viernes, 7 de septiembre de 2018

La sumisa insumisa

 


Hoy voy a (intentar) escribir acerca de las sumisas insumisas, un acto que no comparto (el que existan, no el escribir), supongo que porque mi condición de hombre y amo me sitúan en un terreno donde mi ego está más desproporcionado que la entrepierna de Nacho Vidal. Mi primera reacción ante una sumisa insumisa es la de un ataque a mi autoridad y eso hace que se me agolpe la sangre en las sienes impidiéndome pensar con más claridad. ¿Una sumisa insumisa? ¡Hereje! ¡Bruja! ¡Malvada!

Perdón.

Quizás este texto escrito desde la frialdad de mi particular Villa Soledad me ayude a entender ese maravilloso contrasentido que existe en el concepto sumisa insumisa. Me costará mucho pero como dijo Jack el destripador: "si no lo intentas, no lo consigues". También dijo “vamos por partes” pero ese chiste está gastado.

Desde mi subjetivo punto de vista hay dos tipos de sumisas insumisas: las que actúan conscientes de su rebelión y las que no. Las llamaré “sumisa insumisa consciente” y “sumisa insumisa inconsciente”. Bueno, he acuñado dos términos nuevos para que la sociedad siga etiquetando, asi que supongo que ya puedo morir tranquilo. Poned en mi esquela “murió con una sonrisa en la boca, el pene erecto e inventó dos nuevos términos BDSM que nadie necesita”.

Comencemos por la sumisa insumisa consciente, la que actúa como parte de un juego donde busca el castigo o busca la confrontación. ¿Mi opinión? Me parecen unos seres despreciables que merecen morir en la hoguera entre terribles sufrimientos. Si se les tortura antes, mejor. No hay más preguntas, señor juez (acaba de volver a hablar mi ego de amo). Si quieres jugar, cómprate una playstation y mata zombis. Yo soy amo y no contemplo los roles como una noche de carnaval. Si quieres que sea tu amo para ponerme a prueba, mejor búscate a otro. No analizaré más porque es una figura que no me interesa, nunca me ha interesado la gente así, ni en el BDSM ni en la vida.

Luego tenemos a las sumisas insumisas que se saben sumisas, pero se desconocen insumisas. Menudo lío ¿no? Son las que he bautizado como sumisa insumisa inconsciente. Esta personalidad me parece interesante pues estaríamos hablando de comportamientos anclados en el subconsciente. ¿Y qué es el BDSM si no un comportamiento anclado en el subconsciente? Quiero ser sumisa, pero mi cerebro se rebela. Voluntad contra animalidad. Lógica contra deseo. Doctor Jeckyll contra el señor Hyde. ¿Por qué actúan así? Una amiga, alguien que me empujó a escribir este artículo, me explicó lo siguiente: “Si ganas caigo como una gata, pero si no ganas no finjo absolutamente nada. No puedo fingir la sumisión, y es difícil someterme. Entonces en todo ese proceso, o si ya estoy sumida y la cagas en algo, me salgo del papel y me cabrea pues no finjo y me rebelo”. Es una reflexión interesante de alguien que quiere ser sumisa, pero cuando (consciente o inconscientemente) interpreta que el amo no la entiende o no es el amo que necesita, entonces su cerebro se rebela. O por expresarlo de otra forma: si todo fluye es sumisa, pero si no fluye, surge su parte insumisa. Empatizo con un comportamiento así porque no creo que sea algo buscado sino más bien la proyección de la frustración del momento, una frustración que se transforma algo real: la insumisión. Un acto inconsciente porque la sumisa desea realmente ser sumisa, no busca el juego de provocar al amo, lo único que desea es que la comprendan, que la acompañen a ese terreno donde puede ser realmente sumisa. Si eso no sucede, entonces su subconsciente acaba con lo que ha comenzado porque finaliza aquello que no debe ser. Justicia poética, en cierta manera. Creo que ahí radica el secreto de la sumisa insumisa, es alguien profundamente intelectual que no acepta la mediocridad en un proceso tan intenso y emocional como es el ser dominado. Y se rebela.

Stephen King, respecto a nuestros monstruos, dice “cuando hablamos de la monstruosidad, estamos expresando nuestra fe y creencia en la norma y guardándonos del mutante”. ¿La sumisa insumisa debe obviar la norma y continuar siendo insumisa? ¿Debe soltar el monstruo o guardarlo dentro de ella? En el caso de la sumisa insumisa consciente, podría retener el monstruo en pos de la concordia, pero su egoísmo la mueve al terreno donde resulta más divertido retar al amo que disfrutar siendo sumisa. Un terreno donde su "yo" será siempre más importante que el resto. ¿Qué hacer? Vosotros haced lo que os plazca, yo la apartaré con un palo y continuaré mi camino. En lo que respecta a la sumisa insumisa inconsciente, está claro que el monstruo, ese Hulk, ese Mr. Hyde o ese hombre lobo, surgen como parte del momento (la ira, el deseo, la luna…) y no puede controlarlo. Ahí es donde hay un trabajo que hacer porque si no es consciente de su rebeldía y la sumisa me parece interesante, entonces estoy obligado (si: "obligado") a poner todos mis sentidos para comprenderla, para entender que necesita y mantener la bestia a salvo, debo conocer aquello que la saca de su papel de sumisa y debo evitarlo a toda cosa. Requiere un sobreesfuerzo, pero merece la pena.

De todas formas, ambas sumisas son un reto. Y no deberíamos aceptar según que retos si no estamos dispuestos a luchar, por mucho que esas sumisas nos atraigan. Caer en la trampa de imaginar que una sumisa es insumisa por algo secundario es caer en la misma trampa que ver a Messi jugar a fútbol e imaginar que parece tan sencillo que podemos hacer lo mismo.



Pd. Cuando en el texto hablo de amos y sumisas, me refiero a dominados y dominantes, sean del género que sean. La mayoría de las veces utilizo el género masculino para el dominante (amo) y el femenino para el dominado (sumisa) porque esa es mi realidad y olvido otras realidades. No obstante, la mayoría de mis textos son aplicables a cualquier género. Es más, estoy convencido de que, por lo primitivo del cerebro masculino, existen más sumisos insumisos que sumisas insumisas (especialmente del tipo “sumisos insumisos conscientes”).

 

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