La sumisa está arrodillada en el frío suelo. Está completamente desnuda a excepción de un collar que rodea su cuello y del que salen dos cadenas que acaban en sendas pinzas capturando sus pezones. También lleva una venda en los ojos. ¿Consideramos la venda de los ojos y el collar con cadenitas como vestuario? Imagino que no porque salir vestida así a la calle significaría salir desnuda.
La sumisa está exhausta, sudorosa y temblando de frío. Lleva más de dos horas practicando sexo oral a su amo que está sentado en el sofá. El amo se ha corrido varias veces en su boca, pero ella nunca se ha detenido, como le ordenó él antes de la sesión. Le duelen tanto las mandíbulas que imagina que cuando salga a la calle no podrá ni decir "hola". ¿Es esto lo que ella deseaba? Puede que desee mucho más, pero lo que también desea es volver a ser ella misma. Ser una sumisa desnuda y agotada, pero sentir que es una sumisa que ha recuperado el control. Demasiados años doblegándose a las voluntades de otros sin argumentar ni un reproche pero tampoco ningún deseo. Y ahora está ahí, pasando por el trámite de sentirse examinada, como en una primera entrevista de trabajo. Pero sabiendo que, antes de entrar por la puerta, el trabajo ya era suyo. Sabiendo también que en este nuevo trabajo, podrá actuar como ella es en vez de ser el muñeco de un ventrílocuo.
Confundimos la necesidad de tomar aire con la necesidad de volver a nuestra esencia. Por mucho que el buceador salga a tomar aire, sigue siendo un buceador. ¿Pero y si en vez de un buceador quieres ser una sirena? Porque por mucho que tomes aire no te convertirás en una sirena hasta que te despojes del traje de neopreno, las aletas y las gafas. ¿Y si el buceador es en realidad una sirena? Entonces solo necesita un mar cristalino donde nadar, ajena a la falta de aire o a la oscuridad del fondo del océano.
A la mujer le gustaría ver la expresión de su amo, pero sigue con los ojos vendados. ¿Estará satisfecho con ella? Se ha corrido varias veces en su boca, si, pero eso es satisfacción física, tan solo esto. Y cualquiera con una mínima habilidad puede conseguirlo.
La mujer sonríe, consciente de que este primer paso es justamente lo que había estado buscando de forma inconsciente en los últimos meses: nuevos retos, nuevas sensaciones, sentir que está nadando en un mar nuevo en vez de buceando en la misma oscuridad de siempre. ¿Y si sale mal? Si imaginas que algo va a salir mal entonces no salgas de tu cama cada mañana porque el hecho de respirar ya implica que algo puede salir mal. Todo placer nuevo trae nuevos inconvenientes. El secreto consiste en la decisión: decidir si quieres quedarte con lo conocido o arriesgarte con lo nuevo. Quizás ambos. Tampoco es una mala solución.
La mujer respira profundamente y espera a que su nuevo amo diga algo. Entonces solo escucha una pregunta que viene de él:
-¿Que es lo que más deseas, sumisa?
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