversa, claro). Al verse (por vez primera) ella se ha abrazado a él y le ha olido el cuello, deseosa de saber si ese olor la removerá por dentro, o no. Antes de ser olido, el hombre la ha observado de arriba abajo y viceversa, haciendo honor a su género y a tiempos pasados. Como si lo único que le importase fuese que ella tuviese unas buenas caderas y unos buenos pechos para parir y amamantar a su primogénito. Pero resulta que ni a ella le interesa el olor de él ni a él le interesa el físico de ella. Son tan solo uno de esos momentos donde, por vez primera, tu cerebro escoge una de las opciones posibles.

Sentados en la mesa, rodeados de desconocidos, esos otros dos desconocidos comienzan a hablar y comienzan a sentir. Han hablado de mucho antes del momento actual y podría parecer que no tienen nada que contarse. No obstante, esas mismas palabras de antaño pueden son repetidas y adquieren un nuevo y corpóreo significado.

El hombre, además de muchas otras cosas, en ocasiones ejerce el rol de amo. Lo hace desde que tiene uso de razón y carné de conducir. Lo hace porque en esos momentos puede liberarse y sacar un yo que es diferente a su yo habitual. Poco importa si el rol es ser amo o ser él mismo, porque el hombre ha encontrado ese equilibrio de quien aprende por primera vez a montar en bicicleta, de quien disfruta vistiéndose de payaso.

La mujer, además de muchas otras cosas, alguna vez ejerció de sumisa. Y este ejercicio sucedió en un tiempo cercano. Caminando aun con paso vacilante hacia ese portal donde hay un cartelito que dice “yo”. Para la mujer, ser sumisa no es un objetivo, pero sí que es un camino que desea continuar explorando con la cabeza en los hombros y los pies en el suelo. Con una potente linterna en la mano, una mochila repleta de curiosidad y el deseo de que todos los animales que encuentre en el bosque, no sean depredadores, pero tampoco sean el osito del anuncio de suavizante.

Esa pareja que no son pareja ni tampoco desean serlo, continúan charlando mientras el resto de las personas se transforman en gigantescos dragones y comienzan a batir sus alas, volando a su alrededor. Algún que otro dragón abre sus fauces y comienzan a quemar el bar donde están todos mientras el dueño, con su inmenso bigote pelirrojo en llamas, sale corriendo.

Y mientras, el amo y la sumisa, siguen charlando, ajenos a todo cuanto sucede a su alrededor. Inconscientes de que puede quemarse en segundos. Siguen descubriendo palabras pronunciadas por el otro, su mirada, la forma de mover las manos. Siguen escuchando cosas que ya escucharon, pero que les apetece volver a escuchar. A su alrededor, el bar se desmorona envuelto en llamas mientras los dragones, antaño también clientes, lanzan desgarradores sonidos propios de un animal que ha dejado escapar a su presa.

Y mientras sucede, el amo no es capaz de esconder el deseo de que llegue pronto el momento en que se queden solos para meter su mano dentro de la ropa interior de ella y comprobar como de húmeda está. La primera vez le prometió que sucedería eso y ella le contestó que más valía que lo hiciese. La mujer también está deseando quedarse a solas para que la mano de ese hombre descubra cuanto la excita, para que los dedos de ese desconocido se deslicen entre los jugos de su entrepierna.

Las únicas personas que están allí son ellos dos, además del humo, el fuego y los escombros. Y, a pesar de su soledad y del caos. Siguen hablando y siguen deseando quedarse a solas.

Ajenos a cuanto sucede en el mundo a su alrededor.

lunes, 19 de abril de 2021

Diferencia entre SADO y BDSM

 

El sadomasoquismo y su historia - InSexBcn

Cuando hablas con alguien que no sabe lo que es el BDSM y le comentas que es un juego de roles donde hay dominantes y dominados (una simplificación peligrosa, lo asumo), lo primero que te dicen es "Ah, hablas de sado" y claro, salen corriendo asustados por todo eso del dolor. Porque lo que asocian es BDSM a dolor.

Pues no. BDSM no es SADO (aunque el SADO forme parte del BDSM).

Aclaremos una cosa: practicar BDSM no significa entrar en una oscura mazmorra llena de dolor, desesperación y que te deja destruido durante días. Todo lo contrario. El término BDSM engloba un conjunto de prácticas ejecutadas desde la libertad y el consenso. ¿Y qué prácticas son esas? Muchísimas, y pueden incluir el Sado, claro, pero ninguna práctica debe hacerse si uno no quiere.

El fútbol es un deporte, pero no todos los deportes son fútbol. Así de simple.

La Wikipedia lo deja claro en su segundo párrafo en la definición de BDSM

El sado es una práctica basada principalmente en el dolor done un sádico (alguien que siente placer infligiendo dolor) y un masoquista (alguien que siente placer sufriendo dolor) se juntan para disfrutar desde sus libertades individuales y mediante consenso. Personalmente odio el dolor (tanto por pasiva como por activa) pero respeto profundamente a aquellos que disfrutan con el dolor.

"¿Puedo practicar BDSM sin dolor?", me preguntan habitualmente. La respuesta es más amplia que eso: debes hacer lo que te excite y no hacer nada que no desees realmente. Claro que hay BDSM sin dolor, también hay BDSM sin sexo, sin humillación, sin artefactos, sin mazmorras. El BDSM es dominar y ser dominado, lo demás son prácticas, ceremonias, artefactos, etc. que no son indispensables.

¿Entonces es BDSM, por ejemplo, dejarme atar por mi pareja en la cama o tener sexo duro donde nos insultamos o nos abofeteamos? Claro que lo es, quizás, visto desde fuera parece que eso es jugar en tercera división mientras que una mazmorra y un amo vestido de cuero es jugar la Champions League. Pero eso es un error: BDSM es lo que nosotros queramos que sea.

Si alguien te dice que has de hacer lo que él quiere (como dominante) y tú no quieres hacer esas cosas (como dominado). No las hagas. Si te obligan o te fuerzan a hacer algo que no quieres, eso no es BDSM, es abuso.

viernes, 9 de abril de 2021

Una primera conversación entre un amo y su futura sumisa (o no)

 

Vintage couple man and woman talking on the phone pop art retro vector: Gráficos vectoriales libres de derechos

Persona sumisa (o curiosa)

Persona dominante

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¿Me puedes explicar lo que es el BDSM?

La versión corta sería la relación que se establece entre una persona que desea dominar y una persona que desea ser dominada.

¿Entonces BDSM es lo que aparece en la película “50 sombras de Grey”?

Si crees que lo que sucede en “Guardianes de la Galaxia” es lo que sucede en la galaxia, pues vale, tu nivel de credulidad está un poquito estropeado. Porque o que sucede en “50 sombras de Grey” poco o nada tiene que ver con el BDSM real más allá de que aparecen unas prácticas. Los amos no somos ricos y guapos (o no todos), tampoco practicamos BDSM porque tengamos un trauma ni aun menos buscamos a las muchachas más inocentes para hacerles firmar un contrato inexistente. En el otro lado, las sumisas no son todas el estereotipo que vemos en esa película. Pero más allá de los personajes (ridículos donde los haya), cuanto sucede poco tiene que ver con el BDSM real donde todo es más divertido, menos oscuro, más sano y menos “peliculero”.

Vale, ¿entonces que es el BDSM?

El BDSM es un conjunto de prácticas alternativas donde dos (o más) personas deciden, desde su total libertad, someterse o someter a otros en un marco donde existen un conjunto de prácticas consensuadas.

¿Sadomasoquismo?

No, eso es una parte del BDSM, el encuentro de alguien sádico con alguien masoquista. Pero el BDSM es muchísimo más, con relaciones donde no hay ni sádicos ni masoquistas. Relaciones donde no hay dolor. ¿Alguna vez te han atado a una cama? ¿O te han atado las manos o puesto un vendaje en los ojos?

Si, pero éramos pareja y era dentro del sexo de pareja. Nunca me dejaría atar por un desconocido.

Si te dejases atar por un desconocido tendrías un problema fuese BDSM o no. Muchas personas creen que el peligro en el BDSM se multiplica por la indefensión de las personas dominadas. En primer lugar, hay que decir que no te atará un desconocido sino alguien que tú has decidido (desde tu libertad) que te ate y eso sucederá después de muchas conversaciones donde estableceréis un clima de confianza muta y donde hablaréis de todo cuanto sucederá. Estoy seguro de que en alguna ocasión has hecho cosas más peligrosas con desconocidos y nunca te lo has planteado así. Pero el BDSM, a la vista de alguien que no lo conoce, es algo peligroso donde un amo es un desquiciado que podrá hacerte cuanto desee.

¿Y no es así?

En primer lugar, quienes practicamos BDSM no somos desquiciados. Por supuesto que hay desquiciados, pero también los hay en tu lugar de trabajo, en tu familia o en tu comunidad de vecinos. El BDSM no mueve a la gente desquiciada a hacer cosas malas. Ese es el gran estereotipo.

Vale, no sois unos desquiciados, pero estoy segura de que pretendes hacerme cuanto desees.

Posiblemente si, pero lo que yo deseo no es lo que haré contigo sino lo que ambos deseemos. En el BDSM todo se consensúa, se habla, se pacta, se marcan límites. Lo que sucede en una sesión tiene un escenario perfectamente delimitado.

¡Entonces es el contrato que le hacía firmar Grey a Anastasia en “50 sombras de Grey”!

Ese contrato, además de ridículo, no tienen ninguna validez. Si alguna vez, como sumisa, un amo te sugiere que firméis un contrato… puedes firmarlo, claro. Pero tendrá tanta validez como un papel destruido por el fuego.

Vale, entonces todo se pacta, verbalmente.

Eso es. Mucha gente cree, erróneamente, que la sumisa debe hacer cuanto el amo desee. El tópico de “doblegarse ante la voluntad del amo”. Eso es mentira, otra leyenda urbana acerca del BDSM. En realidad, la sumisa solo debe hacer aquello que desee, de la misma forma que el amo solo debe hacer aquello que desee. Ese punto de intersección entre lo que ambos desean es cuanto sucederá. Con mayor o menor intensidad, claro.

¿Y si tengo dudas sobre alguna práctica?

En el BDSM existe un margen donde ambos deben descubrir, explorar, probar, pero eso no significa que debas hacerlo sí o sí. Si, por ejemplo, te apetece probar que te pongan pinzas en los pezones, pero tienes dudas sobre si soportarás el dolor, entonces esa práctica es uno de tus “quizás” y deberéis probarlo (cuando estés preparada mentalmente), comenzando poco a poco, aplicando cada vez más presión. Si en algún momento te duele demasiado y no quieres continuar, lo dices y esa práctica se descarta de vuestro escenario. Es sencillo.

El dolor… ¿el BDSM es dolor?

No necesariamente, tampoco es sexo, ni humillación, ni ser atada. El BDSM es aquello que tu quieres que sea. Lo que mas te excite hacer o probar. Por supuesto que puede haber una relación entre dominante y dominado sin dolor, sin sexo o sin cuerdas, si es lo que ambos desean desde su libertad.

Siempre hablas de libertad, pero no entiendo esa libertad cuando estoy atada a la cama a merced de alguien.

Porque tú, desde tu libertad, has decidido estar así.

Vale, lo comprendo. Pero tengo que pensarlo… creo que me arriesgo demasiado

Nadie te dice que hagas nada si no estás preparada.

¿Y si quedamos para cenar y seguimos hablando?

Te recuerdo que estamos en Barcelona, en plena pandemia y, además de que los restaurantes cierran de noche, hay toque de queda.

Menuda mierda…

Pues si…