sábado, 21 de octubre de 2023

La esposa inquieta (relato)


La esposa inquieta lleva meses, quizás años, con una idea rondándole por la cabeza, como un mantra que se niega a abandonarla, un rezo que puede resultar inútil hasta que da resultado. La esposa inquieta odia a su marido por muchos motivos, un odio real y profundo que no puede separar de un cariño que la mantiene atada a ese despreciable hombre. 

La idea que ronda por la cabeza de la esposa inquieta consiste en humillar a su marido convirtiéndole en un cornudo. 

La infidelidad tiene muchas caras, desde la cara oculta (pero no tan fría como la de la Luna) donde somos infieles a espaldas del otro... hasta la infidelidad donde pretendemos que el otro sea consciente de la traición para hacerle daño. Y un paso mas allá consiste en el cornudo consentidor, aquella persona que acepta una infidelidad con él de espectador porque esa humillación a su persona, le causa placer.

En el caso que nos ocupa, la esposa inquieta lleva meses queriendo serle infiel a su marido únicamente para hacerle daño. Volver a casa después de haber hecho el amor con otro hombre y explicárselo todo a su marido, desea que llegue ese momento y ver su rostro desencajado y lleno de ira. El premio a toda la vergüenza que él la ha provocado.

El problema es que lleva tanto tiempo fantaseando, mostrando su cuerpo desnudo en fotos a extraños y masturbándose imaginando la situación que ya no sabe si ha llegado a esa punto donde debe volver a casa antes de cruzar el punto de no retorno. Quizás desee quedar con un desconocido por ella misma y no para vengarse de su marido. Permitir que un desconocido haga lo que quiera con ella para satisfacerse, para que, aunque haya venganza, sea una venganza silenciosa.

Hay una persona cerca de donde vive, un amo, alguien que le ha propuesto tener sexo. ¿Y si va a su casa a hacer cuanto le ha prometido? Una promesa que nace con ella yendo a casa de ese desconocido a que le ponga una venda en los ojos, le ate las manos en la espalda y haga cuanto desee. ¿Le apetece? Si. ¿Está dispuesta a hacerlo? No lo sabe aun. Y esa indefinición nace de que no sabe si quiere que suceda porque le apetece, porque le apetece vengarse o porque quiere humillar a su esposo. 

Porque siempre necesitamos un motivo, y en el caso del sexo "prohibido" tiene que haber un motivo que vaya más allá de simplemente el placer físico.

Podría ir a casa de ese desconocido y permitir que suceda, podría pedirle que le haga fotos mientas lo hacen para luego mostrárselas a su esposo. O quizás simplemente decirle que lo ha hecho. O ni eso, quizás solo deba limitarse a ponerle los cuernos sin que lo sepa pero sonriéndole al volver a casa y que solo ella sepa que esa sonrisa es un silencioso discurso de humillación.

martes, 10 de octubre de 2023

Emocion real Vs emocion manipulada

 


Diferentes personas nos despiertan diferentes emociones, como cuando le pones gasolina de un octanaje mayor o menor al coche y este va más rápido o mas lento. Pero la gasolina tiene un riesgo porque si eres torpe y la derramas fuera del vehículo puedes acabar gritando mientras las llamas se apoderan de tu cuerpo.

Algunas de esas emociones, aunque no acaben ardiendo, también pueden ser incontrolables. Vayamos a la más común y la que padecemos todos sin excepción: la frustración. La prisa puede generar frustración. Esa es la primera emoción que hay que controlar.

Muchas personas empujan a otras a una sesión BDSM utilizando el miedo, el miedo al desamparo o aprovechando la fragilidad de la otra persona para forzarla a una sesión diciéndole que si no lo hace no será una buena sumisa.

Porque las emociones son manipulables.

La mejor forma de proceder es ser absolutamente transparente, no empujar ni frenar, dejar que todo fluya, manteniendo siempre la comunicación.

Si algo no cuadra con eso, si es una comunicación donde una persona siente que debe medir sus palabras o se siente empujada a algo… debería detenerse todo de inmediato. Aunque eso le cause frustración. Es mejor acabar frustrado que traumatizado. Porque está claro que podemos tener una sesión habiendo construido mal el camino hasta ese momento (manipulando, mintiendo, presionando, etc.) pero ese es un camino de corto recorrido que puede llegar a traumatizar a la persona dominada si no tiene la experiencia necesaria para reconocer al cordero del lobo.

Si tu amo te pide una foto desnuda y no quieres enviársela: no se la envíes. Y si el amo te presiona para que obedezcas entonces debes comprender que esa persona no está respetando tus límites. No está cuidando de tu bienestar emocional. Mi recomendación es: cuando algo no te cuadre, has de parar, recapacitar, dialogar… y si en ese dialogo vuelve a repetirse una imposición que emocionalmente te tenga secuestrada, entonces hay que dar por finalizada esa relación.

Una relación dominante/dominado no solo debería ser sano, seguro y consensuado (SSC) sino que debería ser lo mas sano, lo mas seguro y lo más consensuado que hagas en tu vida. SI algo enturbia eso, entonces no es una relación BDSM sana, sino que es un abuso velado donde alguien se impone a la fuerza a alguien que no tiene los recursos emocionales para combatir eso (quizás porque en ese momento se siente tan inseguro que asume esa manipulación como algo necesario).

Otra recomendación es que, si no sientes realmente emoción por la otra persona, no creas que en una sesión esa emoción surgirá de repente de la nada. Las emociones, sean del tipo que sean, se reconocen en un primer momento. Después en la sesión será algo diferente, una evolución de esa primera emoción. Pero la emoción debe existir porque no se puede explotar algo si no se ha encendido una mecha.

Si no sientes la emoción que distingue lo excepcional, si te sientes presionada, si tienes miedo o la relación te provoca mas frustración que bondades: acaba la relación.

domingo, 8 de octubre de 2023

El propósito (relato)



La mujer esta arrodillada en el suelo, completamente desnuda a excepción de un sujetador deportivo, sus cabellos están recogidos en una coleta ahora algo despeinada, también tiene la comisura de los labios pintada de semen. La mujer hace ademán de limpiarse esos restos, pero el hombre desnudo frente a ella niega con la cabeza. La mujer recoge entonces ese semen con un dedo que, a continuación, introduce en su boca. Finalmente abre la boca para revelar a su amo que lo ha tragado todo. El amo asiente y le tiende una mano que la mujer atrapa para levantarse. El cuerpo de la mujer tiene algunas marcas en los glúteos, el estómago y también en las piernas, finas líneas rojas que al día siguiente cambiarán de color para inmortalizar quien es y cual se su cometido, para que resuene de nuevo esa imagen donde ha sido usada con el único fin de que su amo obtenga placer y para que ella pueda concebir el mayor de los orgullos conocidos. La mujer está sucia, sudorosa, pero se siente mas hermosa que nunca. Su amo, sin soltarla de la mano, la transporta hasta una cama donde ambos se estiran, ella se abraza a él, colocando su cabeza en su pecho. El amo tira del extremo de una manta bajo la que se ocultan, dejando las cabezas fuera. La mujer cierra los ojos, aun reconoce el sabor del semen de su amo en su boca, pasa la lengua por el interior para apreciarlo unos minutos más. Ojalá seguir así con ese sabor y ese olor que en otro momento la mayoría rechazarían pero que ahora es la sensación más sorprendente porque significa que ha sido capaz de darle placer a su señor. El amo la acaricia suavemente, pasa su mano amistosamente por ciertas partes doloridas del cuerpo de ella. La mujer se acurruca en el pecho de su señor. Lo único que pretendía antes de entrar en aquel piso era dar el máximo placer a su amo y que él se sintiese orgulloso de ella. El único propósito de una sumisa. Aquello que la hace sentirse útil. En su día a día, en “su otra vida” la mujer tiene demasiadas ocupaciones y responsabilidades como para sentirse realmente útil. El motivo es que en el día a día, solventar problemas y tomas decisiones es un continuo que se pisa infatigablemente. Cuando es sumisa solo debe obedecer las ordenes una a una, convertirse en la mejor versión de ella misma que pueda ser. Sentirse realmente útil porque le han dado una tarea y la ha cumplido. Sin problemas, sin responsabilidades, sin tener que pensar en el día siguiente. Ver como su amo alcanza el orgasmo es un momento incomparable. Todo gracias a ella. Sentir su semen, sentir ese placer que se derrama sobre ella o dentro de ella. Y hasta que ese momento sucede, sentir el placer de su amo en la búsqueda, sentir que se siente orgulloso de ella, sentir que todo tiene un propósito a corto plazo que, al acabar, la hace sentir más segura y orgullosa que si hubiese ido a terapia 200 horas seguidas.

Un propósito, esa es la clave.

 - ¿Lo he hecho bien amo? -pregunta ella.

 -Lo has hecho muy bien, estoy orgulloso de ti.

 - ¿Usted cree que podría hacerlo mejor?

 -Claro…

La mujer sonríe para sus adentros porque sabe que las palabras de su amo no son un reproche sino una nueva oportunidad. Siempre puede ser mejor sumisa y lo será. A diferencia de en la vida real donde todos parecen ponerse de acuerdo para que ella no sea la mejor versión de si misma. Pero siendo sumisa, ese propósito es lo que la motiva y la enorgullece: ser mejor para volver a ser mejor aún. Y eso también se filtra en su día a día, como un escape de agua, impregnado el resto de sus quehaceres cotidianos, haciéndola sentir más segura y recordándola que suceda lo que suceda, tiene un propósito ya sea la semana o el mes que viene: servir a su señor.

En ocasiones su amo le permite que ella llegue al orgasmo, cuando eso sucede ella se siente culpable. Pero también se siente orgullosa de que su amo dedique algo de su tiempo para el placer de su sumisa.

En cualquier otro orden de la vida, si observásemos lo que ha sucedido y lo que profesan las dos personas ahora abrazadas bajo la manta, si lo mirásemos sin saber el tipo de relación que asumen, podríamos formar un juicio de valor totalmente alejado de la realidad. Hay que ser ese amo y esa sumisa para entender que todo cuanto de violento, sucio o extraño ha sucedido no es mas que el fruto del amor y la admiración mutua. Fruto de la búsqueda de ese propósito.

Y, a diferencia de lo que sucede cuando alcanzamos el éxito en otros momentos, este momento se repetirá dentro de unas semanas con un resultado parecido. Bueno, bonito y barato. ¿Qué puede haber mejor que practicar BDSM?

La respuesta es sencilla: practicarlo con alguien que te comprende mejor que tu misma para convertirte en la mejor versión de ti misma. Esa sumisa que siempre has sido y siempre serás.

sábado, 7 de octubre de 2023

No hay buen momento para...


No voy a volver a explicar aquí por enésima vez mi teoría del ahora que en su día bauticé como "la teoría del 15". Resumen para vagos: no hay ni buen ni mal momento para comenzar en el BDSM. 

O para retomarlo después de unas merecidas vacaciones. 

  • Si creemos que no es el momento, quizás el BDSM seas esas vacaciones de nosotros mismos que nos rescate de cuanto nos rodea. Que nos devuelve al momento.

  • Si creemos que es el momento, quizás cuando lo practiques te cuestiones que diablos estás haciendo y si realmente necesitas eso. Lo que podría alejarnos del momento.


Vaya por delante que lo que acabo de decir no es mas que el fruto de mi visión sesgada de la verdad pues practicar BDSM no debería ser la solución a algo ni aun menos el motivo de algo. Practicar BDSM debería ser algo natural, como comer, beber, orinar o pagar a hacienda.

Siempre van a existir motivos que nos empujen o nos frenen. No solo a la hora de practicar BDSM sino para cualquier otro orden de nuestra vida. Y es que, en ocasiones, dotamos a la práctica del BDSM de una gravedad vital que no le corresponde. Es verdad que cuando practicamos BDSM muchas cosas cambian dentro de nosotros. Pero esas cosas también cambian cuando nos enamoramos, cuando recibimos una golosa oferta de trabajo, cuando alguien nos dice un piropo o cuando vemos una bonita película de amores imposibles en Netflix. 

Y no nos planteamos si es el momento o no: porque simplemente sucede.

Soy un manipulador con las palabras, soy ese mago que no se resiste a repetir el mismo truco con la esperanza de que nadie le descubra. Aunque soy un mago tan malo que acabo de desvelar mi truco: soy un manipulador que utiliza las palabras para convencer a los demás de mi propia verdad. Y para ello utilizo símiles tramposos y bonitas frases para aturdir a mi presa, hincarle el diente y devorarla.

No, ahora en serio... no soy tan retorcido. 

O quizás si.

Por supuesto que nuestra situación personal puede condicionar el que nos decidamos o no a comenzar (o retomar) la práctica del BDSM. Pero si volvéis a leer "la teoría del 15" quizás encontréis motivos para quitarle gravedad a ciertas decisiones. Por demasiados motivos pero los mas importantes son: porque la vida son dos días... y porque el BDSM puede ser la solución y no el problema.


viernes, 6 de octubre de 2023

La distorsion en la virtualidad


Leyendo la experiencia de una persona acerca del BDSM y la virtualidad, casi me he visto forzado a escribir alguna líneas sombre mi propia experiencia. Porque lo experimentado por esa persona y lo que yo he experimentado con la virtualidad es bastante parecido y algo me dice que puede ser una pauta de conducta.

Lo primero de todo hay que reconocer que aun no estamos preparados para cualquier tipo de relación (sea la que sea) en el mundo virtual. Siempre he dicho y escrito que la virtualidad distorsiona las cosas porque como nos falta información (visual, sonora, táctil, etc.) llenamos esos huecos con nuestra propia imaginación y eso nos lleva al primer inconveniente de la virtualidad: lo real nunca será tan bueno como lo que hemos imaginado en lo virtual. Porque la imagen virtual está construida en base a nuestro ideal mientras que lo real, sea mejor o peor, siempre será diferente de ese ideal que hemos construido poco a poco. Y la decepción (casi) siempre sucede.

El segundo inconveniente de lo virtual es la magnificación de todo cuanto sucede. Como no es real, nos esforzamos por que sea mas real que la realidad misma. En la virtualidad todo transcurre a una velocidad mayor que en la realidad y eso también magnifica y retuerce nuestras emociones de forma que, lo que en la realidad seria caminar tranquilamente y contemplando el paisaje, en la virtualidad es un viaje en una montaña rusa.

Como podéis leer, en ambos casos el inconveniente viene por la falta de información que distorsiona la realidad.

Pero no todo va a ser malo, porque también puede suceder que solamente en la virtualidad encontremos esa persona que se ajusta a nosotros como un guante de látex. Si obviamos las desventajas, la virtualidad se convierte en una oportunidad. Sobre todo porque es difícil encontrar gente que practique BDSM en un centro cultural o en una cafetería. El BDSM es aun un mundo lleno de prejuicios (lo dicen quien suscribe esto tras un seudónimo) y esos prejuicios hace que sea un mudo subterráneo donde es difícil encontrar a la persona correcta. Es ahí donde la virtualidad se convierte en una ventaja,

La virtualidad, como la realidad, tiene sus ventajas y sus desventajas. Yo siempre defenderé que el BDSM ha de ser algo real, pero que si comienza en la virtualidad, bienvenida sea. El único inconveniente que veo es ese "encantamiento" que sucede en la virtualidad y que, al volver a la realidad, suele romperse siempre.

Mi consejo: si algo os funciona bien en la virtualidad, cuando paséis a la realidad con esa persona, no perdáis los ánimos si esa persona no parece la que os escribía en el mundo virtual, es la misma. Lo único que tenéis que hacer es armaros de paciencia y volver a comenzar con esa persona en la realidad teniendo en cuenta que la virtualidad ha sido lo que os ha llevado hasta ahí pero que ahora debes olvidar.

Y si decidís quedaros en el mundo virtual, bien por vosotros, siempre que sepáis que esa relación BDSM virtual es la que es, y en la realidad sería otra cosa diferente.