sábado, 10 de julio de 2021

La maldita foto


La vida es más de cuanto observas cuando observas. Podrías coger tu cámara o tu móvil y plasmar la mejor de las imágenes que el ser humano haya logrado inmortalizar nunca con el simple movimiento de un dedo. Y la vida seguiría siendo más que eso. Mucho más. Porque la vida es más que una fotografía, más que unas palabras o que un instante, más que una puerta que se cierra u otra que se abre. La vida es más que contar los días y escuchar las tormentas sentados en la terraza mientras leemos a nuestro tu autor favorito. Aunque alcanzases la felicidad máxima en tu vida, la vida seguiría siendo más que eso. Vemos algunas fotografías, instantes congelados de nuestras vidas, pero nunca alcanzaremos a verlo todo porque no vivimos en la magnificencia de quien todo lo ve y lo disfruta. Somos incapaces de ver la vida en toda su magnitud porque solo tenemos dos ojos y cuatro paredes. E incluso cuando salimos de esas paredes apenas podemos ver unos cientos de metros hasta que la vida se convierte en una fina línea en nuestro horizonte.

Cuando afirmo que practicar BDSM es maravilloso, no me refiero a la vida. En realidad, estoy hablando de mí: de las conexiones eléctricas que se suceden en mi cerebro como consecuencia de unos actos. Cuando digo que practicar BDSM hará que vuestras vidas sean mejores no me refiero a toda la vida, ni tan siquiera a una parte insignificante de vuestras vidas. El BDSM no tiene tanto poder. Pero sí que obtendréis momentos puntuales de felicidad, excitación, placer, orgullo y satisfacción (parezco un monarca...).

La vida es más que una fotografía, una sesión de BDSM o de esos recuerdos que nos impiden comenzar a caminar, que nos mantienen anclados al conformismo. Porque no hacer nada es más seguro que actuar. La vida es armarse de valor y probar a estimular esas conexiones eléctricas con nuevos retos. Y hacerlo en el convencimiento de que eso no es la vida, que eso no es la felicidad y que eso tampoco somos nosotros. Debemos hacerlo en el convencimiento de que eso tan solo un instante, como una foto, momentos que son imágenes congeladas de la vida, de la felicidad e imágenes congeladas de nosotros mismos.

Y estamos como vinimos al mundo: desnudos.

Hay una posibilidad de cambiarlo todo, excepto cambiar el mundo. Aún existe la posibilidad de corregir una simpleza, No hablo de la posibilidad de corregir una injusticia o de salvar una vida. Hablo de nosotros mismos. Aún existe esa posibilidad. Aún puedes hacer esa fotografía y date cuenta de que la vida es mucho más, pero que también es eso, una simple fotografía que ni duele ni molesta. Pero sucede que para fotografiar debes levantarse del sofá, ir a buscar la cámara, armarte de valor e inmortalizar un instante. Y eso cuesta ¿verdad? Pues resulta que no, porque la otra opción es continuar viviendo, simplemente, mientras los dioses te observan y ríen complacidos. Y es que los dioses prefieren  a sus creyentes mansos y estáticos. Así no molestan.

Yo hace mucho que me levanté del sofá, saqué esa fotografía y comencé a cerrar y a abrir puertas. Y no me arrepiento de ninguna de ellas. Incluso de abierto puertas tras las cuales me encontré con las situaciones más nefastas.

Porque, aunque no pueda ver toda mi vida, hay instantes en que me sentí tan y tan vivo. Y eso voy a repetirlo, pero antes he de ver una fotografía.

Y es que, levantarte del sofá y mover un dedo es demasiado sencillo comparado con todo cuanto puedes obtener con esa fotografía de tu vida, obteniendo la entrada para el parque de atracciones más divertido jamás inventado.

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La letra de la canción que acompaña este texto ("Psycho Killer" de David Byrne) comienza diciendo

I can't seem to face up to the facts
I'm tense and nervous and I
Can't relax
I can't sleep 'cause my bed's on fire
Don't touch me I'm a real live wire

Parece que no puedo hacer frente a los hechos
Estoy tenso y nervioso y yo
No puedo relajarme
No puedo dormir porque mi cama está en llamas
No me toques, soy un cable real que tiene vida.

 

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