lunes, 30 de diciembre de 2024

Propósito de fin de año (relato)

 


Se acaba el año, 30 de diciembre del año 2024. Se acaba el año, se repite ella. ¿Debería tomar una decisión? Llega ese dia donde nos atiborramos a comer uvas mientras observamos, en nuestro televisor, a unas personas ridículamente que señalan a una torre con un gran reloj mientras nos educan como digerir esas uvas al ritmo de ese reloj. Llega ese dia y todos comenzamos a construir en nuestras cabezas esas listas de cosas que dejar de hacer o cosas que debemos hacer a partir del día 1 de enero. Y, seamos sinceros, esas listas apenas perduran unas semanas hasta que se diluyen en la cotidianeidad y dejamos de ir al gimnasio, volvemos a fumar, no aprendemos idiomas o seguimos siendo infieles a nuestra pareja.

Obligarse a hacer (o dejar de hacer) algo solo porque cambia el dígito del año es tan ridículo como celebrar ese cambio de año.

La mujer continúa repitiendo lo mismo: "¿debería tomar una decisión?". Hace meses que esa frase retumba de un lado a otro dentro de su cabeza aunque ahora, llegado el ridículo momento de las uvas, la pregunta se ha iluminado con un neón rojo parpadeante. 

Sentada junto a su pareja, en la comodidad de su hogar, en un mullido sofá junto a una estufa mientras sostiene un cuenco lleno de uvas, sigue con la mente ocupada por la pregunta. Gira la cabeza y le mira a él, tan divertido, tan guapo y tan... aburrido. ¿Debería tomar una decisión solo porque esa persona no le da todo cuanto ella desea? La mujer tampoco quiere poner en una balanza las cosas buenas y no tan buenas que le regala esa persona sentada a su izquierda. Comparten muchas aficiones y eso es genial, pero hay otras cosas, observando ella a otra gente, que le gustaría ver en ese hombre. 

Es consciente de que no puede exigir nada porque sería injusto pretender que su pareja fuese el hombre que ella quisiese que fuera. El caso es volver a esa balanza y observar con detenimiento hacia que lado cae mientras sigue repitiéndose si debe tomar una decisión.

La decisión no pasa por separarse de él, eso nunca. La auténtica tragedia de la decisión que hace meses debe tomar pasa por hacer algo a espaldas de su pareja, traicionando esa pretendida confianza que, a su vez, es la pretendida piedra angular de la pareja.

Ella le observa, el sonríe. Le gusta su sonrisa pero, en ocasiones, le parece la sonrisa de un tonto. Ahora mismo, por ejemplo. Y ella se siente culpable por ese solo pensamiento.

Debe tomar una decisión: o hacerlo o no hacerlo. Así de simple. 

Las primeras campanas comienzan a sonar en el televisor y la mujer engulle la primera uva.

Lo único que desea es que un hombre, que no es su pareja, la desnude, la ate a una cama, le ponga una venda en los ojos, la use, la trate como un objeto, le tire del pelo, desea con todas sus fuerzas que ese hombre la sodomice mientras le escupe en la cara. Desea que ese otro hombre haga todo cuanto desee con ella. Desea no pensar, abandonarse a la sumisión mas placentera, esa con la que lleva fantaseando desde que era joven.

Al acabar el festival de las uvas, se dan un beso. La mujer le mira a los ojos y mientras le dice "te quiero un año más" sabe que esa frase esconde también una respuesta.

El primer día del año le enviará un mensaje a ese otro hombre y le dirá simplemente "úsame como desees, amo".

"Yo tambien te quiero", dice su pareja. Se abrazan y siguen besándose.

La decisión ha sido tomada.

jueves, 26 de diciembre de 2024

Minimizar y maximizar

 



Afirmación rotunda: las sesiones BDSM son pequeñas píldoras de intensidad que sirven de bálsamo para vivir y comprender mejor la vida.

Esta frase parece la magnificación de un algo que otros simplifican. ¿Quiénes lo practicamos lo magnificamos y quienes no lo practican lo simplifican? Con toda seguridad, esa es la premisa. Una forma de entender las coasas que pasa con casi todo: nos dicen de ir a comer a un nuevo y exótico restaurante y no nos apetece simplemente porque nos gusta comer siempre en lugares que conocemos, pero la persona que nos lo recomienda nos dice que es el mejor restaurante donde ha comido nunca, magnificando una realidad que nosotros pretendemos minimizar.

¿Es tan importante el BDSM para quienes lo practicamos? Posiblemente para ti sea más importante ir al gimnasio cada día o ver la serie que más te gusta, igual de importante que ir a caminar a la montaña o pasear a tu perro. La importancia del acto tiene que ver con la persona, no con el acto. Lo que nos lleva a la conclusión de que muchas de las cosas que consideramos vitales son subjetivas (excepto comer, beber y observar una chimenea crepitando). 

Pero hay mínima una diferencia: ir al gimnasio, pasear a tu perro, caminar por la montaña o ver una serie no te va a enseñar algo de ti que desconocías. 

El BDSM te va a mostrar mucho… quizás demasiado. Y eso es lo que da miedo. 



jueves, 19 de diciembre de 2024

Adicciones

 



Algunas personas no quieren probar el BDSM porque creen que será algo tan adictivo como meter la nariz den lo mas hondo de una bolsa de kilo de cocaína o media docena de hamburguesas doble del McDonald’s. Ciertamente es adictivo, pero no crea adicción, lo cual parece un contrasentido. El BDSM no no crea ese tipo de adicción que te hace olvidarte de tu día a día, tampoco te hace desatender a tu familia o amistades, no es ninguna de esas adicciones que acabará contigo durmiendo en pleno invierno en un portal protegido por cartones y abrazado a un tetrabrick de vino Don Simón. Somos adictos a muchas cosas en nuestro día a día, desde series de televisión a esa deliciosa pizza, adictos al tabaco, al deporte o a la siesta. Y son adicciones que no tienen nada de malo. A no ser que te alimentes exclusivamente de pizza, fumes 2 paquetes al dia, no te levantes del sofá viendo serie tras serie de netflix o te metas esteroides para que en el gimnasio no parezcas el más enclenque de la tribu.

Las adicciones, en algunas ocasiones, no dependen del objeto de deseo sino de nosotros mismos, de nuestra capacidad para encontrar el equilibrio entre una cerveza y tres botellas de anís.

Practicar BDSM, tanto si eres dominante como dominado, es adictivo, pero también es algo que controlas, algo que puedes manejar con facilidad. Y créeme, lo que consigues a cambio es mejor que todo ese deporte, comida basura, series de televisión o siestas.

Más importante que todo eso junto. ¿Ne me crees? De acuerdo :)))

Pasa la vida






Pasamos por la vida intentando hacerlo todo lo bien que nos han dicho. Intentamos no molestar y no mentir. Intentamos, en nuestra ingenuidad, que nadie nos mienta. Intentando no sufrir cualquier tipo de dolor. Pasamos negándonos disfrutes por miedo a las consecuencias. Pasamos soñando con lo que podría haber sido y convenciendonos de que la vida es eso, que no hay más. Durmiendo tranquilos porque todo cuanto tenemos es cuanto merecemos. 

¿Pero y si hubiese algo más? ¿Y si existiese otra manera de hacer las cosas? 

Mucha gente se pregunta porque, quienes practicamos BDSM, hacemos lo que hacemos. Es más, a veces ni tan siquiera formulan la pregunta y pasan al siguiente capítulo tachándonos de enfermos. Para toda esa gente somos unos degenerados y unos superficiales que buscan el placer sin más, incluso nos acusan de maltratadores o víctimas. Mi respuesta siempre es la misma: si practicas BDSM de la forma correcta, ese paso por la vida se convierte en otra cosa. No cambiará nada, pero lo cambiará todo.

Porque existe otra manera de hacer las cosas. Y es mucho más divertida.

miércoles, 18 de diciembre de 2024

La primera vez en el BDSM (con alguien conocido)



¿Cómo enfrentarte a una primera sesión de BDSM con alguien que conoces desde hace tiempo?

Por partes: comencemos especulando con que te gusta el BDSM, sientes curiosidad o ya lo has practicado antes. De repente, descubres que alguien de tu entorno también lo practica y sientes la mínima complicidad o curiosidad para sugerirle que podríais tener una sesión. ¿Cómo decirlo equivocarte? Ese es otro problema. Imaginemos entonces que los dos estáis interesados y ambos sois consciente de esa atracción (cómo hemos llegado hasta aquí es lo de menos), y esta curiosa realidad plantea un escenario que lo cambia todo. 

De repente esa persona con la que habías compartido unas risas, una cerveza o una confidencia, esa persona de tu entorno te va a someter o tú te vas a someterla a ella. ¿Conseguireis meteros en el rol sin que se os escape una sonrisa? Podéis. Es más, posiblemente va a funcionar mejor que si fueseis dos desconocidos. Porque el problema no es la primera vez con un conocido sino los días posteriores. El momento funcionará de maravilla ¿pero después? La realidad es que os volveréis a encontrar fuera del rol con familia, amigos o compañeros de trabajo. Y esa persona que os sometía o a quién os habéis sometido, vuelve a ser esa persona de risas, cervezas y confidencias. ¿Podréis seguir comportándoos como siempre? 

Complicado responder a eso porque es vuestras dinámicas habrán cambiado después de la sesión (o sesiones). La complicidad entre vosotros se habrá multiplicado exponencialmente, igual que la atracción. Y eso, si podéis manejarlo, es maravilloso. Es una sensación genial estar rodeados de personas, cruzarte una mirada con tu dominante o tu dominado y esbozar una media sonrisa cómplice. Algo que solo os pertenece a vosotros.

Resumen: funciona.^

Pero en todo cuento con final feliz hay siempre un villano: la cosa se complica cuando existe cierto componente “peligroso“ en la ecuación del tipo "soy el dominante o el dominado de la pareja de alguien que conozco".

De acuerdo, ese no es el mejor de los escenarios, ahí debemos tener más cuidado, tanto por pasiva como por activa. Pero ojo: también es MUCHO MÁS divertido. Lo reconozco, soy un amoral. Y a mucha honra. Vosotros también. Aunque os esforcéis en asegurar lo contrario. La fidelidad está sobrevalorada.

¡Toma ya!


domingo, 15 de diciembre de 2024

Sucio a ojos de los unos y luminoso a ojos de los otros

 


Tratar a cualquier ser humano con respeto es fundamental en cualquier interacción, sea del tipo que sea, que tengamos con los demás. No obstante, si lo que buscamos (y si estás leyendo esto es porque quizás lo busques) es explorar dinámicas consensuadas que involucren roles o fantasías específicas, como las relacionadas con el BDSM o juegos de roles, es crucial que hacerlo de manera abierta, segura y con mutuo acuerdo. ¿Que tiene que ver el respeto con todo esto cuando la imagen que tienes es la de una persona usando a otra? Cualquier dinámica, incluso en el ámbito BDSM debe basarse en una conversación abierta sobre límites, expectativas y deseos. Siéntate a hablar sin tapujos, exponiendo tus intereses, hablando de cómo te sientes al respecto y cuáles son tus límites. Lo mejor del BDSM es que nadie te juzgará por tus deseos, aunque te parezcan oscuros y enfermos, lo máximo que te puede pasar es que la otra persona no quiera explorar esa práctica. Tan solo eso. Pero recuerda que, aunque se trate de un juego de roles, la base debe ser siempre el respeto. Incluso en un contexto de fantasía, es crucial que ambas partes se sientan valoradas y cuidadas. Y eso incluye intentar comprender al otro y no juzgarle. ¿Que la otra persona te pide que la escupas y la abofetees? Si eso es algo que la otra persona desea y a ti no te molesta: hazlo. Pero hazlo recordando que las personas no son objetos ni están ahí para satisfacer tus caprichos. Puede parecer un contrasentido pero tratar a alguien de manera humillante o degradante es aceptable, es sano y es divertido… si es lo que desea la otra persona.

Y llegados a este punto, si has llegado hasta aquí por casualidad y estás leyendo con el ceño fruncido podrás decir “este tipo de personas son unos enfermos”. De acuerdo, puedes hacer ese juicio rápido desde la ignorancia de quienes somos y qué hacemos.Yo mismo te estoy juzgando y no te conozco. Prejuzgar es normal. Pero tenemos que tener la suficiente inteligencia para seguir conociendo y pasar del prejuicio al juicio con argumentos.

Has de saber que quienes practicamos BDSM nos divertimos desde el consenso y sin juzgar a los demás. Estableciendo límites, explorando esos límites, jugando, disfrutando y emocionandonos con algo que ninguna otra práctica existente puede ofrecernos: la absoluta libertad de ser nosotros mismos sin miedo a ser juzgados.

El placer tanto físico como intelectual en su forma más luminosa y divertida.

miércoles, 4 de diciembre de 2024

El borde del acantilado (relato)

 


La mujer se pregunta qué diablos hace arrodillada frente a ese hombre, se pregunta cómo diablos ha llegado hasta esa situación. Diablos, diablos y diablos. Preguntas, preguntas y mas preguntas sin respuesta. Ahora sólo queda decidirse por la opción A o por la opción B, no hay más opciones. Y, llegados a este punto, la mujer siente todo lo idiota que ha sido por tener dudas cuando las opciones se han reducido a tan solo dos. ¿Y ahora qué? De nuevo diablos, diablos y media docena más de diablos. La intuición sabe lo que quieres antes de que lo racionalices así que solo debe cerrar los ojos e imaginar haber elegido una de las opciones. Bueno, eso será fácil, ya lleva una venda en los ojos. 

Opción A: abrir la boca y permitir que el pene de aquel desconocido entre y salga de su boca hasta la explosión final.

Opción B: arrancarse la venda de los ojos, levantarse, pedir perdón (o no pedirlo) y salir corriendo de allí.

La opción A desagrada a todo su ser pero estimula a su parte más sumisa y depravada. La opción B le hace sentir temor a defraudar a aquel tipo, necesita su aprobación por encima de todo. ¿La necesita realmente?

Quizás debe simplificarlo todo: ¿le apetece chuparle la polla a aquel tipo? Por supuesto que sí. Por supuesto que no. Si tomar una decisión fuese tan sencillo no existirían ni los debates electorales ni los divorcios.

La mujer permanece en silencio con la boca cerrada. Imagina al hombre frente a ella, con el pene erecto, con un rictus de confusión dibujado en su cara. Imagina que la decepción comienza a instalarse en el alma de aquel tipo que iba a ser su amo. O que es su amo. O que será su amo. Imagina que el tipo estará pensando en que ella siente miedo y va a salir corriendo de allí. Quizás tenga razón.

Opción C: decirle al hombre que quiere hablar un momento antes de comenzar.

No, eso debería haber sucedido antes. Además, ella es consciente de que comenzar a hablar rompería toda la dinámica que la ha traido hasta aqui. Le ha costado demasiado reunir el valor para hacerlo. Detenerse ahora lo único que conseguiría sería volver a empezar.

¿Quiere ser sumisa? ¿Quiere ser una perra arrastrada como la llama aquel tipo? ¿Quiere olvidarse de su bonita vida, de su pareja, de sus amigos... y sentir que es otra durante unas horas? La mujer quiere todo eso y quiere aún más. Pero sigue sintiendo que está al borde del precipicio, un lugar donde no es capaz de ver el fondo. El vacío frente a ella parece ahora inmenso, pero también hipnótico. No es el miedo lo que la mantiene estática, sino la mezcla de emociones que la ha llevado hasta allí. Esa es la clave. no es miedo. Una vida repleta de de decisiones tomadas para complacer a los demás, de sueños postergados por responsabilidades ajenas, la ha empujado hasta el borde del acantilado. Ha llegado el momento de tomar la decisión de complacer, pero hacerlo de forma consciente y salvaje.

La mujer abre la boca.

El hombre mete su pene hasta el fondo de su garganta, haciéndola toser, ahogándola.

-Buena perra arrastrada -dice el hombre.

La mujer, aun con el pene ahogándola, sonríe. Cayendo al vacío desde el borde del acantilado.