"Doce hombres sin piedad" (Sidney Lumet, 1958) |
¿Realidad o curiosidad? Es la primera pregunta que aparece cuando una persona comienza a hacer (más) preguntas (de las habituales) sobre BDSM. La mayoría son personas ajenas al mundo BDSM, pero la curiosidad mató al gato y también mató al miedo. Pero resulta que preguntar es la lógica: quien conoce no necesita preguntar.
También es verdad que alguna de estas personas son dominantes o dominantes sin saberlo, porque nunca lo han intentado. ¿Cómo reconocer si realmente eres quien quieres ser o tan solo se trata de curiosidad? No hay forma de saberlo. La curiosidad nace de una necesidad (consciente o no) y las respuestas ayudan a comenzar ese proceso que consiste en convertir la fantasía en una realidad diferente (que no peor). Por eso, las preguntas siempre son necesarias, igual que las respuestas. Preguntad, preguntad y repreguntad hasta que os convenza la respuesta. En términos jurídicos la repregunta se define como una segunda pregunta que se hace para contrastar o apurar su veracidad. Pues repreguntad y también, como con los médicos, pedid una segunda opinión. Leed, cuestionad cuanto leáis, investigad la verdad... Muchas personas tienen fantasías sobre el BDSM, especialmente después de ese despropósito que significó "50 sombras de Grey" para la cultura popular. Y muchas de esas personas buscan blogs como este o personas como nosotros que les ayudemos a comprender sobre lo que leen o sobre aquello que fantasean. Pero nosotros no tenemos la respuesta sobre si son o no lo que quieren ser. Solo hay una respuesta respecto a las fantasías. ¿Serán igual cuando las transportemos a la realidad? Ahorrémonos el tiempo: NO LO SERÁN.
La realidad es siempre diferente lo que no significa que sea peor.
Si tenéis curiosidad debéis saber también una cosa: por mucho que preguntéis nunca sabréis si algo es para vosotros o no hasta que lo probéis. Pero eso no exime que preguntéis, repreguntéis y cuestionéis todo hasta que la fotografía deje de estar difuminada y la voluntad sea firme.
A no ser que vuestra voluntad ya sea firme, claro...
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