La señora F está desnuda, a 4 patas encima de la cama de matrimonio de su casa, ella misma se ha colocado con cuidado una venda en los ojos, sonriéndose pícaramente en el espejo antes de dejar de ver. Ha anudado con fuerza el pañuelo tras su cabeza. La señora F tiene el pelo corto y negro, también tiene ojos de niña que acaba de hacer una travesura. La misma travesura que está a punto de hacer. Ha puesto la calefacción de la casa, va a estar un buen rato desnuda, lo sabe, lo desea. También ha dejado la puerta entreabierta, justo después de que el hombre que viene a usarla oprimiese el botón de su piso en el portero automático, después ha dejado toda la casa a oscuras a excepción del dormitorio, iluminado tenuemente con velas. Porque lo sucio también puede ser romántico, o viceversa.
La señora F está temblando, involuntariamente, aunque incluso ese temblor es algo agradable. Acaba de entrar en ese estado donde el miedo, el dolor, la duda o cualquier otra sensación objetivamente negativa se convierte es subjetivamente positiva. En puro placer. Ese es el poder de adoptar el rol de sumisa: entrar en un mundo donde no debe pensar en nada, donde todo es excitante. Si un cliente entrase en su establecimiento y la abofetease, posiblemente se echaría a llorar y llamaría a la policía, el trauma duraría semanas. Si su amo la abofetea ella alcanza el orgasmo.
De repente escucha la puerta de la entrada cerrarse, unos pasos en el pasillo y a su amo entrando en la habitación. En realidad no es su amo, es un amo con el que antes tuvo alguna que otra experiencia excitante. ¿Qué es lo que convierte a un amo en tu amo? ¿La continuidad? ¿El compromiso? Eso le da igual ahora mismo. Es mas, lo prefiere así, saber que esa persona, de vez en cuando, puede usarla y devolverla a una ficción donde todo parece negativo pero todo es positivo.
-Hola sumisa.
-Hola amo.
Las manos frías de su amo abren sus nalgas, seguramente está observando su culo. Ese amo (no su amo) parece obsesionado con follarle el culo. No lo ha hecho aun, estuvieron a punto, pero su culo continuó a salvo durante unos meses más. El amo escupe dentro de su culo y mete un dedo lentamente. El placer es inmenso, un placer mezclado con miedo que hace que su culo se cierre y el dedo parezca molesto, no es capaz de relajarse imaginando que ese tipo solo quiere y va a romper su culo. Lo desea pero le aterra. Y este miedo, a diferencia de los otros miedos, es bloqueante. Necesita mas tiempo.
El amo saca el dedo de su culo y lo desliza hasta su coño totalmente mojado, comienza a masturbarla. La señora F no puede evitar que los gemidos escapen por su garganta. El amo la coge con fuerza del cuello y la abofetea.
-No quiero que te corras -ordena el amo- estás en tu casa desnuda y a 4 patas para que yo utilice tus agujeros y me corra, no para que tu te corras.
Apenas puede respirar, ni hablar, la mano del amo atenaza su garganta. La señora F asiente con la cabeza.
Entonces el amo se estira en la cama y ella escucha como él baja la cremallera de su pantalón.
-Ahora haz eso para lo único que sirves, inútil.
La señora F intenta localizar el pene con sus manos, cuando lo hace lo engulle sin pensarlo. La mamada dura mas de media hora y cuando aquel hombre eyacula en su boca, la señora F sonríe sin sonreír, salta de alegría estando inmóvil y da gracias a la vida sin decir ni una palabra.
Porque ahora da igual todo.
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