domingo, 6 de julio de 2025

Una oda a los switch, los multitarea del BDSM



Desde la psicología contemporánea, ser capaz de ocupar distintos roles (relacionados entre si) significa poseer una alta función ejecutiva: es decir, la habilidad para cambiar de perspectiva, empatizar, adaptarse al contexto y regular las emociones propias. Desde una perspectiva de desarrollo, el switch no contradice su identidad, sino que la expande, además, esta dinámica satisface distintas partes de su personalidad: una que necesita control y expresión del poder. La otra que busca rendición y entrega. El hecho de no limitarse a un solo rol refleja integración interna más que conflicto, aunque nosotros, visto desde la distancia, lo entendamos como indefinición.

La psicología humanista destaca al switch como parte de un proceso donde conocer y abrazar múltiples facetas de uno mismo. Un switch tiene la capacidad de entrar en distintos “yoes” sin perder el sentido de quién es, encontrando significado no solo en la fisicidad de la sesión, sino en la posibilidad de habitar múltiples versiones de sí mismo.

Ser switch no es estar confundido, ni carecer de identidad clara. Es tener la capacidad de habitar la complejidad. Disponen de inteligencia emocional y adaptativa.

Desde la psicología contemporánea, ser capaz de ocupar distintos roles (que están relacionados entre sí) significa tener una buena función ejecutiva. No hablamos de usar Excel ni de llevar traje gris: hablamos de cambiar de perspectiva sin explotar emocionalmente, empatizar con los demás sin perder la paciencia y regular tus emociones sin tener que gritarle a una almohada. En términos más humanos: un switch puede ir de “Mando yo” a “Mándame tú” sin perder el hilo de quién es. Todo esto mientras mantiene la compostura, el consentimiento, y hasta la playlist que suena de fondo. Nota mental: escuchar a Melendi durante una sesión BDSM debería tener pena de cárcel. 

Desde la psicología del desarrollo, ser switch no es una contradicción, es una expansión de la personalidad. Como si tuvieras dos apps abiertas al mismo tiempo: una versión de ti necesita control, estructura y sentir que el universo obedece tus órdenes. La otra quiere soltarse, rendirse y dejar que alguien más lleve el volante (y ojalá tenga manos firmes).

La psicología humanista incluso aplaude esto asegurando que el switch está en proceso de descubrir y abrazar las múltiples capas de su yo. Lo que para otros es “¿pero eres dominante o sumiso?” para el switch es: “Hoy soy todo eso... y además traigo pizza y cervezas”. Ser switch no es estar confundido. Es tener la flexibilidad emocional de un camaleón con inteligencia emocional, adaptabilidad, autoconocimiento… y quizás una pequeña colección de collares y esposas en el cajón.

Lejos de ser una crisis de identidad con látigo incluido, esto demuestra integración y paz interna, no confusión. En otras palabras: no estás hecho un lío, simplemente tienes varias versiones funcionales y sexy de ti mismo, y sabes cuándo usar cada una.

Si me preguntáis que opino desde el tema, quizás mi opinión os sorprenda: nunca he entendido a los switch. Me esfuerzo por entenderles pero no lo consigo. Mi cerebro es binario, mil disculpas.

Lo que no significa que haya dominado a muchas switch y haya disfrutado como nunca de la experiencia.

Si quieres saber más sobre este tema o proponerme algún tema sobre el que escribir, puedes contactar (discretamente) conmigo a través de
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