miércoles, 19 de septiembre de 2018

Què és el BDSM? (¿Qué es el BDSM?)

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Después de muchas entradas publicadas en este blog, he caído en la cuenta de que he intentado definir casi todo menos lo mas importante. Ese es el error de quien cree saberlo todo, que va al detalle y olvida que algunas personas necesitan una visión global. Nadie puede leer todas estas entradas para entender que es el BDSM. Porque ese ha sido mi error, siempre he dado por sentado que la gente que llegaba hasta este blog ya sabía lo que es el BDSM, quizás porque lo habían visto, leído o escuchado en cualquier otro lugar.

¿Qué es el BDSM?

Intentaré explicarlo como si frente a mi tuviese a una raza alienígena que pretende comprender a la raza humana antes de exterminarnos.

Señor Alienígena, el BDSM es una práctica que ejecutan algunas personas (alrededor del 15% de la población) donde una persona se somete a la voluntad de otra. La diferencia respecto a otro tipo de capitulaciones es que el BDSM es la única voluntaria y donde ambos ganan. A partir de eso, hay miles, millones de formas de practicar BDSM, tantas formas como personas hay en el planeta tierra. Muchos terrícolas asocian BDSM a sexo extremo, pero no siempre es así, puede que para ellos sea el paso lógico (el siguiente capítulo) pero también existen relaciones BDSM sin sexo. Es complicado de entender que, esforzándonos en cambiar la sociedad para que todos seamos iguales, tenemos una práctica donde nos empeñemos en imponernos unos sobre los otros. La clave esta en el consenso. En el BDSM ambas todas las personas actúan de la forma que desean porque así lo desean. Lo contrario sería violencia, violación, imposición, abuso, humillación, etc. y eso no es BDSM. En ocasiones utilizamos el término “abuso” o “humillación” en el BDSM pero sucede porque alguien desea que abusen de él, alguien desea ser humillado, prácticas que llevan a esa persona hasta el placer. Porque de eso hablamos señores alienígenas: de placer. Lo hacemos por placer, ya sea físico o intelectual.

Así de débiles somos los humanos.


viernes, 7 de septiembre de 2018

La sumisa insumisa

 


Hoy voy a (intentar) escribir acerca de las sumisas insumisas, un acto que no comparto (el que existan, no el escribir), supongo que porque mi condición de hombre y amo me sitúan en un terreno donde mi ego está más desproporcionado que la entrepierna de Nacho Vidal. Mi primera reacción ante una sumisa insumisa es la de un ataque a mi autoridad y eso hace que se me agolpe la sangre en las sienes impidiéndome pensar con más claridad. ¿Una sumisa insumisa? ¡Hereje! ¡Bruja! ¡Malvada!

Perdón.

Quizás este texto escrito desde la frialdad de mi particular Villa Soledad me ayude a entender ese maravilloso contrasentido que existe en el concepto sumisa insumisa. Me costará mucho pero como dijo Jack el destripador: "si no lo intentas, no lo consigues". También dijo “vamos por partes” pero ese chiste está gastado.

Desde mi subjetivo punto de vista hay dos tipos de sumisas insumisas: las que actúan conscientes de su rebelión y las que no. Las llamaré “sumisa insumisa consciente” y “sumisa insumisa inconsciente”. Bueno, he acuñado dos términos nuevos para que la sociedad siga etiquetando, asi que supongo que ya puedo morir tranquilo. Poned en mi esquela “murió con una sonrisa en la boca, el pene erecto e inventó dos nuevos términos BDSM que nadie necesita”.

Comencemos por la sumisa insumisa consciente, la que actúa como parte de un juego donde busca el castigo o busca la confrontación. ¿Mi opinión? Me parecen unos seres despreciables que merecen morir en la hoguera entre terribles sufrimientos. Si se les tortura antes, mejor. No hay más preguntas, señor juez (acaba de volver a hablar mi ego de amo). Si quieres jugar, cómprate una playstation y mata zombis. Yo soy amo y no contemplo los roles como una noche de carnaval. Si quieres que sea tu amo para ponerme a prueba, mejor búscate a otro. No analizaré más porque es una figura que no me interesa, nunca me ha interesado la gente así, ni en el BDSM ni en la vida.

Luego tenemos a las sumisas insumisas que se saben sumisas, pero se desconocen insumisas. Menudo lío ¿no? Son las que he bautizado como sumisa insumisa inconsciente. Esta personalidad me parece interesante pues estaríamos hablando de comportamientos anclados en el subconsciente. ¿Y qué es el BDSM si no un comportamiento anclado en el subconsciente? Quiero ser sumisa, pero mi cerebro se rebela. Voluntad contra animalidad. Lógica contra deseo. Doctor Jeckyll contra el señor Hyde. ¿Por qué actúan así? Una amiga, alguien que me empujó a escribir este artículo, me explicó lo siguiente: “Si ganas caigo como una gata, pero si no ganas no finjo absolutamente nada. No puedo fingir la sumisión, y es difícil someterme. Entonces en todo ese proceso, o si ya estoy sumida y la cagas en algo, me salgo del papel y me cabrea pues no finjo y me rebelo”. Es una reflexión interesante de alguien que quiere ser sumisa, pero cuando (consciente o inconscientemente) interpreta que el amo no la entiende o no es el amo que necesita, entonces su cerebro se rebela. O por expresarlo de otra forma: si todo fluye es sumisa, pero si no fluye, surge su parte insumisa. Empatizo con un comportamiento así porque no creo que sea algo buscado sino más bien la proyección de la frustración del momento, una frustración que se transforma algo real: la insumisión. Un acto inconsciente porque la sumisa desea realmente ser sumisa, no busca el juego de provocar al amo, lo único que desea es que la comprendan, que la acompañen a ese terreno donde puede ser realmente sumisa. Si eso no sucede, entonces su subconsciente acaba con lo que ha comenzado porque finaliza aquello que no debe ser. Justicia poética, en cierta manera. Creo que ahí radica el secreto de la sumisa insumisa, es alguien profundamente intelectual que no acepta la mediocridad en un proceso tan intenso y emocional como es el ser dominado. Y se rebela.

Stephen King, respecto a nuestros monstruos, dice “cuando hablamos de la monstruosidad, estamos expresando nuestra fe y creencia en la norma y guardándonos del mutante”. ¿La sumisa insumisa debe obviar la norma y continuar siendo insumisa? ¿Debe soltar el monstruo o guardarlo dentro de ella? En el caso de la sumisa insumisa consciente, podría retener el monstruo en pos de la concordia, pero su egoísmo la mueve al terreno donde resulta más divertido retar al amo que disfrutar siendo sumisa. Un terreno donde su "yo" será siempre más importante que el resto. ¿Qué hacer? Vosotros haced lo que os plazca, yo la apartaré con un palo y continuaré mi camino. En lo que respecta a la sumisa insumisa inconsciente, está claro que el monstruo, ese Hulk, ese Mr. Hyde o ese hombre lobo, surgen como parte del momento (la ira, el deseo, la luna…) y no puede controlarlo. Ahí es donde hay un trabajo que hacer porque si no es consciente de su rebeldía y la sumisa me parece interesante, entonces estoy obligado (si: "obligado") a poner todos mis sentidos para comprenderla, para entender que necesita y mantener la bestia a salvo, debo conocer aquello que la saca de su papel de sumisa y debo evitarlo a toda cosa. Requiere un sobreesfuerzo, pero merece la pena.

De todas formas, ambas sumisas son un reto. Y no deberíamos aceptar según que retos si no estamos dispuestos a luchar, por mucho que esas sumisas nos atraigan. Caer en la trampa de imaginar que una sumisa es insumisa por algo secundario es caer en la misma trampa que ver a Messi jugar a fútbol e imaginar que parece tan sencillo que podemos hacer lo mismo.



Pd. Cuando en el texto hablo de amos y sumisas, me refiero a dominados y dominantes, sean del género que sean. La mayoría de las veces utilizo el género masculino para el dominante (amo) y el femenino para el dominado (sumisa) porque esa es mi realidad y olvido otras realidades. No obstante, la mayoría de mis textos son aplicables a cualquier género. Es más, estoy convencido de que, por lo primitivo del cerebro masculino, existen más sumisos insumisos que sumisas insumisas (especialmente del tipo “sumisos insumisos conscientes”).

 

jueves, 6 de septiembre de 2018

Aftercare

 God save the Keen — I have a prompt idea for you whenever you have the...

¿Qué es el aftercare en el BDSM? Mi respuesta sería: el concepto “aftercare” es otra de esas tontas etiquetas en inglés que utilizamos para definir algo que ya conocemos, solo que transportándola a un espacio “normativo” o “moderno”. Etiquetas aparte, el aftercare es algo que debería suceder siempre al acabar la sesión, un momento donde ambos se ocuparán del bienestar del otro, tanto a nivel físico como intelectual. Algo así como quitarse las máscaras y preocuparse del otro al margen de los roles. Cuando digo que el aftercare es tanto físico como intelectual, me refiero al contacto físico o al contacto emocional. Una sesión de BDSM desgasta, puede agotar tanto en el ámbito físico como en el intelectual, incluso pueden darse conflictos que no se resolverán durante la sesión (por la dinámica, por los roles impuestos o por el contexto). El aftercare debería solucionar eso (o parte de eso). Descansar, curarse las heridas, charlar de la sesión, cuidar el uno del otro, etc. Muchos creen que en ese momento aftercare solo es el amo quien se encarga de “curar” tanto física como emocionalmente a la sumisa pero no es así, en realidad es una vuelta a la “normalidad” para ambos roles. Si nos quitamos las máscaras, nos las quitamos los dos. Hay quien asegura que el aftercare debería suceder, incluso, después de ducharnos y vestirnos, sin ninguna parafernalia BDSM a la vista y lejos de la mazmorra. O por decirlo de otra manera: alejándonos de todo aquello que nos recuerde la relación dominante/sumiso que sucedió poco antes, intentando igualar posiciones. Otros dicen que el aftercare es únicamente emocional. De nuevo estamos poniéndole puertas al campo: ¿Qué importa que el aftercare incluya lo físico o solo lo emocional? El concepto con el que deberíamos quedarnos es que, después de una sesión, debemos volver a la normalidad, de igual a igual, hablando de lo sucedido, limpiando cualquier rastro de malentendido, trauma o problema no resuelto durante la sesión, limpiando cualquier rastro de conflicto, por pequeño que sea, que arrastraríamos hasta la siguiente sesión, teniendo cuidado de no caer en la sobreprotección (por parte del amo), siendo completamente sinceros y exponiendo nuestras emociones al margen de cualquier rol.

Cuidar de las personas, tan sencillo como eso

domingo, 2 de septiembre de 2018

Gaudir, o no gaudir, aquest és el dilema (Disfrutar o no disfrutar, ese es el dilema)

 tienes que conocer y disfrutar

Està tombada al meu costat, estem al meu llit, nusos tots dos. Les seves mans cobreixen el seu sexe, gairebé tancant el pas a les meves mans. Només puc accedir als seus mugrons que estiro amb força mentre ella gemega. Entre els seus dits sosté una diminuta bala vibrador que s'apropa al seu clítoris, gairebé sense tocar-ho, fregant-ho. Jo no sé com fer-ho, encara, però ella porta tota la vida jugant amb el seu propi sexe, gemegant i retorçant-se. No reconec la seva cara, és l'expressió d'una altra persona que em sembla aliena. Com si no hagués d'estar aquí, en aquest moment. A pesar que som dos, em limito a observar-la gaudir i intentar endevinar si gaudeixo jo amb el seu gaudir. I no conec la resposta, m'agrada que ella gaudeixi perquè entenc que la vida és gaudir, però a mi també m'agradaria gaudir i no sé com, ni tan sols se si puc. I és que som massa iguals per compenetrar-nos, fins i tot per penetrar-nos perquè tots desitgem penetrar a l'altre. Som dos imants del mateix pol que quan s'acosten massa, es repel·leixen. Tant de bo fos diferent, però mirant-la gaudir, sento que estic de més. Ella vol que estigui, entenc que part del seu gaudir és que la vegi gaudir però, tot i això, el món segueix sent imperfecte.


Está tumbada a mi lado, estamos en mi cama, desnudos. Sus manos cubren su sexo, casi cerrando el paso de las mías. Solo puedo acceder a sus pezones que estiro con fuerza mientras ella gime. Entre sus dedos sostiene una diminuta bala vibrador que acerca a su clítoris, casi sin tocarlo, rozándolo. Yo no sé hacer eso, aun, pero ella lleva toda la vida jugando con su propio sexo así que ya conoce como hacerlo, gimiendo y retorciéndose, no reconozco su rostro, es la expresión de otra persona que me parece ajena. Como si yo no debiera estará ahí, en ese momento. A pesar de que somos dos, me limito a observarla disfrutar e intento adivinar si yo disfruto con su disfrute. Y no conozco la respuesta, me gusta que ella disfrute porque entiendo que la vida es disfrutar, pero a mí también me gustaría disfrutar y no sé cómo, no sé ni tan siquiera si puedo. Y es que somos demasiado iguales para compenetrarnos, incluso para penetrarnos porque ambos deseamos penetrar al otro. Somos dos imanes del mismo polo que al acercarse demasiado, se repelen. Ojalá fuese diferente, pero viéndola disfrutar, siento que estoy de más. Ella quiere que esté, entiendo que parte de su disfrute es que la vea disfrutar pero, incluso así, el mundo sigue siendo imperfecto.