Cuando alguien comienza a interesarse en el BDSM, lo primero que viene a su cabeza es "que nadie se entere". No voy a volver a explicar aquí el porcentaje de población que practica BDSM porque no me gustaría que pensaseis que vuestros vecinos se visten de cuero y se azotan y no poder volver a subir con ellos en el ascensor. Que nadie se entere ¿no? Lo entiendo perfectamente, llevo más de 35 años en el BDSM y sigo pensando "que nadie se entere". Y este prejuicio a ser prejuiciados no es malo, es algo natural que forma parte del sentido de supervivencia. Como el camaleón que se mimetiza con su entorno para no ser reconocido.
El otro día una persona me dijo "BDSM es eso de las sombras de Grey donde un hombre maltrata a una mujer ¿no?". Como podéis comprender, pasé ni tan siquiera de contestarle porque no tengo ganas ya de entrar en discusiones donde alguien utiliza un argumento que es la suma de desconocimiento y prejuicio. Hubo un tiempo en que el ego me movía a ser didáctico e intentar explicar a los demás lo que es el consenso en el BDSM, la seguridad y el respeto. Pero al final siempre acababa cabreado y, en cierta manera, frustrado por el fracaso de no ser comprendido.
Por eso, ese "que nadie se entere" forma parte de muchos de los que vivimos el BDSM. Así que no os preocupéis porque mientras vosotros tengáis claro lo que quereis hacer y con quien, el resto importa bien poco.
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