lunes, 23 de noviembre de 2020

Confianza Vs Desconfianza

 

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Desconfiamos respecto a las intenciones de los demás, incluso respecto a nuestras intenciones. La desconfianza es el mejor reflejo de lo frágil de la condición humana.

Resulta más fácil desconfiar y esperar que nos den motivos para confiar que confiar y esperar que lleguen los motivos que nos lleven a desconfiar. Desconfiar de primeras es fácil, aunque también es seguro. Si me acerco a ti sin motivo aparente, desconfiarás de mis motivos. Te proteges.

Se nos acerca alguien por la calle y lo primero que sentimos es desconfianza: ¿querrá robarme? ¿Me pedirá dinero? ¿Quién es esa persona? ¿Por qué se acerca a mí una persona desconocida? Quizás tan solo sea alguien que quiere preguntarte por la hora o por donde cae una calle. Desconfiamos para protegernos y esperamos que el tiempo nos dé argumentos para confiar.

El diccionario de la RAE define “desconfianza” como “falta de confianza”. Un oxímoron en toda regla. Así pues, aquí no estamos hablando de desconfianza sino de la falta de algo que debemos construir con mimo. O no. ¿Es necesario confiar en los desconocidos?

El diccionario de la RAE define “confianza” como “esperanza firme que se tiene de alguien o algo”. Es decir, que esa construcción se basa en la esperanza de que esa persona de la que ahora desconfiamos sea mejor de lo que imaginamos. O esperamos que sus intenciones respecto a nosotros no sean las peores.

¿Es posible confiar en alguien de manera instantánea?

Soy una persona que, ante absolutos desconocidos, opta por la desconfianza extrema, de forma instantánea. De la misma manera en que, respecto a los demás, dudo de mis propias intenciones en primera instancia. No obstante, si esa persona llega acompañada de alguien de quien confío, también de la misma forma instantánea, confío completamente en ese desconocido.

No me preocupa desconfiar o confiar en los demás, entiendo que forma parte de mi forma de ser, de esa frágil condición humana a la que pertenezco. Aún somos animales que tenemos grabado en nuestro ADN el instinto de supervivencia. No me preocupa confiar o desconfiar porque forma parte de un proceso.

De lo que no estoy tan seguro es de la confianza respecto a mi mismo. Cuando me acerco a alguien, procuro hacerlo de manera abierta. Si me preguntan, contesto con total sinceridad. Por eso prefiero que no me pregunten cuáles son mis intenciones porque si me lo preguntan, dudo de la respuesta. Desconfío de mis intenciones. Entonces miro en mi interior, intento despojarme de todo egoísmo o mentira. Y contesto la verdad.

¿Y qué tiene que ver todo esto con el BDSM? Mucho.

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