Mi segundo texto sobre la mente humana comienza donde acabó el anterior: la mente humana es un mecanismo de una perfección inusitada, pero preferimos infrautilizarla (o utilizarla de forma errónea) porque eso nos humaniza. Hacernos el idiota nos permite vivir tranquilamente, ya que pensar mucho, además de generar debate, es más cansado.
Me sugirieron que escribiese sobre la mente humana y me he dado cuenta de que, en ese primer texto, hablé tan solo del cerebro. De un órgano. ¿Qué diferencia hay? Acudo una vez más al diccionario de la Real Academia y entonces me explota la cabeza. Os mostraré visualmente el motivo:
Así pues, la mente es la potencia intelectual del alma. Lo cual confirma que hay barra libre de marihuana entre los académicos de la lengua. Es una definición que más bien parece el título de un libro de autoayuda: "la mente, la potencia intelectual del alma" y en la portada la sugerente imagen de un cerebro dentro de una pirámide y una pegatina que diga "5a edición, 200000 ejemplares vendidos".
Así pues, obviaré esta lisérgica primera definición y procederé con la segunda: "designio, pensamiento, propósito, voluntad". Un cóctel de palabras que resulta lo más parecido a proceder a la caza del mosquito tigre con una escopeta de perdigones y unas gafas mal graduadas. Aunque dentro de ese totum revolutum que es la segunda acepción hay una palabra con la que me siento confortable: "pensamiento". Nuestra mente es nuestro pensamiento. Definitivamente me gusta, que diablos.
Y llegando a la tercera definición (propia de la psicología) es cuando acertamos en la diana. Porque eso pretende esta serie de textos sobre la mente humana: el abordar el tema desde un punto de vista psicológico.
La diferencia entre la psicología y la psiquiatría es tan simple como la diferencia entre un masajista y un cirujano. Puede que ambos te ayuden con tu problema de espalda, e incluso puede que tu problema solo requiera de uno de ellos. ¿Pero quién quiere que le abran en canal cuando pueden simplemente tocarle? Olvidémonos pues de la psiquiatría (a pesar de nuestra devoción por Hannibal Lecter) y quedemos en ese terreno más sugerente e intangible que es la psicología.
¿Qué tiene de fascinante la mente humana? Desde mi punto de vista lo tiene absolutamente todo.
Como practicante de BDSM desde hace más de 35 años (que se dice pronto) siempre he pensado que la mente humana (la propia y las ajenas) es el artefacto más fascinante con el que me enfrentaré jamás. Y eso que es invisible a nuestros ojos. ¿Cómo es que alguien puede sentir tanto placer con el dolor que llegue a orgasmos incontrolados? La maldita dopamina tiene la culpa, ya hemos hablado de eso antes en este blog. Un proceso químico, claro. Pero volvamos al romanticismo: ¿por qué tú tienes orgasmos con el dolor y yo no? Sabemos como se desencadenan esos procesos químicos, sin embargo, sigue siendo un misterio el porqué sucede a unos y a otros no. Ya puede venir el mejor neurocirujano del mundo a declararme que sucede porque la construcción de cada cerebro es diferente. Eso es de lógica pura, pero descartaré la ciencia y continuaré anclado en el romanticismo para no toparme con una realidad donde todo cuanto sucede es porque somos moléculas interactuando de forma aleatoria.
Y esta es la reflexión de este segundo texto: todo tiene una explicación científica. ¿Pero es necesaria? Prefiero pensar que cada mente es diferente por ese libre albedrío que alguna deidad nos otorgó para, después, contemplarnos divertido desde su Olimpo. Me gusta escribir y como consecuencia de ello prefiero fantasear con que algunas cosas suceden porque alguien maneja los hilos tanto a la hora de empujarnos como a la hora de quitar los ruedines de nuestra bicicleta. Somos libres de actuar hasta que algo se interpone en nuestro camino, ya sea una inexistente deidad, ya sea eso que llaman "destino" o bien sea el autobús número 15. Fuera de todas estas excepciones: somos libres, nuestra mente es libre.
La mente humana es el elemento más apasionante del que disponemos y si te dejas convencer de eso entonces verás a las personas de manera diferente a como las ves. Se abrirá la ventana de par en par permitiendo el paso de una luz casi cegadora que nos descubrirá las infinitas posibilidades que tenemos frente a nosotros. Obviemos pues la cultura de lo visual y adentrémonos en el mundo de intelecto.
¿Y no se trata de eso precisamente cuando hablamos de la mente humana? El mundo del intelecto, de lo intangible, de lo impredecible... casi un imposible. Por eso es tan fascinante.
Y para cerrar este segundo texto (que no será el último) me gustaría dejar caer una bomba a modo de reflexión: los que de esto saben dicen que el cuerpo humano es la máquina más perfecta que existe, tan perfecta que es imposible de reproducir de forma mecánica. Una máquina formada de muchas otras máquinas donde el cerebro es quizás la más perfecta de todas. Entonces, si nuestra mente es fruto del ingenio más perfecto jamás antes creado ¿por qué nos ahogamos en un vaso de agua cuando perdemos el móvil o nos duele una muela? ¿Por qué preferimos mirar una película de Netflix a hablar con nuestra pareja de lo desastrosa de nuestra relación? ¿Por qué queremos colarnos en la cola de la panadería o robamos, o mentimos, o matamos...?
No tengo la respuesta, quizás a eso debería responder la psicología... o la psicóloga.
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