Mi blog (que antiguo tener un
blog a estas alturas…) se ha convertido en un archivo interminable de palabras,
artículos y reflexiones que se acumulan como si fueran los ladrillos de una
pared que nunca terminaré de construir. Y lo curioso es que sé que alguien los
lee. Las estadísticas no mienten: hay visitas (más de 20.000 usuarios diferentes
desde que comencé), hay tráfico, hay ojos que pasan por mis frases a diario…
pero lo que no hay son voces. Nadie comenta, nadie escribe, nadie se expone. De
esos 20.000 usuarios diferentes que me han leído solo han comentado 14. Si las
clases de matemáticas me sirvieron para algo es para calcular que tan solo el 0.07%
de los lectores han comentado lo cual significa una clara anomalía convirtiendo
el silencio en algo es absoluto, como si mis textos fueran consumidos en una
biblioteca clandestina. Pero no me quejo, comprendo el motivo: la temática de
este blog trata temas de adultos, pero también “perversos”. Y en ese terreno,
la discreción manda. Leer es fácil, pero dejar huella es peligroso. Un
comentario, un “me gusta”, un simple saludo puede convertirse en una prueba
pública de que alguien estuvo aquí. Y claro, nadie quiere que quede constancia.
Digo que lo comprendo porque a mi me pasa lo mismo otros escenarios parecidos
que no son el mío.
Así que me acostumbrado a
escribir para un público fantasma. Una multitud invisible que se asoma lee, se
marcha y nunca deja rastro. Es lo más parecido a hablarle a una sala llena de
gente con las luces apagadas: sabes que están ahí, escuchando, pero no ves sus
caras ni oyes sus aplausos.
¿Me frustra? Mi ego dice que, en
ocasiones, puede frustrarme, pero no se si creerle. ¿Me desmotiva? Nunca.
Porque al final, escribir siempre
ha sido un acto solitario, y este silencio en cuanto a reacciones al blog es la
confirmación de que cuanto escribo cumple su función: ser leído sin necesidad
de ser confesado. El resto son paranoias basadas en ese reconocimiento que
todos necesitamos. “Lo estas haciendo bien, hijo”. No, esa época ya pasó. Aunque
aquí entra también otra paradoja: no necesito reconocimiento escrito porque tengo
el reconocimiento silencioso. Si las estadísticas que reflejan las lecturas del
blog fuesen casi cero… ¿diria lo mismo? Os seré sincero: creo que no.
Escribimos por muchos motivos, hay gente que escribe para si mismos (por
ejemplo, un diario personal), otros escriben como medio para ganarse la vida.
Yo escribo porque me gusta hacer pensar a los demás y si las estadísticas dijeran
que nadie me lee, con toda seguridad, me frustraría.
Si quieres saber más sobre este tema o proponerme algún tema sobre el que escribir, puedes contactar (discretamente) conmigo a través de INSTAGRAM @dopplerjdb / TELEGRAM @jdbbcn2 / eMAIL john_deybe@hotmail.com
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