jueves, 11 de noviembre de 2021

El deseo

Solomillo Wellington

El deseo es lo que nos empuja, la realidad es lo que nos frena. Encontrar el delicado equilibrio es, una vez más, el secreto de la felicidad. Porque la realidad siempre acabará imponiendose sobre nuestros deseos. ¿Por qué? Podemos cambiar nuestros deseos, pero no podemos cambiar la realidad. Quizás transformar ciertas cosas de nuestras vidas y cambiar ciertos deseos para conseguir el éxito en algo que no es lo que esperábamos, pero que también es satisfactorio.

Soy cocinero (aunque no ejerzo) y encontrar el punto perfecto del solomillo Wellington es un prodigio solo al alcance de unos pocos privilegiados con suerte. Mi deseo es encontrar el punto perfecto del solomillo Wellington no obstante mi realidad, traducida en mis capacidades culinarias o en mi horno, hacen que ese deseo rara vez se cumpla. Quizás debería reducir mis expectativas, alejar el hojaldre de la ecuación e intentar cocinar un solomillo de cerdo al horno. ¿Estará rico? Mucho. ¿Es un solomillo Wellington? No. He rebajado mi deseo porque mi realidad es la que es. He conseguido el éxito basándome en no ser tan ambicioso como Napoleón levantándose una mañana y queriendo conquistar todos los territorios del globo terráqueo.

Curiosidad: el solomillo Wellington debe su nombre a Arthur Wellesley, también conocido como Duque de Wellington quien comandaba las tropas anglo-portuguesas que derrotaron a Napoleón en la batalla de Waterloo y que significó el fin del pequeño conquistador.

Curiosidad 2: Napoleón medía 1,68. Los españoles en esa misma época medíamos de media 1,62. ¿Por qué le llamábamos el pequeño conquistador?

Volvamos al turrón: ¿debo renunciar a mis deseos únicamente porque resulta casi imposible lograrlos? Por supuesto que no. Quizás lo que deberíamos hacer es tener deseos de 1a, 2a y 3a división. Lograr unos y fracasar en otros. Comer solomillo de cerdo hasta que seamos capaces de encontrar el punto perfecto del solomillo Wellington.

Renunciar a la perfección nunca. Buscar solo la perfección, tampoco. Renunciar al deseo, nunca,

¿Y cómo traducimos es en el mundo BDSM? Siempre he dicho que el BDSM no es humillar, golpear o gritar. Puede serlo pero no es únicamente eso. BDSM también puede ser un escenario donde intentar llevar a cabo ciertos deseos que, en otros escenarios, nos conducirían al fracaso. Porque el BDSM es el mejor teatro del mundo. Y está solamente en nuestra cabeza. Se define el BDSM como una práctica de sexualidad alternativa. No sé si estoy muy de acuerdo con eso, pero aprovechad esta definición para construir vuestro teatro.

Renunciar a la perfección nunca. Buscar solo la perfección, tampoco. Renunciar al deseo, nunca,


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