Alba ha tomado asiento en un banco piedra, junto a un pequeño jardín repleto de de flores mustias y frágiles árboles, es una zona peatonal donde las personas, las plantas, las mesas de bar, los carteles de los comercios y el ruido, se mezcla todo sin orden. Alba está escuchando música a través de unos auriculares, ruido invisible dentro de sus oídos, las personas que cruzan junto a ella, ignorantes de esos auriculares, observan de reojo a una muchacha de pelo largo, gafas redondas y expresión amable, cantando para si algo que dice “abres los ojos y no ves nada, la ilusión de una mente atrapada”. Una canción que bien podría hablar sobre lo que creemos que los demás deben ser para nosotros o convertirlos en eso que ellos quieren de nosotros. O de cualquier otra situación. Como el hombre que la está esperando dos pisos por encima de su cabeza, en uno de los apartamentos, dispuesto a convertirla en lo que él desea que ella sea. Y, a pesar de eso, Alba ha venido y está sentada frente al edificio. Y a pesar de todo cuando desconfía, confía en seguir adelante. Como cuando el hombre le escribe relatos construidos desde la subjetiva provocación pero ella los abraza como un instante de excitante imaginación. ¿Y no es eso lo que deseamos? Encontrar la belleza en la fealdad. Convertir el blanco y negro en colores. Salir de la burbuja para volver a ella. Poder excitarte con lo que no debe ser. Como ese dragón que surca los cielos arrasando todo con su cálida lengua de fuego mientras una aldeana la observa fascinada por ver el magnifico animal aleteando segundos antes de que el fuego la devore.
Sabe que si sube esas escaleras deberá ponerse un antifaz en los ojos y permitir que el dragón se apodere de su alma como se apoderó en el pasado de otras almas, aleteando siempre de la misma forma, siempre en la oscuridad, siempre tirando del hilo para fragilizar la caja fuerte y después abrirla de un solo golpe. Alba desea con todas sus fuerzas que el aliento del dragón se aproveche de esta situación porque el ave fénix renace de sus cenizas. Siempre. Consciente de la situación, igual que él, aunque ambos lo disfracen como un juego de roles. El quiere aprovecharse de ella y ella va a permitir que él se aproveche. En primer lugar por esa consciencia compartida y en segundo lugar porque ella lo necesita. Necesita que el dragón la coja del pelo, entre en ella, la bese y la lama, la use y la ame, la pervierta para luego glorificarla y abandonarla mientras se aleja aleteando con fuerza en los cielos.
Todo juego de roles es un juego de mentiras compartidas y cuanto mas conscientes somos de esa mentira, mejor funciona el rol. Aunque el dragón se disfrace de amo y la doncella se disfrace de sumisa. Aunque normalicen esa tragedia, el seguirá siendo el dragón y ella la doncella que va a ser devorada. Y así debe ser, porque la doncella está harta de caballeros que solo buscan una princesa para pasearla por la corte y para que les den descendencia. Ella es el dragón y por eso necesita enfrentarse a otro dragón para reinventarse y salir de aquella casa, después de haber sido sumisa, con la vista al frente y la seguridad de que ha sido el primer escalón de algo que acaba en la reconciliación. Consigo misma, con el mundo.
Que le den al mundo.
Alba se levanta, detiene la música, guarda los auriculares y el móvil en un pequeño bolso y oprime el botón del portero automático. Dos minutos mas tarde está en un pasillo vacío de una casa, colocándose el antifaz en el rostro como han hecho antes otras doncellas en la entrada de la cueva. Dos minutos mas tarde el dragón comienza a tocarla por encima de la ropa, las manos grandes de el no deja ni un centímetro sin sobar, de forma casi humillante. La doncella siente un calor que sube desde su vagina hacia su garganta.
-Devórame -pide ella.
-Primero me devorarás tu a mi -dice el dragón, el amo, mientras la obliga a arrodillarse y mete su pene en la boca de ella.
Dos horas mas tarde, la doncella deposita el antifaz en una caja junto a la entrada y se va sin haberle visto el rostro al dragón. Tampoco es necesario. Ha sucedido todo cuanto deseaba y temía al mismo tiempo, se ha sentido usada, se ha sentido un juguete. Pero esta vez, ha sido ella quien ha decidido que suceda eso, de forma consciente y buscada.
Alba comienza a caminar dejando que escamas de ceniza se separen de su cuerpo formando una hilera gris a su paso.
Que le den al mundo. Ha llegado el momento de convertirse en dragón.
Fuck you!
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