lunes, 28 de septiembre de 2020

Cuanto de verdad hay en la mentira (o de mentira hay en la verdad)

 

5. La mentira

Mentimos a diario, desde que abrimos los ojos hasta que el sueño nos vence. Incluso mentimos durmiendo porque nuestros sueños, esa gran mentira, tiene mucho de verdad.

Toda mentira, desde la más insignificante a la más trascendente, esconde una verdad que puede ser igual de insignificante o igual de trascendente. Curiosamente, el tamaño de la verdad no siempre es el mismo que el de su correspondiente mentira. Es por es que, en ocasiones, la mentira explota en nuestra cara y la verdad sale a la luz. Y esto es porque el tamaño de la mentira era demasiado pequeño para contener esa gran verdad. Rasgándose de lado a lado como una croqueta mal rebozada, dejando escapar todo el rebozado sin que podamos evitarlo.

“¿Cómo me queda este peinado?”, pregunta una persona. “Te queda bien”, contesta la otra.

Quien pregunta desea que le mientan, no está preparada para una verdad donde su nuevo peinado es tan hermoso como un gato atropellado en una noche de tormenta.

Quien responde, utilizando la mentira piadosa, esconde también una verdad. El nuevo peinado de quien pregunta es siempre más horrendo que el anterior, pero no le disgusta del todo. La verdad es que esos extravagantes cortes de pelo le otorgan personalidad.

“¿Me quieres?”, pregunta uno. “Claro que sí”, contesta el otro.

Aquí, verdad y mentira se mezclan tanto en la pregunta como en la respuesta. Como si querer o no querer fuese algo tan único y diferente como el color blanco o el color negro.

“¿Quieres probar en una sesión de BDSM?” pregunta una persona. “No lo sé”, responde la otra.

Claro que lo sabe, sabe que quiere probarlo pero le aterra decirlo en voz alta. Por eso ha mentido. Aunque también es consciente que ese “no lo sé” tiene algo de verdad. De no ser así, haría años que habría aparcado la fantasía de ser sumisa y lo habría intentado.

“¿Quedamos para tomar un café?”, pregunta uno. “No se si debería tomar un café contigo, me conozco y creo que te conozco”, contesta el otro.

El dragón, de un rojo intenso, desciendo dando círculos en el aire hasta detenerse sobre la cabeza de estos dos últimos mentirosos. El dragón les observa con su ojo de reptil y sonríe de la forma en que sonríen los dragones. Que no es una sonrisa. Ahora mismo podría abrir sus fauces y quemar a ambos.

Pero, en lugar de eso, vuelve a girar sobre si mismo y se aleja aleteando con fuerza.

Ese dragón es una gran mentira también, que esconde una gran verdad.

lunes, 21 de septiembre de 2020

Le compré a su esposa por una noche (relato)

 

 Cuckold Gifs - 6 Pics | xHamster

Conocí a M. en la virtualidad de este mundo de construido con unos y ceros, un lugar donde todos observamos, ajenos a la realidad que hay tras esas brillantes pantallas, gigantescas o diminutas. La realidad de M. era la de una mujer casada, sumisa de su marido y tan obediente que mi alma de león fue incapaz de convencerla para que, además de someterse a él, se sometiese también a mis deseos. Soy amo desde hace 35 años y durante todo este tiempo he conocido a muchas personas, aunque M. era diferente. ¿Por qué? Por como escribía, por la reflexión que sus sabias palabras hacían de su propia condición. ¿Cómo convencer a alguien que ya lo tiene todo? Entonces se me ocurrió formular una pregunta. ¿Y si hablo con tu amo (tu esposo también) para que te ceda a mi servicio durante una noche? Le dije que estaba incluso dispuesto a pagar por ella, estaría incluso dispuesto a permitir que su marido estuviese presente. Ella, siempre mediante correos electrónicos, me dijo que se lo preguntaría a su marido. A su amo.

La respuesta llegó dos días más tarde. Sus palabras decían que su marido estaba dispuesto a cedérmela a cambio de una compensación económica. Pero que él debía estar presente. Le pregunté con quién debía planificar la sesión y pactar los límites. M. contestó que debía hablar con su marido y me dio una dirección de correo. No volvería a saber de ella hasta que nos viésemos cara a cara el día de la cesión.

Escribí a aquel hombre y le propuse lo que pretendía: atar y usar a su esposa delante de él. Ese fue el verbo y no otro: usar. Podría haber dicho “dominar” o “someter” a su esposa. Pero escribí “usar” en el convencimiento de que aquel hombre no confundiría el uso del verbo con una inexperiencia que, para nada, era la mía. Durante unos días estuvimos intercambiándonos correos y pactando todo cuanto iba a suceder.

Al siguiente fin de semana fui a una casa rural, en los pirineos, donde vivían ambos. Era una bonita casa de nueva construcción, rodeada de un césped perfectamente cuidado. Caminé hasta la entrada y oprimí el timbre de la puerta. No puedo negar que, a pesar de toda mi experiencia, el león que creían que era, en realidad se había convertido en un temeroso mapache.

Un zumbido me indicó que la verja estaba abierta. Empujé y crucé el jardín hasta la puerta principal donde me esperaba un hombre elegantemente vestido. De pelo blanco y apariencia aristocrática. Hubiese imaginado cualquier tipo de marido para M. menos aquel tipo, mayor que ella y con tal apariencia. El tipo me estrechó la mano mientras sonreía amablemente. Habíamos pactado que M. nos esperaría vestida como yo había solicitado, en la mazmorra que tenían en el sótano. El marido de M. me ofreció bebida pero le dije que prefería comenzar ya. Entonces el tipo alargó una mano mientras con la otra frotaba dos dedos en el aire construyendo ese signo internacional que es dinero.

Saqué un billete de cinco euros y lo deposité en su mano.

Había sido el propio esposo quien me había dicho debía pagar tan solo cinco euros por “usar” a su esposa. Yo había visto algo parecido antes: emputecer a tu pareja pero sin pedir una cantidad de dinero que te hiciese sentir que ella era una auténtica prostituta. Todo forma parte de un juego y hay que saber jugarlo.

Me acompañó hasta la mazmorra. Una de esas habitaciones con algunos aparatos, propios de gente amateur que practica BDSM.

M. estaba de pie en el centro de la habitación, junto a un potro. Era realmente hermosa, más hermosa aun de lo que había podido intuir en sus fotos donde el rostro estaba borrado. Iba vestida con una camisa de botones blanca, falda corta negra y medias, también zapatos de tacón. Lo que más me gustó fue su pelo rubio y alborotado. Era alta y delgada. Realmente hermosa.

El marido de M. dio unos pasos y se sentó en una silla que había en una esquina. Después me miró y asintió.

-Adelante, usa a mi mujer -dijo.

Por supuesto que iba a hacerlo. Me aproximé a ella y desabotoné de golpe su blusa. Los botones salieron volando y se perdieron en el suelo de cemento. Bajo la camisa no había más ropa, los pechos de M. eran preciosos, grandes y propios de su edad (entre cuarenta y cincuenta años), estaba morena pero sus pechos tenían la piel blanca por culpa del bikini. Ella me observaba directamente a la cara. Nuestras miradas se cruzaban mientras yo la desnudaba poco a poco. No parecía tener miedo. En ningún momento ella desvió la vista hasta su marido, solo me miraba a mi o bajaba sumisamente la vista al suelo.

Vestida tan solo con unas medias, la até al potro y la usé a conciencia. Follándola por todos lados, azotándola, escupiéndole, humillándola, tirando de su pelo y convirtiéndola en mi sumisa, aunque solo fuese una única noche. De vez en cuando echaba yo un vistazo a su marido quien seguía sentado en la silla, sonriendo.

Cuatro horas después, al acabar la sesión, M. estaba sentada en el suelo, sudando, con la cara y el cuerpo cubiertos de semen, sus ojos llenos de lágrimas, el cuerpo con marcas rojas de los azotes. Iba a ayudarla a levantarse cuando su marido se interpuso entre nosotros.

-De esto me encargo yo -dijo ayudando a su esposa a recuperar la verticalidad-. Usted puede subir a darse una ducha. Al final de las escaleras, a mano derecha, encontrará un baño con todo cuanto necesita. Después puede ir al comedor a tomar una copa, espérenos allí, si me hace ese favor. Estoy seguro de que encontrará usted el comedor y el pequeño bar donde guardo un whisky escocés de 50 años. No se preocupe, sea generoso con la copa, se lo ha ganado.

Y diciendo esto señaló la salida de la mazmorra. Cogí mi ropa y, aún desnudo, me dirigí a la ducha. Al cabo de media hora estaba sentado en el comedor de aquella lujosa casa, bebiendo un maravilloso whisky, consciente de que nunca había bebido nada igual ni lo bebería.

Al cabo de un rato apareció el matrimonio. Se había duchado, peinado y vestía un precioso traje de noche negro.

-Le presento a Mari, mi esposa -dijo el marido señalando a la mujer que colgaba de su brazo.

-Encantado -dije estrechando la mano de la mujer que había estado sometiendo durante más de cuatro horas.

Apenas había marcas en su rostro ni sus brazos. Se había maquillado los escasos moretones y parecía completamente recuperada.

-Sería un placer para nosotros que aceptase quedarse a cenar -dijo M.

-Sería un placer también para mí.

-Pero antes falta un pequeño detalle. Si acepta nuestra invitación para cenar, tendrá que pagar. Ningún placer en esta casa es gratis -dijo ella repitiendo el signo del dinero que había hecho su marido al llegar yo.

Saqué otro billete de cinco euros y lo coloqué en la palma de la mujer.

Los tres sonreímos con una sonrisa tan estúpida como nerviosa.

Aquella mujer había resumido perfectamente lo que es la vida: ningún placer en esta vida debería ser gratis.

Texto publicado en todorelatos.com

domingo, 20 de septiembre de 2020

La ficción en el BDSM


 
Los lectores de relatos eróticos, al comenzar a leer, buscan un lugar donde anclar la fantasía que se les va a contar. Necesitan un contexto, un lugar y, sobre todo, necesitan una descripción física de los personajes. En mi caso, siempre he preferido perder para ganar: perder el tiempo para ganar contexto y lugar. No estoy tan interesado en la descripción física que considero algo secundario. No obstante, los lectores quieren saber si la mujer, aunque sea fantasía, tiene grandes pechos, sexo poblado, piernas torneadas o cualquier otra descripción que les ayude a enderezarse o a mojarse. También quieren saber si el hombre es varonil, tiene un gran pene o huele a macho de las cavernas. Lo más sencillo es abusar de los tópicos (una vez más) y decir que el pene del hombre es descomunal o que la mujer es una diosa con forma terrenal. Cuesta bien poco alimentar la mente del lector. Pero no es mi caso. Prefiero que mis relatos los protagonicen gente normal, imperfecta en todos los sentidos. En la antigüedad, los grandes pintores chinos incluían deliberadamente un fallo en su trabajo porque estaban convencidos de que la creación humana no era perfecta. Yo nunca he buscado la perfección, tampoco es necesario que haga como esos artistas chinos porque mi obra ya trae imperfecciones de fábrica. Pero algo que si hago deliberadamente, es buscar personas imperfectas para mis relatos, aunque eso aleje a ciertos lectores.

En mis relatos no busco a la modelo perfecta, leonina en forma y fondo, una diosa del sexo que se doblegue ante la primera señal de cualquier varón que huela a cazador. En mis relatos busco a la mujer normal, imperfecta, con los deseos y los miedos de cualquier otra mujer, de cualquier otra persona. No tiene por qué ser delgada, ni alta, aún menos tiene porque ser una fiera en la cama. Tan solo tiene que ser una persona normal, como cualquier lector o lectora.

sábado, 19 de septiembre de 2020

La esposa inocente (L'esposa innocent)

 Comments by Tanlinetits | MOTHERLESS.COM ™

Dice la mujer que es inocente, incluso en el nombre que utiliza en la virtualidad combina ese tópico de inocencia y esposa. La inocencia solo es la casilla de salida y puede venir acompañada de intenciones y deseos ocultos. Acudo a leer su blog y me quedo desconcertado. Admiro a la gente que sabe escribir, y no me refiero al tipo de prosa que te deja boquiabierto y cuyos textos parecen destinados a dejar también boquiabiertos al jurado del Premio Novel de Literatura. Lo que me desconcierta y enamora a partes iguales, son ese tipo de prosas que enganchan al lector con un garfio y no les suelta hasta el último signo de puntuación. Ella escribe así y, además, escribe sobre un tema que también me apasiona: el deseo que nace de las fantasías. Llevo años navegando en los mares del BDSM y de la literatura como para no reconocer lo que esconden sus palabras. Ojalá coger la mano de quien ha escrito eso y la acompañase hasta la celda más oscura e incómoda de mi mazmorra.

Soy sapiosexual (disculpas por etiquetarme a mí mismo). La inteligencia es lo que despierta la atracción sexual en mi estropeado cerebro (disculpa por etiquetar a mi cerebro). Poco me importa el físico si el cerebro captó mi atención de antemano.  Observo sus fotos en el blog y también me gusta lo que veo. Creo que me gusta lo que veo porque me gusta lo que leo. Aunque, objetivamente, de no haber leído a esa mujer, creo que también me hubiese atraído en primera instancia. Es perversamente natural.

¿Por qué nos sentimos atraídos por gente desconocida que vemos o leemos en la virtualidad? Quizás por eso, porque son personas desconocidas. En nuestra fantasía funciona mejor el misterio que la cruel realidad.

Anoche, sin poder evitarlo, soñé que conocía a esa mujer y la sometía en el significado más amplio del verbo. Fue un sueño de esos que, en el despertar, odias no haber conseguido dormir unos minutos mas en las brumas de tan perversa fantasía.

La imaginación, es el arma más poderosa de la que disponemos. Mi consejo es que la uséis siempre, sin importar cuan lejos lleguéis. Porque la realidad, está también ahí, en el reverso de la carta.

Y girar la carta es un movimiento bien simple..

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Diula dona que és innocent, fins i tot en el nom que utilitza a la virtualitat combina aquest tòpic d'innocència i esposa. La innocència només és la casella de sortida i pot venir acompanyada d'intencions i desitjos ocults. Acudeixo a llegir el seu blog i em quedo desconcertat. Admiro la gent que sap com escriure, i no em refereixo al tipus de prosa que et deixa bocabadat, textos que semblen destinats a deixar també bocabadats el jurat del Premi Nobel de Literatura. Allò que em desconcerta i enamora a parts iguals, són aquest tipus de proses que enganxen al lector amb un garfi i no els deixa marxar fins al darrer signe de puntuació. Ella escriu així i, a més, escriu sobre un tema que també m'apassiona: el desig que neix de les fantasies. Fa anys que navego als mars de l'BDSM i de la literatura com per no reconèixer el que amaguen les seves paraules. Tant de bo agafar la mà de qui ha escrit això i l'acompanyés fins a la cel·la més fosca i incòmoda de la meva masmorra.

Sóc sapiosexual (disculpes per etiquetar a mi mateix). La intel·ligència és allò que desperta l'atracció sexual al meu espatllat cervell (disculpes per etiquetar al meu cervell). No m'importa el físic si el cervell ha captat la meva atenció per endavant. Observo les seves fotos al blog i també m'agrada allò que veig. Crec que m'agrada el que veig perquè m'agrada el que llegeixo. Tot i que, objectivament, de no haver llegit a aquesta dona, crec que també m'hagués atret en primera instància. És perversament natural.

Per què ens sentim atrets per gent desconeguda que veiem o llegim en la virtualitat? Potser per això, perquè són persones desconegudes. A la nostra fantasia funciona millor el misteri que la cruel realitat.

Ahir a la nit, sense poder evitar-ho, vaig somiar que coneixia aquesta dona i la sotmetia en el significat més ampli del verb. Va ser un somni d'aquells que, al despertar, odies no haver aconseguit dormir uns minuts més en les boires de tan perversa fantasia.

La imaginació és l'arma més poderosa de què disposem. El meu consell és que la feu servir sempre, sense importar com de lluny arribeu. Perquè la realitat, està també aquí, en el revers de la carta.

I girar la carta és un moviment ben senzill.

martes, 15 de septiembre de 2020

Los tópicos (Els tòpics)

The Omega Man | Joel Arkaine Arkaine Vocals

Los tópicos están ahí por algo. Muchos dicen que un tópico, en el ideario de la fantasía, es un recurso fácil. La típica trampa del escritor que no quiere quemarse las neuronas más allá de lo necesario.

¿Qué importa eso?

Los tópicos están ahí porque representan la normalidad. Como daba a entender Richard Matheson en “Soy Leyenda”: la normalidad es una cuestión numérica. Y el tópico es precisamente eso: lo mas común.

Cuando escribo relatos eróticos o sobre BDSM, acostumbro a utilizar la imagen de la esposa insatisfecha o insegura, el tópico de la mujer dentro del cascarón que está esperando a que alguien golpee con fuerza la puerta de sus miedos para cogerla del brazo (o del pelo) y arrastrarla fuera. Un tópico, sí.

¿Qué importa eso?

Puede que quien lea esto sea una ama de casa insatisfecha o temerosa, puede que sea una mujer empoderada que no tiene miedo a casi nada, puede que el lector sea un hombre apocado que se esconde tras unas gruesas gafas ahumadas, o quizás un tipo seguro de si mismo que lleva la camisa con mas botones desabrochados de la cuenta porque cree que la pelambrera de su pecho atrae a las mujeres sin remedio. Puede que quien lea esto sea un gay, una lesbiana, un transexual o cualquiera de los diferentes gustos o géneros que habitan hoy en día en nuestro planeta.

¿Qué importa eso?

Lo único importante es hacer aquello que nos apetece. Y si vivimos en el tópico de la mujer temerosa o el hombre que se siente inferior, nos costará más. Pero debemos hacerlo porque lo que estas personas no saben es que la mujer empoderada o el hombre chulesco, padecen el mismo miedo a la hora de comenzar una nueva aventura.

¿Qué importa eso?

Lo único que importa es sentirse más vivo que nunca.

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Els tòpics hi són per alguna cosa. Molts diuen que un tòpic, a l'ideari de la fantasia, és un recurs fàcil. La típica trampa de l'escriptor que no vol cremar-se les neurones més enllà del punt necessari.

Què importa això?

Els tòpics hi són perquè representen la normalitat. Com donava a entendre Richard Matheson a la seva novel.la "Sóc Llegenda": la normalitat és una qüestió numèrica. I el tòpic és precisament això: el fet més comú.

Quan escric relats eròtics o sobre BDSM, acostumo a utilitzar la imatge de la dona insatisfeta o insegura, el tòpic de la dona dins de la closca esperant que algú copegi amb força la porta de les seves pors per agafar-la del braç (o dels cabells) i arrossegar-la fora. Un tòpic, sí.

Què importa això?

Potser qui llegeixi això sigui una mestressa de casa insatisfeta o temorosa, pot ser que sigui una dona empoderada que no té por de gairebé res, pot ser que el lector sigui un home apocat que s'amaga darrere d'unes gruixudes ulleres fumades, o potser un tipus segur de si mateix que porta la camisa amb més botons descordats del compte perquè creu que la pelussera del seu pit atrau les dones sense remei. Potser qui llegeixi això sigui un gai, una lesbiana, un transsexual o qualsevol dels diferents gustos o gèneres que habiten avui dia al nostre planeta.

Què importa això?

L'única cosa important és fer allò que ens ve de gust. I si vivim en el tòpic de la dona temorosa o l'home que se sent inferior, ens costarà més. Però ho hem de fer perquè el que aquestes persones no saben és que la dona empoderada o l'home fatxenda, pateixen la mateixa por a l'hora de començar una nova aventura.

Què importa això?

L'única cosa que importa és sentir-se més viu que mai.