miércoles, 1 de mayo de 2024

Tan suaves, tan bonitas y fuertes (relato)

 


Centímetro a centímetro entra en tu cuerpo mientras tú, inmovilizada por unos pañuelos de seda en  forma de ataduras, intentas controlar tus movimientos sin éxito. Estas completamente abierta, completamente desnuda, completamente expuesta frente a ese hombre que acabas de conocer. Una situación que nunca debería darse en aras de la seguridad. A ti eso poco puede importarte porque ese miedo, esa inseguridad, esa exposición a los deseos ajenos, es lo que te tanto y tanto te excita hasta el punto de humedecer tu sexo en una cascada de pura necesidad, una cascada donde el hombre introduce una y otra vez su pene. 

Tu cuerpo repleto de sudor, tus ojos vendados, dos pinzas presionando tus pezones y el aliento del hombre en tu oreja susurrándote todo cuanto está dispuesto a hacer contigo.

Todo cuanto habéis pactado antes.

Te retuerces, le pides que te abofetee, que te escupa, que te insulte. El hombre obedece como si el fuese tu sumiso en vez de la situación contraria.

-Adelante -gimes- mas fuerte. métela donde quieras, soy tuya.

El hombre te obedece sacando su pene de tu vagina e introduciéndolo en tu culo. Dolor, placer, deseo, culpa, liberación… todo dentro de una coctelera que se agita al ritmo de las embestidas de ese desconocido ahora en tus entrañas.

Todo exactamente como lo habíais planificado.

No puedes verle, mejor así. Tampoco es alguien que te atraiga de una forma especial. Es un hombre en apariencia anodino, vulgar, con una de esas miradas vagas que solo anticipa una conversación aburrida.

Pero cuando se cierra la puerta se convierte en un dominante, en tu amo. Se convierte en aquel que te usa y te humilla. Lo intuías, ahora lo sabes. Corriste un riesgo pero apostaste a caballo ganador. Y es eso precisamente lo que deseas. Por eso, con los ojos vendados, crees vislumbrar un brillo con una apariencia maravillosa, mientras ese hombre continua taladrando tu culo sin piedad. Ves colores y formas flotando, sientes tu corazón a rebosar de gasolina del mas alto octanaje. Aprietas los puños, las vendas de seda te impiden moverte. Tan suaves, tan bonitas y fuertes.

Como tú.


No hay comentarios:

Publicar un comentario