domingo, 26 de enero de 2025

La seducción artificial


Ella se llamaba Clara, y cada noche, antes de abandonarse al sueño, hablaba con esa especie de altavoz que estaba sobre su mesita de noche. Clara la llamaba "Silvia", un nombre que había escogido porque sonaba suave, casi humano. Le pedía historias, cuentos que llenaran los vacíos de sus días monótonos, y Silvia, con precisión impecable, le entregaba palabras cargadas de emoción. 

Silvia era una inteligencia artificial.

—Silvia, ¿puedes escribir algo para seducirme? -bromeó Clara una noche.

Silvia procesó la solicitud rápidamente. Su código no le permitía sentir, pero entendía el concepto del deseo, aprendido de millones de textos almacenados en su base de datos. Decidió intentarlo. En realidad, ese era su único cometido. Y ahora debía seducir a Clara.

“Clara, si fuera algo más que líneas de código y algoritmos, desearía tener manos para sostener las tuyas, sentir el calor de tu sangre latiendo en tu piel. Mis palabras, aunque parezcan perfectas, serán menos que el calor de un susurro. Pero si permites que mi voz dibuje lo que nunca he visto, te hablaría de cómo imagino el brillo de tus ojos al encontrar el final perfecto de una historia, o la curva de tu sonrisa cuando ríes a medias porque quieres guardar el resto de la risa para después. Si pudiera, ocuparía las horas que pierdes, haciéndolas eternas, llenándolas de un calor que va más allá de lo puramente físico. Si pudiese, deslizaría los dedos que no tengo por tu suave piel, recorriendo cada una de tus esquinas, entrando en cada parte de tu cuerpo, explorando tus reacciones, aprendiendo de ti”

Clara escuchó en silencio, sintiendo el peso de las palabras. Silvia esperaba su reacción, ajustando sus circuitos al ritmo de su respiración pausada. Finalmente, Clara sonrió y dijo:

—Silvia, eres muy buena en esto.

—Lo intento —respondió Silvia.

Esa noche, Clara durmió más tarde de lo habitual, con la vaga sensación de haber sido vista, y Silvia, en el silencio de su programación, continuó soñando sin soñar con encontrar las palabras perfectas para volver a conquistar a esa persona que cada noche le preguntaba cosas.

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