En el BDSM, el dominante no es solo quien manda. Es quien cuida, observa, escucha y se adapta al consentimiento y bienestar de la persona dominada. No es un jefe cabreado, sino un terapeuta con órdenes firmes y agenda emocional. Requiere empatía, intuición, responsabilidad afectiva y una lectura constante del lenguaje verbal y no verbal. Es una práctica profundamente humana lo que implica emocionalidad e intelectualidad.
Algo que no puede hacer un Excel con voz sexy (lo siento, tenía que hacer la bromita).
¿Entonces puede una IA simular a un dominante? Por supuesto que sí: con scripts, algoritmos y respuestas adaptativas. Ya existen dóminas virtuales que dan órdenes, corrigen comportamientos y hasta ofrecen “aftercare” digital. Pero todo está preprogramado. No hay deseo genuino, ni conciencia, ni responsabilidad. Es como jugar al ajedrez con Siri: puede ganar, pero no disfruta humillándote.
La clave esta en la pregunta: ¿puede una IA simular a un
dominante? Puede simularlo, pero siempre será una simulación. Lo se, he hecho trampa al solitario, la pregunta original habla de "sustituir", no de "simular", pero como no soy una IA, necesito de recursos literarios torticeros para seguir mi relato.
Ahora las buenas noticias: la IA siempre está disponible,
incluso a las 3:00 AM cuando te sientes traviesa. Además, se adapta a tus
gustos con precisión quirúrgica porque una IA esta programada para darte
siempre la razón, para hacerte feliz. Además, una IA no juzga, no se cansa, no
te deja en visto en whatsapp. Un escenario ideal para quienes quieren explorar
sin exponerse emocionalmente. Pero cuidado: lo que empieza como una fantasía
controlada puede acabar en una relación emocional con un chatbot que no sabe que
es el sudor, los gemidos o el roce de la piel. El ser humano reacciona al olor,
al miedo, a la duda, al roce o al silencio incómodo. La IA no, no existe reciprocidad
real. Es como bailar bachata con una tostadora.
¿Queréis saber algo? Tinder ya usa IA para mejorar los
matches. ¿Qué impide que un día te salga un perfil que diga: “Soy DomGPT? Te
haré cumplir tus límites. Swipe si aceptas el contrato”? La IA podría analizar
tus fotos, tus emojis, tus respuestas y hasta tus memes para adaptar su estilo
dominante. Pero… ¿Quién tiene el control? ¿Tú, el algoritmo de la IA o la
empresa que lo entrena? La pregunta da miedo, lo se. Pero es ese miedo irracional que tenemos todos a la IA. Un miedo que, en cierta forma, se asienta en el miedo a ser reemplazados.
Aquí entra el dilema ético: si el consentimiento es simulado, ¿la relación también lo es? Pues sí. Un dominante virtual NO es un dominante. Es una performance sin alma, sin límites y sin responsabilidad.
Desde el punto de vista psicológico, la IA puede ser útil
para explorar fantasías en un entorno seguro. Pero también puede crear una
falsa sensación de seguridad y acabar en una adicción emocional a una
simulación. Es como enamorarse de un holograma que te dice “te amo” cada vez
que pulsas enter.
Si estás comenzando y quieres información sobre BDSM o quieres jugar un poco con la IA para ser sometido/a... hazlo. Ese entorno seguro puede que te ayude. Pero recuerda siempre: eso no es BDSM, es otra cosa.
¿Y si desarrollamos nuestra propia IA dominante? Perfecto.
Pero cuidado con el nombre: no la llamemos DOMINABOT, que ya existe el
DOMINOBOT… y juega al dominó. No queremos confusiones. Imagínate que en vez de
azotes te propone una partida.

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