Hay personas que son de apariencia frágil, moldeadas en ese vidrio tan hermoso como peligroso al que un leve golpe de viento lo hará estallar en mil pedazos. También hay personas duras como el metal más indestructible. Las observamos, aunque no las conocemos y es esa rapidez que tenemos al etiquetar absolutamente todo, que nos hace creer que a la primera el vidrio se romperá y que por mucho que golpeamos el metal no conseguiremos ni la más insignificante de las grietas. Pero no todo es como parece. He conocido mujeres de hierro que después eran las sumisas menos capaces, con miedo de adentrarse mes allá de su zona de confort. Son mujeres de hierro que como sumisas dicen "no" a todo, ni tan siquiera se atreven a un “quizás”. Después conozco mujeres frágiles, tan frágiles que tienes miedo hasta de darles un abrazo por temor a romperlas, pero que después son las sumisas más fuertes, mes decididas, sumisas con pocos "no" y con muchos "quizás", lo quieren probar todo para saber si aquello les gusta o no, sobreponiéndose a sus miedos.
¿Entonces una persona dominada es mejor porque se atreva a todo? A los amos nos encantan las sumisas que quieren experimentar más allá de su zona de confort, sean frágiles o sean de hierro. Lo que más curiosidad me causa es esta dicotomía entre aquello que parecemos y aquello que somos. Dicen que el vidrio es el material más duro que existe porque no soporta la flexibilidad, se rompe antes de doblarse. Cuánta razón y que bonito es todo... poesía vital. Da igual si te atreves a todo o no, simplemente sé coherente con lo que muestras. Si quieres parecer valiente, sé valiente. Si tienes miedo, muéstrate cobarde. Una cosa no es mejor que la otra. Ni viceversa. Lo único que importa es ser coherente y expresarse con sinceridad. Lo único que importa es que te esfuerces y te atrevas.
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