Hace poco leí una frase de la actriz Emma Watson (famosa por interpretar a Hermione en la saga de Harry Potter) donde decía en una entrevista en Teen Vogue que le fascinaba la cultura kink porque "controlan el tema del consentimiento mejor que nadie, porque en realidad no les queda más remedio"
"Me fascinado un poco la cultura BDSM porque las personas que la practican son las que mejor se comunican. Saben todo sobre el consentimiento. Manejan plenamente esta noción porque están obligados a tenerla. Todos podríamos usarlos como modelos a seguir, son modelos a seguir que realmente ayudan."
El tema del consentimiento es, con toda seguridad, el que menos conoce la gente que no práctica BDSM o, por decirlo de otra forma, es donde hay más distancia entre lo que imaginan que sucede y lo que realmente sucede.
Porque dominar no es hacerle lo que desees a otra persona, o dejarte hacer. El consenso es tan fuerte porque, como dijo la actriz, "no queda más remedio". No hay lugar para la duda o la equivocación. En una sesión no podemos hacerle a otra persona algo que no desea ni tampoco que nos obliguen a hacer algo que no deseemos.
Por eso, odio la expresión "esclava/o" para referirse a una persona dominada porque en la esclavitud no hay voluntariedad ni consenso. En la sumisión y en la dominación si. Algo tan simple como sentarte frente a otra persona, hablar y escuchar. Y no comenzar hasta que se tiene claro lo que se va a hacer. Y hacerlo, no ir nunca más allá ni salirse de los límites pactados.
En realidad, Emma Watson tiene razón, no nos queda más remedio.
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