domingo, 21 de abril de 2019

Un mundo repleto de diferentes sensibilidades (Un món ple de diferents sensibilitats)

Arte BDSM – Dieckster.com

En un mundo repleto de diferentes sensibilidades, formas y maneras, resulta (casi) imposible que salga perfecta una primera sesión de BDSM con alguien que has conocido por vez primera. La timidez, las dudas, la falta de confianza, el desconocimiento del otro, etc. hace que esa primera sesión, aunque pueda ir bien, nunca sea perfecta. Porque somos diferentes a los demás pero también diferentes a cuanto imaginamos que son los demás.

Aunque hay excepciones.

Son esas ocasiones en que el milagro sucede y, pese al total desconocimiento del otro, las cosas fluyen, las energías se modulan en la misma frecuencia y, a pesar de ser diferente de cuanto habías imaginado, la sesión acaba pareciéndote perfecta. De repente, te das cuenta de que esa persona es especial. No como sumisa sino como persona. No como una parte sino como un todo. Deseas volver a verla para dominarla, pero también deseas volver a verla aunque nunca más fuese tu sumisa. Una conexión que, cuando poner en marcha el motor, te conduce por caminos más lejanos y emocionantes de lo que habías imaginado. Un todo, compuesto de fantásticas partes.

Y es que, en ocasiones, olvidamos que es más importante la persona que el rol. Conoces a alguien por el rol, aunque empatizas con la persona. Y, cuando eso sucede, sucede el milagro.


En un món ple de diferents sensibilitats, formes i maneres, resulta (gairebé) impossible que surti bé una primera sessió de BDSM amb algú que has conegut per primera vegada. La timidesa, els dubtes, la manca de confiança, el desconeixement de l'altre, etc. fa que aquesta primera sessió, encara que pugui anar bé, mai sigui perfecta. Perquè som diferents dels altres però també diferents de tot allò que imaginem que són els altres.

Tot i que hi ha excepcions.

Són aquestes ocasions en què el miracle succeeix i, malgrat el total desconeixement de l'altre, les coses flueixen, les energies es modulen en la mateixa freqüència i, tot i ser diferent de tot allò que havies imaginat, la sessió acaba semblant perfecte. Tot d'una, t'adones que aquesta persona és especial. No com submisa sinó com a persona. No com una part sinó com un tot. Voleu tornar a veure-la per dominar-la però també vols tornar a veure-la tot i que mai més fos la teva submisa. Una connexió que, quan posa en marxa el motor, et condueix per camins més llunyans i emocionants del que havies imaginat. Un tot, fet de fantàstiques parts.

I és que, de vegades, oblidem que és més important la persona que el paper. Coneixes a algú pel paper, tot i que empatitzes amb la persona. I, quan això succeeix, succeeix el miracle.

martes, 16 de abril de 2019

Cenando (relato)

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Sus rubios cabellos, enroscados en un rizo casi imposible, caen sobre sus hombros. Lleva un hermoso un vestido negro, ceñido y por debajo de la rodilla, de manga y cuello altos. Medias negras. Botas negras. La buscada oscuridad, sumada a la noche, contrasta con su piel blanquecina, con su pelo rubio y sus ojos brillantes. Vuelvo a observarla, sentados en la terraza de un restaurante.

Ha caído la noche y un gato, escondido en la oscuridad del jardín, maúlla suplicando para que algún bondadoso comensal se apiade de él y le lance un poco de comida. Nadie lo hace porque nadie consigue ver al animal.

Lo que sí pueden ver es la hermosa mujer rubia que está sentada frente a mí. Compartimos una botella de vino, dándonos a probar los platos que hemos pedido. Comiendo, bebiendo, no puedo despegar mi vista de ese ángel recién caído del cielo que, poco antes, habían sido el diablo más perverso y sumiso del mundo. La perversión no es un defecto. O no lo es en el mundo que nos ha tocado compartir. Nunca he visto un ángel tan dispuesto a todo, tan servil, que disfrutase tanto con todo. Es como una de esas esponjas casi resecas que caen a un cubo de agua y comienzan a hincharse, absorbiéndolo todo, vaciando el agua del cubo. Observo su rostro y me sorprendo de que ese ángel, de que ese diablo me pertenezca. Porque resulta que es mía. Su cuerpo, su voluntad también. Aunque en ese momento, en el restaurante, no es mi sumisa sino una mujer a la que me apetece escuchar, me apetece ver sonreír, comer y tocarse el pelo. Somos dos seres que se miran cada mañana en el espejo para adquirir conciencia de que continuamos ahí. Dos personas que encendemos el televisor para encontrar una voz que nos acompañe. Somos dos solitarios destinados a encontrarse porque no sabemos mentir cuando aseguramos que hemos aprendido a estar solos.

Observo a mi alrededor, en las otras mesas hay parejas, también un grupo de cuatro mujeres que parecen profesoras porque hablan de sus alumnos. No somos demasiado en el restaurante, estamos todos en la terraza, junto al jardín, al abrigo de unas estufas que un amable camarero ha colocado en hilera junto a nosotros. Una especie de fuego que nunca acaba de arrancar, centellea a nuestro lado. Observo a mi sumisa y comprendo que todos somos muchas cosas y que ninguna de ellas se ven a simple vista. Si consigues escarbar en la tierra húmeda con tus dedos y beber del manantial que estaba escondido, entonces eres la persona más afortunada del mundo. Aunque no tengas sed.

Aún no he escarbado toda la tierra, no tengo prisa. Observo a mi sumisa, sonreír de forma tímida, y creo que es la mujer más hermosa que he visto antes. Y, además, es mía.

lunes, 15 de abril de 2019

Sentir Vs pensar

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Enfrentarte a tu primera sesión de BDSM o a una sesión por primera vez con un/a nuevo/a dominante o dominado es siempre algo que se transforma en nervios que nos atenaza el estómago. Incluso la gente con experiencia siente nervios ante una sesión con una persona nueva. Incluso cuando conoces a esa persona, tienes experiencia, pero nunca has hecho una práctica y la vas a hacer por primera vez. El desconocimiento suele transformarse en miedo.

He utilizado la palabra “enfrentarse” a posta. Porque la novedad es algo a lo que nos hemos de enfrentar. Y no siempre salimos vencedores. Hay una diferencia semántica entre “enfrontar” y “afrontar”. Nos enfrontamos frente a algo (puede ser una persona, una situación y/o algo inanimado), pero afrontar es siempre contra un enemigo o un peligro.

La persona con la que te enfrentes por vez primera no es tu enemigo, no es un peligro. Es alguien que busca lo mismo que tú e incluso puede que tenga miedos y dudas parecidos a los tuyos. En una sesión BDSM, por vez primera, nadie tiene que demostrar nada. No lo veáis como un examen ni como un concurso. La primera sesión de BDSM debe servir para crear un vinculo de confianza, comprender si esa otra persona es compatible o no con nosotros. Pero no es un examen donde hay que poner nota a las personas, a las prácticas, a las frases, a las emociones.

Si constantemente estás pensando en eso, la sesión no te funcionará. Relájate, disfruta, siente, emociónate, esfuérzate. Y una vez finalizada la sesión haz ese ejercicio retrospectivo donde puedes comprender que ha ido bien, que no ha ido tan bien o que es lo que no has comprendido. Intenta hacer esa retrospectiva con la otra persona, dialogando. Se sincero/a, se asertivo/a. Comenzar una relación BDSM basada en la mentira o el silencio sobre tus emociones, está abocada al fracaso a largo plazo.

Una sesión de BDSM no es un concurso, es una experiencia. No hay que pensar constantemente en si lo estás haciendo bien o no. Vive esa experiencia libremente y después, con la sangre menos caliente, reflexiona.


Enfrontar-te a la teva primera sessió de BDSM o a una sessió per primera vegada amb un/a nou/va dominant o dominat és sempre quelcom que es transforma en nervis que ens tenalla l'estómac. Fins i tot la gent amb experiència experimenta nervis davant d'una sessió amb una persona nova. Fins i tot succeeix quan coneixes a aquesta persona, tens experiència, però mai has fet una pràctica i la faràs per primera vegada. El desconeixement acostuma a transformar-se en por.

He utilitzat la paraula "enfrontar-se" a posta. Perquè la novetat és una cosa a la qual ens hem d'enfrontar. I no sempre sortim vencedors. Hi ha una diferència semàntica entre "enfrontar" i "afrontar". Ens enfrontem davant d'una cosa (pot ser una persona, una situació i/o quelcom inanimat), però afrontar és sempre contra un enemic o un perill.

La persona amb la qual t'enfrontis per primera vegada no és el teu enemic, no és un perill. És algú que busca la mateixa cosa que tu i fins i tot pot ser que tingui pors i dubtes semblants als teus. En una sessió BDSM, per primer cop, ningú ha de demostrar res. No ho veieu com un examen ni com un concurs. La primera sessió de BDSM ha de servir per crear un vincle de confiança, comprendre si aquesta altra persona és compatible o no amb nosaltres. Però no és un examen on cal posar nota a les persones, a les pràctiques, a les frases, a les emocions.

Si constantment estàs pensant en això, la sessió no et funcionarà. Relaxa't, gaudeix, sent, emociona't, esforça't. I un cop finalitzada la sessió fes aquest exercici retrospectiu a on pots comprendre que ha anat bé, que no ha anat tan bé o que és el que no has comprès. Intenta fer aquesta retrospectiva amb l'altra persona, dialogant. Sigues sincer/a, sigues assertiu/a. Començar una relació BDSM basada en la mentida o el silenci sobre les teves emocions, està abocada al fracàs a llarg termini.

Una sessió de BDSM no és un concurs, és una experiència. No cal pensar a tota hora si ho estàs fent bé o no. Viu aquesta experiència lliurement i després, amb la sang menys calenta, reflexiona.

  

viernes, 12 de abril de 2019

BDSM y prejuicios (BDSM i prejudicis)

 Del perreo, el BDSM y el consenso – Dime Cat

 Observemos la sumisión desde un punto de vista desapasionadamente, desde una óptica ignorante ante lo que es el BDSM. ¿Por qué nadie querría entregar su voluntad a otra persona? La pregunta cae también en el lado del dominante: ¿Por qué aprovecharse de otra persona? Como he dicho antes, serían preguntas desapasionadas hechas desde la ignorancia. ¿Por qué? Nuestras respectivas civilizaciones llevan siglos luchando contra la esclavitud, contra el abuso, contra el poder desproporcionado. Y cuando hemos conseguido (parcialmente) todo eso, entonces unas personas con razonamiento lógico, cultura y libertad, deciden volver a recrear esos oscuros tiempos donde unos seres humanos pertenecían a otros. ¿Qué sentido tiene?

Para comprenderlo necesitaremos de argumentos que vayan más allá de la perversidad de la propuesta.

En primer lugar, no estamos hablando de recrear unos tiempos ni unos comportamientos oscuros. El esclavismo contiene una característica terrible que la sumisión no tiene: la voluntad. Un esclavo no quería ser esclavo, pero lo era. Una sumisa si que desea ser una “esclava”. Un esclavista utilizaba a sus esclavos para su beneficio a costa de la voluntad ajena. Un amo utiliza a su “esclava” dentro de lo pactado, de forma consensuada y beneficio propio. Este primer argumento acerca de la voluntariedad, desmontaría esa visión de que una sumisa es lo más parecido a una esclava.

Otro de los argumentos necesarios para comprender que el BDSM es sano, aparte del consenso, es el hecho de que ambos (dominante y dominado) obtienen placer con cuanto hacen. Algunas personas creen que ser am@ es hacer lo que te dé la gana con tu sumisa en cada momento y que ser sumis@ consiste en obedecer siempre al dominante en todo, por encima de tus propios deseos o límites. Esto no es así: en el BDSM ambos deben obtener placer. Ese WIN WIN que toda negociación de éxito requiere. Si los dos no salen ganando no tiene sentido, carece de futuro. Como comprenderéis en los tiempos de los esclavistas, ese Win-Win estaba desvirtuado hasta el punto de que la vida del esclavo carecía de toda importancia. ¿Y a quién le apetece morir?

El último argumento, el más importante es el de la libertad: en el BDSM la persona dominada es libre y solo actúa como sumisa cuando se mete en un rol de forma consensuada con un dominante. Cuanto más libre, más sumis@. Recordad siempre eso.

Si no es consensuado, si hacéis cosas que no os apetecen o no os sentís libres: no es BDSM.


Observem la submissió des d'un punt de vista desapassionat, des d'una òptica ignorant davant el que és el BDSM. Per què ningú voldria lliurar la seva voluntat a una altra persona? La pregunta cau també al costat del dominant: Per què aprofitar-se d'una altra persona? Com he dit abans, serien preguntes desapassionades fetes des de la ignorància. Per què? Les nostres respectives civilitzacions fa segles que lluiten contra l'esclavitud, contra l'abús, contra el poder desproporcionat. I ara que hem aconseguit (parcialment) tot això, llavors unes persones amb raonament lògic, cultura i llibertat, decideixen tornar a recrear aquests foscos temps a on uns éssers humans pertanyien a uns altres. Quin sentit té?

Per comprendre-necessitarem arguments que vagin més enllà de la perversitat de la proposta.

En primer lloc, no estem parlant de recrear uns temps ni uns comportaments foscos. L'esclavisme amaga una característica terrible que la submissió no: la voluntat. Un esclau no volia ser esclau, però ho era. Una submisa sí que desitja ser una "esclava". Un esclavista utilitzava als seus esclaus per al seu benefici a costa de la voluntat aliena. Un amo utilitza al seu "esclava" dins d'allò que s'ha pactat, de forma consensuada i benefici propi. Aquest primer argument sobre de la voluntarietat, desmuntaria aquesta visió que una submisa és allò semblant a una esclava.

Un altre dels arguments necessaris per comprendre que el BDSM és sa, a banda del consens, és el fet que tots dos (dominant i dominat) obtenen plaer amb tot allò que fan. Algunes persones creuen que ser am@ és fer tot allò que et doni la gana amb la persona dominada en tot moment i que ser sumis@ consisteix a obeir sempre al dominant en tot, per sobre dels teus propis desitjos o límits. Això no és així: en el BDSM tots dos han d'obtenir plaer. Aquest  WIN WIN que tota negociació d'èxit requereix. Si tots dos no surten guanyant, no té sentit, no té futur. Com comprendreu en els temps dels esclavistes, aquest Win-Win estava desvirtuat fins al punt que la vida de l'esclau no tenia tota importància. ¿I a qui li ve de gust morir?

L'últim argument, el més important és el de la llibertat: al BDSM la persona dominada és lliure i només actua com submisa quan es fica en un paper de forma consensuada amb un dominant. Com més lliure, més submis@. Recordeu sempre això.

Si no és consensuat, si feu coses que no us vénen de gust o no us sentiu lliures: no és BDSM.

lunes, 8 de abril de 2019

Puta y sumisa, sumisa y puta (Relato)

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La ordené que me esperaré cerca de su casa, en una zona sin casas a las afueras del pueblo, un desangelado lugar sembrado de pinos y contenedores de basura. No era el escenario ideal, pero era el mejor que pude imaginar para el propósito de cuanto íbamos a hacer. Esa orden escondía otra: debía ir vestida lo más extremada posible, entendiendo "extremada" como" breve". Soy consciente de que este tópico de que una mujer es más deseable cuanto más desnuda esté, funciona en los relatos y en el imaginario masculino más antiguo y retrógrado. No lo hice por eso: simplemente quería que estuviese incómoda. A medianoche y exhibida a las afueras de su propio pueblo. Ese tipo de incomodidad que sé que excita a mi sumisa en la misma medida que rechaza. Me gusta colocar un diablo en uno de sus hombros y un ángel en el otro para que se dé cuenta de que ambos (y ninguno de los dos) tienen razón. Pero resulta que mi sumisa es más valiente de lo que ella misma imagina. Cuando llegué con el coche distinguí prontamente su figura. Ahí estaba, con una falda corta, medias negras, tacones y una especie de jersey con un gran escote. La melena rubia y rizada caía sobre sus hombros e, incluso en la noche, pude adivinar el reflejo de esos ojos donde me enamora verme reflejado. Al ver acercarse un coche, mi sumisa dio dos pasos hacia atrás, escapando a la luz de la farola, escondiéndose en las sombras como si eso pudiese protegerla. Llegue a su altura y bajé la ventanilla de mi coche. Ella se acercó y su semblante pareció relajarse al verme.

-Buenas noches -dije.

-Hola -contestó ella.

La orden había sido clara: debía esperarme en un lugar donde podría esperar una prostituta a sus clientes, vestida de prostituta y actuar conmigo como tal, haciendo ver que era un cliente que veía por primera vez en su vida.

Al agacharse y apoyarse en mi ventanilla pude ver, a través de su escote, que no llevaba ropa interior. Buena puta, mejor sumisa. Porque eso es lo que quería que fuese esa noche: una puta. El idioma castellano nos permite decirlo de mil formas: prostituta, ramera, cortesana, meretriz, buscona, fulana, furcia, pupila, buscona, pelandusca, zorra y mil más a cuál más desafortunada.

Escogí la palabra que a ella menos le gustaría: puta. También podría haber escogido “zorra”, se que eso le hubiese dolido. Pero si utilizaba “puta” ella no podría protestar porque es en lo que se acababa de convertir.

-¿Cuánto? -pregunté.

-Veinte euros una mamada, treinta por follar -contestó ella.

Había hecho los deberes, que buena sumisa.

-Una mamada -dije yo- pero sin goma. Y quiero correrme en tu boca.

-Eso te costará diez euros más.

Desde luego había estado estudiando para sacar nota. Estaba metida en su papel. Aun temblando de frio, pero en su papel. La primera vez que le hablé del emputecimiento, ella negó con la cabeza al entender que quería que tuviese sexo con otro hombre por dinero. La saqué de su error, el emputecimiento también puede ser una forma de fantasía donde solo caben el amo y su sumisa. Una fantasía donde fingen no conocerse y actúan como cliente y meretriz. Ella sonrió al comprender lo que yo quería y asintió.

De eso hacía una semana.

-De acuerdo, sube -dije.

Preferí no alargar la conversación. Allí en las afueras del pueblo, era improbable que nadie pudiese vernos. Pero tampoco debía jugar con esa posibilidad porque era lo que mas le incomodaba a ella y, de momento, lo estaba haciendo bien.

Subió en el coche y le pregunté donde ir. Ella me indicó un descampado a poco menos de dos kilómetros, junto a la autopista. Durante el trayecto no dijimos nada. Como dos desconocidos a los que solo une una transacción mercantil. Por la forma de retorcer su bolso, supe que estaba mas nerviosa que en otras ocasiones. Éramos amo y sumisa desde hace un tiempo, habíamos hecho cientos de cosas en decenas de sesiones, pero ahora, ella mostraba la cara mas deliciosa de la timidez, de la duda, del desconocimiento. O eso o estaba metida en su papel de forma tan perfecta que merecía ganar un Oscar de Hollywood.

Llegamos al descampado, aparqué y comencé a bajarme los pantalones.

-Los treinta euros antes que nada -dijo ella.

Oscar de Hollywood, sin lugar a dudas.

Saqué un billete de treinta y se lo tendí. Después le enseñé otro de diez.

-Diez euros mas si te lo tragas.

Ella fingió expresión de fastidio, pero me arrancó el billete de las manos. Se había tragado mi semen muchas veces antes, pero ahora, en aquel momento, mi sumisa había comprendido lo que significaba sumergirse por completo en un rol. Y lo estaba haciendo de maravilla. No era solo un chapuzón, sino que se había lanzado al agua y estaba buceando hacia las profundidades. Incluso cuando comenzó a chuparme la polla, lo hacía de manera diferente a lo habitual. En nuestras sesiones le había enseñado como hacerlo. O mejor dicho, como me gusta a mí que me lo hagan. MI sumisa había aprendido poco a poco y, con el tiempo, se había convertido en la perfección succionadora. Aunque ahora, metida en su papel de prostituta, mostraba cierta mecánica que era diferente a cuanto habíamos experimentado antes. ¿Y si el hecho de pagarle porque me chupase la polla la había enfadado? Apreté su cabeza con fuerza para hundir mi pene en su garganta, ella tosió y se liberó de mi mano. Después dejó de chupármela y me lanzó una mirada cargada de odio.

-No vuelvas a hacerlo, pagar no te da derecho a eso.

Muchas veces antes, durante las sesiones, la había ahogado con mi pene hasta hacerla llorar, toser e incluso vomitar. Y siempre había obedecido sin rechistar. Pero ahora rechazaba eso, completamente fagocitada por su papel.

Continuó chupando hasta que no pude retrasarlo más y exploté en su boca. Ella continuó chupando unos segundos más (ese minuto de oro que todo hombre sueña), limpiando los restos con su lengua. Después me miró, abrió su boca y me enseñó que se lo había tragado todo.

Volví a dejarla en las afueras del pueblo, sin cruzar palabra, solo un adiós, tan frío como la noche misma, para la mejor de las sumisas.

viernes, 5 de abril de 2019

La primera sesión

 


Muchas personas sienten dudas ante la primera sesión BDSM (de su vida). Algunas veces retrasan comenzar en el BDSM un día tras otro porque ese "dejarlo para mañana" les hace continuar seguras ante el lógico temor a lo desconocido. O temor a los desconocidos. Incluso hay personas quienes, deseando tener esa primera sesión, fijan una fecha (con la otra persona) donde forzosamente deben transcurrir demasiados días que creen que la ayudarán a armarse de valor. Estén equivocados o no, es una reacción lógica: retrasamos la visita al dentista o al banco porque sabemos que nos darán malas noticias. Continuar un día más viviendo en la inocente ignorancia, nos proporciona felicidad. El ser humano funciona así. Todo lo que no esté dentro de la zona de confort de las cuatro paredes de nuestra casa y nosotros mismos, nos da miedo. Nuestra autoestima baja a niveles peligrosos y todo lo que no sea lo conocido, nos aterra. Y a cada día que pasa, ese sentimiento se acrecienta, cada vez tenemos más miedo a lo desconocido, cada vez estamos mas inseguros ante los demás.

Pero la primera sesión ha de suceder tarde o temprano porque hemos de bajar a la realidad nuestros planes o fantasías. ¿Qué sucederá en esa primera sesión? ¿Me dolerá? ¿Estaré a la altura? ¿Y si me bloqueo? ¿Y si no quiero más sesiones? Debéis confiar en la persona que tenga experiencia o confiar en vosotros mismos. Debe ser la intuición quien os dicte que cuanto suceda puede manejarlo la otra persona. 

¿Qué sucederá en esa primera sesión? Cuanto hayáis pactado. ¿Me dolerá? Si no quieres que te duela, pon limites al dolor y no sucederá porque nada ha de dolerte si ese no es tu deseo. Puede que, en algún momento, la brusquedad se transforme en dolor, pero es soportable. ¿Estaré a la altura? Nadie te pide que ganes un concurso, si te esfuerzas, por supuesto que estarás a la altura de la otra persona aunque tu inseguridad te dicte que nunca estará a tu altura ¿Y si me bloqueo? Pues la sesión se detiene (¡ventana!), laas personas se relajan y charlan sobre lo que ha sucedido. El bloqueo es habitual, hay que aprender a manejarlo, comprender los motivos. ¿Y si no quiero más sesiones? Que sencilla es la respuesta: no las tengas. Todo en BDSM ha de ser consensuado así que si no quieres continuar, no lo hagas. Y eso no es un fracaso. El haber intentado salvado tus miedos y tus inseguridades y haber ido a esa primera sesión es el éxito.

No tengáis miedo, confiad en la persona con experiencia, dejaos llevar, relajaos. Todo será más sencillo y placentero de lo que habéis imaginado. La primera sesión es una gran experiencia, un momento para recordar. No lo estropeéis antes de haberlo intentado. Que vuestras inseguridades no secuestren vuestra voluntad.

La unica forma de abrir la mente es romper con ciertas partes de nosotros mismos.

martes, 2 de abril de 2019

La sumisa (relato breve)

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Su cuerpo era joven, un hermoso rostro enmarcado en una larga melena rubia, dorada y también rizada. Su cuerpo era el propio de alguien de su edad (veintipocos años) quien, además, se cuidaba. Era una muchacha delgada pero su estómago era poderoso, hermoso, quizás lo más hermoso de ella. Sus piernas eran finas, perfectas. Su sexo, siempre depilado, se convirtió en la quintaesencia de la creación, invitando a ser penetrada, besada, lamida o comida sin los excesos del tomillo o del orégano porque cuando algo es maravilloso, cualquier especie sobra. Observaba su sexo y solo deseaba hundir mi cabeza en él. Por detrás, su culo tenía la forma que mis manos siempre han buscado, aun firme, del tamaño ideal. Entrar en él, mi nada oscuro deseo. Los labios de su vagina se dibujaban por detrás de forma hermosa, creando un triángulo maravilloso (sus nalgas, su sexo, su ano). Sus pechos eran grandes, firmes, separados, con un pezón grueso que también invitaba a morder, pinzar, lamer, besar. Su estómago era fantástico, convirtiendo las formas de una muchacha en una poderosa. Desnuda, frente a mí, era el animal más hermoso que había visto nunca. Y era mía, mi propiedad.


El seu cos era jove, un bell rostre emmarcat en una llarga cabellera rossa, daurada i també arrissada. El seu cos era el propi d'algú de la seva edat (vint-i-pocs anys) qui, a més, es cuidava. Era prima però el seu estómac era poderós, bell, potser el més bonic d'ella. Les seves cames eren fines, perfectes. El seu sexe, sempre depilat, va esdevenir la quinta essència de la creació, convidant a ser penetrada, besada, llepada o menjar sense els excessos de la farigola o l'orenga perquè quan alguna cosa és meravellosa, qualsevol espècie sobra. Observava el seu sexe i només desitjava enfonsar el meu cap a ell. Per darrere, el seu cul tenia la forma que les meves mans sempre han buscat, ferma, de la mida ideal. Entrar-hi, el meu fosc desig. Els llavis de la vagina es dibuixaven per darrere de forma bella, creant un triangle meravellós (les seves natges, el seu sexe, el seu anus). Els seus pits eren grans, ferms, separats, amb un mugró gruixut que també convidava a mossegar, pinçar, llepar, besar. El seu estómac era fantàstic, convertint les formes d'una noia en una poderosa. Nua, davant meu, era l'animal més bonic que havia vist mai. I era meva, la meva propietat.