domingo, 27 de marzo de 2022

BDSM y cine (1)

Belle De Jour (Bella de día) (1967) | Cine Didyme-Dôme
"Belle de Jour" (Luis Buñuel, 1967)

Una de las formas más sencillas de acercarse al BDSM es ver cualquier película que trate sobre este tema de manera seria y con elementos que nos ayuden a reflexionar. Películas sobre BDSM (o D/s) hay muchas y, como en todo abanico, las hay buenas y malas. Aquí tenéis una breve lista (faltan muchas) de las películas (no pornográficas) que forman parte de la cultura popular, además son fáciles de encontrar en la red (he huido de rarezas) y están ordenadas por año. 

En este post tenéis películas de los 60s y 70s. En la siguiente entrega tendréis la lista de películas de los 80s hasta la actualidad.

Belle de Jour (Luis Buñuel, 1967). Quizás esta obra maestra del genial cineasta de Calanda sea, a su vez, la obra maestra sobre el BDSM con relación al proceso que mueve a una persona (en este caso una mujer) a convertirse en sumisa. Lo interesante es el contexto de la mujer a finales de los 60 y su relación de sumisión respecto al género masculino que aquí es explotado en forma de sumisión real. La película explora los deseos, cada vez más intensos, de una ama de casa que tiene tendencias sumisas, enmarcado en la normalidad (y fragilidad) de una hermosísima (y grandiosa actriz) como es Catherine Deneuve. La película no pretende ser un catálogo sobre BDSM (o D/s) sino el relato del proceso de embrutecimiento (o emputecimiento) de una ama de casa que encuentra su plenitud convirtiéndose en una prostituta para encontrar aquello que su matrimonio no le proporciona. Una parábola de como la sociedad (o un matrimonio) puede anular a las personas y anular los deseos más profundos que escondemos.

El ultimo tango en París (Bernardo Bertolucci, 1972). ¿Es esta película clásica una película sobre una relación D/s? Si y no. Objetivamente, no lo es, pero la narración de como un personaje masculino se apropia de la voluntad de una mujer para llevar a la realidad todo aquello que desea (en el ocaso de su vida) acaba convirtiéndose en una inteligente reflexión sobre nuestros deseos no conseguidos. Y, además, tenemos a Marlon Brando a una de las interpretaciones más intensas de la su carrera.

Historia de O (Just Jaeckin, 1974). ¿Qué decir de este soft porno del erotómano Jaeckin? Poca cosa. Como película deja mucho que desear y está lastrada por esa corriente de "porno artístico" de los 70s (como el clásico "Emanuelle" también de Jaeckin) pero la realidad es que es una película sin demasiado valor artístico, más allá de la pura anécdota de adaptar el clásico de los clásicos. Y ese es el motivo por el que la he incluido en esta lista, porque como película sobre el BDSM tiene cierta relevancia al estar basada en una obra que trata el tema de manera profunda. Resumen: cuando veáis esta película hacedlo mirando el fondo y no la forma.

Portero de Noche (Liliana Cavani, 1974). Interesantísima reflexión sobre el cambio de roles de manera no espontánea. La película narra la historia de la esposa de un conocido director de orquesta Norteamérica que reconoce en el portero de noche de un hotel al oficial de las SS nazis que la custodiaba durante su internamiento en un campo de concentración que la convirtió en su amante de manera forzada. Lo más interesante de la película es como la mujer hace lo imposible para vengarse de su antiguo captor convirtiéndole en su sumiso. Y además de la dirección de la impecable Cavani tiene dos actores en estado de gracia: Dirk Bogarde i Charlotte Rampling

Salo o los 120 dias de Sodoma (Pier Paolo Passolini, 1975). La obra maestra de Passolini trata sobre las prácticas masoquistas que hacen unos depravados y poderosos italianos en la república Salo durante la ocupación Nazi. Es una película MUY difícil de digerir y está más centrada en el sadismo (y la filosofía del marqués de Sade) que sobre BDSM. De todas maneras es un clásico del tema que tenemos que ver para comprender nuestros límites.

El imperio de los sentidos (Nagisa Oshima, 1976). Este clásico de Oshima trata sobre la relación puramente sexual entre dos personas y como la búsqueda del placer más allá de lo "habitual" les hace entrar en prácticas BDSM (con trágicas consecuencias). Es una película imprescidible no tanto por aquello que cuenta sino por como lo cuenta, tratando el BDSM con una sencillez y sensibilidad increíbles. Una película hermosa a más no poder.

Ese oscuro objeto del deseo (Luis Buñuel, 1977). De nuevo, una película de Luis Buñuel que trata sobre las obsesiones y los fetichismos. Puede que no aborde el tema tan directamente como "Belle de Jour" pero hay que verla para comprender que es lo que mueve a algunas personas a adentrarse en el fetichismo y los peligros de las obsesiones.

Bilbao (Bigas Luna, 1978). Magnífico tour de force del maestro Bigas Luna que explora los deseos frustrados de un hombre hacia una prostituta a quien secuestra y con quien vuelca todos sus fetiches. La película es explícita (que no pornográfica) y teoriza sobre el BDSM y el fetichismo en relación al deseo sexual (un tema que, de forma diferente, fue tratado por Pedro Almodovar en "Átame")

viernes, 25 de marzo de 2022

Elogio del pecho femenino


Pechos grandes o pequeños, pechos juntos o separados, pechos con pezón plano o con pezón capaz de cortar el vidrio. Pezones rosados o marrones, pechos caídos o turgentes. Pechos, pechos, pechos. Pero antes de seguir me gustaría decir que este texto es un elogio del pecho femenino, ya que el pecho masculino me interesa tanto como ponerme a estudiar física cuántica en una despedida de soltero. Caso de verme obligado a hablar del pecho masculino, mencionaría a uno solo: el del ínclito Charlton Heston o, como le conocíamos en casa: el pecho palomo.


Volviendo a los pechos femeninos, he de decir que no soy demasiado exigente al respecto. Me gustan todos y niego esa mayor (en forma de poema) que dice:

“Pecho que no cabe en la mano,

no es pecho que es grano.

Pecho que la mano no abarca,

no es pecho que es barca.

El buen pecho,

no la mano quepa”

Pues resulta que no, queridos/as lectores/as… cualquier pecho es bonito para mí. Tanto si es grande y caído como si es pequeño y pálido. Porque los erotómanos con complejo de Edipo tenemos eso: nos gustan todos los pechos.

El físico siempre ha sido algo secundario para mí y, a pesar de eso, tengo una constante fijación por descubrir como son los pechos de una mujer cuando la conozco... y en los años siguientes. Esta necesidad no nace de la malsana necesidad de saber si sus pechos me gustarán o no porque soy consciente de que, sean como sean, me gustarán.

A la mayoría de los hombres les gustan los pechos grandes porque, aunque la sociedad ha evolucionado a un ritmo vertiginoso desde que los dinosaurios masticaban bayas, seguimos teniendo el cerebro programado con un único propósito: conseguir comida y perpetuar la especie. Y los pechos grandes están asociados a la fertilidad. A esto se le ha de asociar el recuerdo de que nuestra felicidad siendo bebes se centraba los pechos de nuestra madre que nos daba alimento y calor. De esta forma y a nivel inconsciente, asociamos los pechos grandes a la seguridad, la protección y la felicidad. ¿Y por qué grandes? Porque nosotros éramos pequeños, evidentemente y recordamos esos pechos, tuviesen el tamaño que tuviesen, como dos gigantescas cimas que coronar. De la misma manera que cuanto más grandes son los pechos de una mujer más fértil creemos que es.

Así de simples somos los hombres, asumidlo mujeres.

Así pues, una vez que sabemos por qué a la mayoría de los hombres les gustan los pechos grandes, os explicaré por qué creo que siento tanta curiosidad por ver los pechos de una mujer y porque me da igual su tamaño.

El motivo por el que me gusta ver los pechos, lo desconozco. Sé que es una explicación decepcionante, pero es lo que hay. En cambio, el motivo por el que me da igual su tamaño es porque el físico de una mujer no es algo que me condicione y aún menos el tamaño o forma de sus pechos. Los sapiosexuales tenemos eso.

¿Me enseñas tus pechos? Pura curiosidad… No me cuentes como son, no me digas que son iguales que los de tal o cual actriz... QUIERO VERLOS.

 

jueves, 24 de marzo de 2022

Una mujer orgullosa (relato)

erotic-endeavors.tumblr.com - Tumbex

La mujer está sentada en la mesa de su despacho, es su último día en aquel lugar y no puede dejar de sentirse entre triste pero también liberada. Mañana comenzará otro trabajo, una nueva etapa en su vida. Una etapa más en la carrera que ha decidido comenzar hace poco. Cambiar todo, desde su ropa hasta su trabajo, pasando por ella misma. De repente recibe un mensaje en su teléfono móvil. Es él. El hombre le pregunta como está, pero lo hace dirigiéndose a ella como "perra". Cada vez que lee esa palabra, la mujer siente un estremecimiento que le recorre el cuerpo y acaba en su entrepierna. Siempre igual. Intercambian unos pocos mensajes hasta que el hombre le dice que vaya al baño y se haga una foto para él. Ya no queda nadie en el despacho. La mujer se hace una cuantas fotos, pero ninguna la convence, lleva unos pantalones negros y un jersey rojo y en todas las fotos sus pechos parecen enormes. No le importa que el sepa que son enormes, ya los verá en persona, los tocará, los besará y hará cuanto desee con sus pechos, pero la niña algo vergonzosa que se esconde dentro de ella la empuja a hacerse una última foto desde arriba donde sus pechos parecen algo menos exagerados. Le envía la foto al tiempo que comienza a sentir una humedad dentro de sus pantalones. Siempre sucede igual cuando él le pide una foto o la llama perra. El hombre contesta y entonces ella, sin esperar más mensajes, va al lavabo, toma asiento en uno de las tazas  y se masturba furiosamente.

El último día de trabajo, la mujer lanza un grito mezcla de placer y liberación mientras su cuerpo queda temblando. Los orgasmos son mejores desde que le conoce a él aunque él no esté. Ese es el poder de la relación que les une

La mujer se pone los pantalones, recoge todas sus cosas, da un último vistazo al que ha sido su despacho durante años y se va dejando atrás muchas cosas pero dejando también a la mujer agobiada y temerosa. Ahora la mujer que sale por esa puerta (que no volverá a cruzar) es una mujer orgullosa de haber conseguido cambiar, orgullosa de atreverse a muchas cosas, orgullos de haber recuperado toda su fortaleza.

Una mujer orgullosa.

martes, 22 de marzo de 2022

El vestidor (relato)


 

La mujer está al final de la tienda de ropa, junto a los probadores, está mirando distraídamente algunas piezas de ropa, tocando sus tejidos, sacándolas de sus expositores para verlas mejor. Todas son de ropa interior. Y no una ropa interior cualquiera. Son hermosas piezas de la mejor seda y encaje, de colores brillantes y transparencias asesinas. Aunque esa mirada distraída esconde una intención que se esfuerza por esconder, como si no fuese con ella, como si estuviese eligiendo la ropa para el regalo de cumpleaños de una amiga.

A dos metros de ella, un hombre espera pacientemente. No es su marido, tampoco su amante, no es ni tan siquiera un amigo. La mujer sostiene ahora frente a ella una percha con una especie de body negro de encaje con portaligas. Se la muestra con discreción al hombre quien asiente con la cabeza.

La mujer pregunta a la dependienta si puede probárselo y dos minutos más tarde está desnudándose en uno de los probadores. Al otro lado de la cortina, el hombre espera pacientemente. La mujer se despoja de toda su ropa y queda desnuda, después se viste con el body negro de encaje, se observa a sí misma en el espejo y finalmente pronuncia el nombre del hombre, lo hace en voz baja, casi un susurro. La cortina se abre y en el probador entra su acompañante, quien vuelve a cerrar la cortina. El hombre la observa con detenimiento, luego la coge de un hombro y la empuja a darse la vuelta. Al cabo de un rato el hombre niega con la cabeza y la mujer se ve obligada (esa es la palabra) a vestirse de nuevo y volver a la tienda.

La escena se repite varias veces hasta que el hombre asiente con la cabeza. Se trata de un body casi transparente que deja poco margen a la imaginación. La mujer observa sus grandes pechos luchando por salir del encaje, su coño sin depilar, todo le causa una gran vergüenza, pero también una gran excitación. Por fin ha encontrado la ropa interior…

La mujer se arrodilla dentro del probador, baja la cremallera del hombre y mete su pene en la boca. Mientras le hace una mamada puede verse reflejada en el espejo. ¿Qué está haciendo? ¿En quién se ha convertido? Al cabo de un rato el hombre la coge con fuerza de la cabeza y eyacula en su boca. La mujer traga obedientemente todo el semen y después levanta la mirada. El hombre asiente y sale del probador. La mujer se quita el body, se viste de nuevo y sale del probador para pagar la prenda. El hombre ha desaparecido.

Mientras paga no puede dejar de sonreír, es feliz. Está orgullosa de sí misma, lo ha conseguido.

¿Qué está haciendo? Se repite. Obedecer, contesta en silencio. ¿En quién se ha convertido? Vuelve a preguntarse.

En una sumisa. La perra que lleva años escondida tras alguna columna de su memoria y que ahora, junto a muchas otras mujeres que hay dentro de ella, por fin han conseguido escapar del laberinto.

Preguntar, repreguntar y cuestionar

8 películas de culto para ser considerado un cinéfilo
"Doce hombres sin piedad" (Sidney Lumet, 1958)

¿Realidad o curiosidad? Es la primera pregunta que aparece cuando una persona comienza a hacer (más) preguntas (de las habituales) sobre BDSM. La mayoría son personas ajenas al mundo BDSM, pero la curiosidad mató al gato y también mató al miedo. Pero resulta que preguntar es la lógica: quien conoce no necesita preguntar. 

También es verdad que alguna de estas personas son dominantes o dominantes sin saberlo, porque nunca lo han intentado. ¿Cómo reconocer si realmente eres quien quieres ser o tan solo se trata de curiosidad? No hay forma de saberlo. La curiosidad nace de una necesidad (consciente o no) y las respuestas ayudan a comenzar ese proceso que consiste en convertir la fantasía en una realidad diferente (que no peor). Por eso, las preguntas siempre son necesarias, igual que las respuestas. Preguntad, preguntad y repreguntad hasta que os convenza la respuesta. En términos jurídicos la repregunta se define como una segunda pregunta que se hace para contrastar o apurar su veracidad. Pues repreguntad y también, como con los médicos, pedid una segunda opinión. Leed, cuestionad cuanto leáis, investigad la verdad... Muchas personas tienen fantasías sobre el BDSM, especialmente después de ese despropósito que significó "50 sombras de Grey" para la cultura popular. Y muchas de esas personas buscan blogs como este o personas como nosotros que les ayudemos a comprender sobre lo que leen o sobre aquello que fantasean. Pero nosotros no tenemos la respuesta sobre si son o no lo que quieren ser. Solo hay una respuesta respecto a las fantasías. ¿Serán igual cuando las transportemos a la realidad? Ahorrémonos el tiempo: NO LO SERÁN. 

La realidad es siempre diferente lo que no significa que sea peor.

Si tenéis curiosidad debéis saber también una cosa: por mucho que preguntéis nunca sabréis si algo es para vosotros o no hasta que lo probéis. Pero eso no exime que preguntéis, repreguntéis y cuestionéis todo hasta que la fotografía deje de estar difuminada y la voluntad sea firme.

A no ser que vuestra voluntad ya sea firme, claro...

lunes, 21 de marzo de 2022

La perra arrastrada y el motel de carretera (relato)

El trovador que perdió sus versos: PERVERSIONES EN UN MOTEL DE CARRETERA 

La mujer ha estacionado su coche en el aparcamiento para clientes del motel. Al bajar del coche observa la construcción frente a ella. Lo ha visto varias veces en las películas norteamericanas, esos moteles de carretera que parecen copias unos de otros, carentes de personalidad, pero repletos de mugre e historias. Es anacrónico encontrar algo así cerca de su casa, a miles de kilómetros de Estados Unidos. Incluso hay un neón rojo que anuncia “Motel” encima de la recepción, un neón que emite una vibración casi sexual. Hasta ella llega un fuerte olor procedente de la gasolinera que hay al otro lado de la carretera. Ese aroma a gasolina que se introduce en tus fosas nasales y no te abandona en horas. Frente a ella hay una hilera de habitaciones, una pegada a la otra, con sus puertas y sus tejados gemelos. Solo hay luz en una de ellas. ¿Será esa? Saca un papel de su abrigo, en él ha apuntado con trazo nervioso “3B”.

Está demasiado nerviosa para arrancar a andar, pero debe hacerlo. Le ha costado mucho reunir la valentía para llegar hasta donde está ahora inmóvil. Sangre, sudor y lágrimas. Literalmente. Pero debe hacerlo porque es el final de su transformación. La guinda del pastel.

El olor a gasolina es tan fuerte que se ve obligada a taparse la nariz. ¿Cómo es posible que alguien pueda trabajar o dormir con ese olor? De repente, sus piernas se mueven en dirección a la única luz del motel. Va vestida con una falda corta y medias de rejilla, zapatos de tacón, camisa semitransparente, una cazadora de cuero y también una peluca y gafas de sol. A pesar de que hace horas que el sol se escondió más allá de las montañas que ahora se perfila contra la luna.

El ir disfrazada de esa forma la ayuda a mover un pie tras otro, sin detenerse. Ya no es ella, sino que se ha convertido en la perra en la que deseaba transformarse. Al fin. Aunque no es una transformación, es más bien esa mariposa que sale del capullo. Por fin se ha liberado. La peluca, las gafas, las medias de rejilla y la ropa interior… hacía años que nunca iba así. Quizás nunca ha ido así. Pero ayuda y ahora mismo su voluntad necesita toda la ayuda del mundo.

De repente se encuentra frente a la puerta 3B del motel. Da dos golpes y espera nerviosa. Le tiemblan los brazos y las piernas y siente que, en cualquier instante, caerá al suelo desmayada. Es una sensación real, no le quedan fuerzas…

La puerta se abre, pero no hay nadie. Solo una leve penumbra. La mujer entra, tras la puerta, colgado del pomo, hay un antifaz. La mujer cierra la puerta y se coloca el antifaz sobre los ojos.

-Ya estoy, amo -dice.

Escucha unas pisadas. Puede olerlo, sentirlo. Es él… su amo.

El hombre le quita el bolso, la chaqueta y la acompaña para que de unos pasos al frente. Después la desnuda completamente y de repente no sucede nada más.

-¿Amo? -pregunta ella al cabo de un rato.

-Estoy tumbado en la cama -dice la voz-, observando a mi perra desnuda.

La mujer no puede dejar de temblar. Está completamente desnuda, su amo la ha despojado incluso de la peluca y las gafas. ¿Le gustará su cuerpo? Se ha depilado como le ordenó. ¿Le gustarán sus pechos? ¿Sus piernas? La mujer sigue temblando, insegura de su cuerpo, insegura de sus capacidades.

-Deja de temblar -susurra el hombre-. No tienes nada de que temer. Eres mi perra y voy a usarte. Es lo que deseas y sabes que va a encantarte. Lo sabes aunque te use como nunca te ha usado nunca antes.

-Si amo.

Ella escucha como el hombre se levanta, después nota como la coge del pelo y la lanza sobre la cama. Nota la mano del hombre apretando su cuello con fuerza, los labios de él se estampan contra los de ella que abre la boca intentando inútilmente coger aire. ¿Y si es un loco que quiere ahogarla? El hombre deja de presionar y baja los dedos hasta su coño, nota varios dedos entrando en su sexo y en su culo. El hombre tira de su vello púbico con fuerza mientras le escupe en la cara.

-¿Quién eres? -pregunta él.

-Tu perra -contesta la mujer.

El hombre aprieta uno de sus pezones con tanta fuerza que casi la hace llorar.

-¿Quién eres? -repite él.

-Tu perra arrastrada -dice ella rápidamente.

La respuesta ha sido algo natural. Por fin lo comprende. No hace falta con decir que eres una perra, debes sentirlo y para ello debes encontrar a la persona que te haga sentir así, que te haga sentir bien siendo un escombro.

El hombre la lanza al suelo. La mujer queda estirada, siente el pie de él presionándola en un costado. La mujer sonríe. Por fin ha llegado el momento.

Una perra arrastrada.

Esa noche el hombre la usa para su placer sin preguntarle nada. Usa todos sus agujeros y la deja en el suelo desnuda, sudada, sucia y exhausta.

Cuando la mujer despierta es de día. Está sola en la habitación. Se quita el antifaz y no ve a nadie. Le duele el cuerpo, pero se siente más feliz de lo que se ha sentido nunca en su vida porque ha sucedido todo cuanto habían pactado y ha sucedido de la forma más sucia e impersonal posible.

La mujer toma una ducha, vuelve a vestirse y sale de la habitación. Esta vez sin la peluca ni las gafas. El sol golpea en su rostro mientras los pájaros cantan escondidos en algún lugar y el olor a gasolina sigue siendo insoportable.

Ya no necesita la peluca, ya no necesita ocultarse ni engañarse a sí misma.

La perra arrastrada es real, al fin.