A ella le gusta ser humillada, no solo le gusta sino que lo necesita. Una humillación que nace de la voluntariedad del sometimiento a otro. En nuestra vida, en ocasiones, recibimos humillaciones que nos hacen bajar la cabeza y apretar los dientes o comenzar a sacar vapor por nuestros oídos cual olla exprés. Pero la humillación que ella necesita es la que la obliga a estar desnuda y arrodillada mientras el hombre la menosprecia, le tira del pelo, la arrastra, la usa, la insulta, la golpea... una humillación que, a diferencia de la no buscada, esta humillación hace que su entrepierna se moje y la mujer aúlle como la perra que desea ser. ¿A quien podría confesarle eso? A casi nadie. Por eso necesita que quien vaya a humillarla entienda lo que significa esa humillación para ella.
En la vida, si alguien nos humilla, perdemos la respiración. Pero ella, cuando ejerce de sumisa, si alguien la humilla, es como salir al aire libre y dar una bocanada de aire fresco. Ese aire helado que nos quema por dentro pero también nos renueva. Nos hace sentir vivos.
Perra y humillada. Algo que fuera de contexto es una sinrazón cercana a lo insalubre pero que, cuando es sumisa, se convierte en la gasolina que le permitirá seguir unas semanas mas recordando la ultima vez que sucedió, aguardando la próxima vez...
La teoría de que no vivimos el presente sino que rebuscamos en el pasado para teorizar sobre el futuro de las cosas, olvidándonos del ahora... es la realidad de casi todos. Mi realidad, tu realidad y la realidad de ella, también la realidad del resto. ¿Cómo conseguir vivir el presente? Encontrando algo que te haga olvidar del pasado y del futuro, ese algo que conecte con tu esencia interior.
Para esa mujer es la humillación, el sentirse útil, el dar placer... el imagina que el mundo, ahora mismo, se reduce a cuanto sucede en esa habitación.
La próxima vez que acudáis a un estadio de futbol a gritarle insultos humillantes al deportista rival... la próxima vez que alguien os humille o humilléis a alguien en una cena de amigos o en una reunión de trabajo, incluso con familiares o con la pareja... la próxima vez que humilléis a un camarero aunque sea involuntariamente... recordad en todos esos momentos y recordad que la señora F vive la humillación de una forma tan sana que ninguno de nosotros debería ni atrevernos a juzgarla.