La casa duerme. Su pareja duerme también, el deber de dormir
juntos, el insoportable peso de la normalidad. Todo descansa bajo la manta
gruesa de la rutina.
No es su caso, ella está con los ojos abiertos, en otra habitación,
ardiendo desde dentro. Su cuerpo reclama lo que la vida niega. Una vida que ha
escogido ella, de acuerdo, pero no siempre aciertas. Ella fantasea, cada noche,
con ese hombre que no tiene rostro, pero sí que tiene unas manos firmes y
decididas, que no piden permiso. En su mente, escucha la orden que siempre la
estremece, aunque sea solo una fantasía.
-Desnúdate.
Ella obedece. Frente al espejo del dormitorio de invitados,
con su pareja roncando en la otra habitación, la mujer se despoja lentamente de
la tela que cubre su piel, como si los ojos del desconocido estuvieran posados
sobre cada centímetro de su cuerpo. Siente cómo los pezones se endurecen al
roce del aire frío. Se imagina cómo él los acariciaría, comienza con los dedos,
luego con la lengua, mordiendo justo lo necesario para arrancarle un gemido
ahogado.
Pero no es solo la caricia lo que la enciende. Es la
entrega. La absoluta renuncia al control. El dejar de ser ella misma para ser completa.
El entregarse para ser libre.
Se arrodilla en la alfombra, las rodillas separadas, la
espalda recta. Sus propias manos simulan las cuerdas que imagina recorriendo
sus muñecas, sus muslos, su cuello. Respira hondo mientras deja que un dedo
trace el camino desde su cuello hasta su sexo. La humedad la delata. En su
fantasía, él la coge con fuerza del pelo, la obliga a alzar el rostro, a
mirarlo a los ojos.
-Me perteneces -susurra él.
La palma invisible estalla en su imaginario sobre su nalga. La
mujer siente el ardor en la piel, como si realmente lo hubiera recibido. Su
mano acaricia su clítoris con movimientos lentos, precisos, aprendidos en
tantas noches iguales en solitario. Aumenta el ritmo, el calor sube, su
respiración se entrecorta. Se imagina la lengua de él devorándola, después imagina la polla de su amo dentro de su boca mientras ella, con los ojos vendados, exprime su alma y su lengua para darle placer. Poco después su amo está dentro de ella, empujando sus límites, su boca en su oído ordenándole no correrse aún. Pero
ella está al borde, atrapada entre el control de la fantasía y el orgasmo que
le trepa como un animal salvaje por la columna. Cuando finalmente se deja ir,
el espasmo la sacude entera. Se muerde los labios para no gemir, sabiendo que a
pocos metros duermen el testigo inocente de su vida normal.
Al terminar, permanece de rodillas unos segundos más, con
los dedos aún húmedos, el pecho agitado, el deseo aun no saciado.
Mañana será igual. Y pasado. Y el mes que viene.
No es capaz de reunir el valor para buscar a ese hombre
fuera de sus pensamientos. Pero también sabe que, mientras respire, lo buscará
cada noche dentro de sí.
Si quieres saber más sobre este tema o proponerme algún tema sobre el que escribir, puedes contactar (discretamente) conmigo a través de
INSTAGRAM @dopplerjdb / TELEGRAM @jdbbcn2 / eMAIL john_deybe@hotmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario