Imaginad esto: una mujer desnuda, atada a una cama, sus manos y sus pies están ahora inmovilizados por una especie de bridas de tela que se fijan en las cuatro patas de esa misma cama. La mujer está abierta de piernas y brazos, boca abajo, con los ojos vendados. Un hombre este sobre ella, sodomizándola con fuerza mientras le susurra al oído que su intención es hacer con ella cuanto le apetezca.
Observando esta escena muchos dudaríais sobre la salud mental de la mujer, sobre el machismo o la casi violación por parte del hombre, dudaríais sobre si ella lo hace por voluntad propia y entonces volveríais a dudar sobre la dignidad de ella, sobre el respeto de él. Imaginad que ese hombre lleva horas "usando" a esa mujer, haciendo cuanto desea con ella, sin preocuparse más que de su propio y masculino placer. Cualquiera en su sano juicio diría que eso no es lo correcto, que algo no funciona en esa escena.
Pero resulta que no. Porque quien observase esa escena habría olvidado una importante parte de la ecuación: lo que no se ve.
Podéis pensar que una mujer que va a ir a casa de un hombre a quien nunca ha visto a permitir que el hombre use su cuerpo para el placer de él significa que esa mujer debería ir rauda a un centro de salud mental. ¿Pero y si es ella quien desea que suceda precisamente eso y exactamente así? Apuesto a que seguiréis pensando que esa mujer debe volver al centro de salud mental porque nadie en su sano juicio se dispondría a hacer eso.
Llamadme loco, pero si no comprendéis que esas personas actúan desde la voluntad y el respeto, entonces sois vosotros quienes no percibís la realidad como realmente es. Como acabo de decir: podéis llamarme loco, Podéis llamar loca a esa mujer también. Por supuesto, pero esa mujer y su amo disfrutarán de algo que vosotros nunca conseguiréis rozar ni con la punta de vuestros dedos.
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