Antes de dar mi (seguramente errónea) opinión acerca de la reactividad o proactividad en el mundo BDSM, quizás lo mejor será definir que es reactividad o proactividad por si alguien nunca ha cogido un diccionario o ha sido criado por lobos en la selva.
O por resumirlo: tomar la decisión (proactividad) o esperar a ver que pasa (reactividad).
Asumimos que una persona sumisa es reactiva porque reacciona a las órdenes de la persona dominante. En el otro lado de la balanza, la persona dominante es proactiva porque es quien toma las decisiones (quien ordena).
Eso nos llevaría a argumentar que toda persona que desea probar la sumisión, le cuesta tomar la decisión porque es una persona reactiva. Alguien tiene que proponerle ser sumisa porque, por sí misma, esa persona necesita incluso la orden que la empuje a comenzar en este mundo.
Nuevo error: asumir que las personas que practican la sumisión tienen personalidades sumisas o que aquellas que practican la dominación, tienen carácter dominante. Es más, acostumbra a suceder lo contrario. Las personas sumisas tienen personalidades más marcadas y dominantes que las personas dominantes. Y viceversa. Para muchas personas, practicar BDSM es lo que denominamos habitualmente como “tomarnos unas vacaciones de nosotros mismos”.
¿Entonces por qué a las personas que desean probar la sumisión les cuesta tanto tomar la decisión si su personalidad las empuja a ser proactivas?
Pues porque la vida no es una ciencia exacta. Aunque solo pueda haber noche o día, las personas no somos binarias. Por eso cuesta tomar la decisión de probar, porque no estamos hablando tan solo de probar, sino que estamos hablando de miedos, de dudas, de situaciones personales, de encuentros fallidos, de sueños rotos e historias leídas. La proactividad, por sí misma, no asegura el éxito en nada.
Porque una cosa es intentarlo, otra es hacerlo y otra muy diferente es conseguirlo.
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