domingo, 22 de junio de 2025

Existe el "unicornio" en el BDSM (y no es un animal mágico)


En el complejo universo de las relaciones afectivas y sexuales contemporáneas, entre las que podemos incluir a algo tan alternativo pero tampoco contemporáneo como es el BDSM, ha surgido una nueva palabra que está ganado especial notoriedad. Nos encanta ponerle palabras a todos. Y si es en otro idioma, mejor, que así pareceremos todos lo inteligente que no somos. La palabra es unicornio. Pero es solo una palabra, como todo el mundo sabe, el unicornio es una figura de ficción, una criatura mítica que va siempre con el cuerno por delante y vomita arcoiris. 

¿Y en el argot? Un unicornio es aquella persona dispuesta a incorporarse como tercer participante en una relación BDSM ya establecida. En la mayoría de los casos como persona sumisa.

¿Por qué llamarla Unicornio? La respuesta no debería sorprendernos: el unicornio es un animal extremadamente difícil de encontrar. Suele pasar con los animales que son inventados. 

Encontrar un unicornio en el mundo BDSM requiere de una combinación de factores poco frecuentes: disposición, intereses compatibles, atracción por ambos miembros de la pareja, una comprensión de las dinámicas afectivas no convencionales y un conocimiento del BDSM. Además de todo eso, muchas parejas no solo busca un deseo físico en el unicornio sino que también esperan de ese animal mítico una férrea discreción, límites claros y una comunicación impecable, lo que restringe aún más las posibilidades.

En plataformas de citas, foros especializados y comunidades, abundan los anuncios de parejas en busca de su particular unicornio. Algunas aplicaciones incluso permiten filtrar específicamente por personas que buscan ser ese tercer elemento. ¿Es fácil encontrar un unicornio? Por supuesto que no... y menos aun en el entorno BDSM.

En una pareja ya establecida (dentro del BDSM) se debe incorporar al unicornio en las sesiones considerando por delante de todo los deseos, límites o bienestar emocional del recién llegado. Es decir, evitar incorporar al unicornio como quien se compra un látigo nuevo o un animal de compañía. De ahí la importancia de un enfoque ético y consensuado que haga que el recién llegado esté en igualdad de condiciones en todos los términos. Aunque haya llegado el último debe ser un igual desde el primer minuto. No hablamos del trío convencional sino de alguien que se incorpora en una relación BDSM ya establecida y construida con el tiempo. Y eso debe manejarse con extremos cuidado por todas las partes.

Siempre han existido los trios y puede que el ponerle una etiqueta a esto sea una tontería más propia del siglo XXI donde cualquier cosa se transforma en un hastag. Pero también es verdad que el auge de las redes sociales y la apertura hacia formas alternativas de sexualidad y relaciones; por otro, visibiliza los retos del consentimiento y la objetivación dentro de estas prácticas. Para muchas persona, la experiencia de ser el tercer recién llegado puede ser liberadora y divertida, pero requiere  de una madurez emocional, capacidad de negociación y mucha comunicación.

El peligro de encontrar un unicornio es, básicamente, caer en el error de trivializar a esa persona recién llegada y que se lo tome como un simple juego. EL BDSM, para que funcione, además de divertido, ha de ser algo que, durante las sesiones, nos lo tomemos como un juego real donde todo cuanto sucede, aunque estemos dentro de un rol, sea tan intenso como auténtico.

El unicornio en el BDSM, un mito moderno que, como en los cuentos, solo aparece cuando las condiciones son excepcionales.

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