lunes, 7 de julio de 2025

El Subspace y el Topspace: estados psicológicos en el BDSM


 


En este blog he escrito ampliamente sobre las experiencias emocionales y psicológicas profundamente transformadoras que pueden surgir al practicar BDSM. Durante una sesión (en especial, al finalizarla) sientes que, momentos antes, alcanzaste niveles emocionales que ni siquiera sabías que existían. Hay una liberación, una apertura que revela cosas de ti que estaban latentes o escondidas. En este contexto hay dos conceptos clave que son el “subspace” y el “topspace”. Ambos describen estados alterados de conciencia y percepción que pueden ocurrir durante una sesión. ¿Pero que son y por qué son tan importantes?

Vayamos, como siempre con las etiquetitas en inglés, de uno a uno

 

SUBSPACE

El “subspace” es un estado psicológico alterado que puede experimentar una persona sumisa durante una escena BDSM. Un estado que puede compararse con un tipo de trance, meditación profunda o incluso un “viaje” emocional.

Se caracteriza por una (parcial) desconexión realidad donde la persona sumisa puede sentir como si estuviera flotando o fuera de su cuerpo. Exacto, como fumarse un buen truja solo que sin haberlo fumado. Además, debido a la liberación de endorfinas y otras sustancias neuroquímicas, el umbral del dolor puede aumentar. He visto a lo largo de mi vida a muchas personas que me han descrito esto como una sensación de paz, amor profundo, entrega total o incluso un desconocido éxtasis. Y repito, no iban fumadas.

Parece genial ¿pero lo es? No siempre porque el “subspace” también puede dejar a la persona emocionalmente expuesta, sensible y necesitada de cuidados posteriores. Ese viaje fragiliza y puede romperte emocionalmente de la misma forma que una droga liberadora.

Drogas, drogas, drogas... claro: hablamos de la química del cerebro.

Te preguntarás como alcanzar este estado alterado tan maravilloso. Malas noticias: no todas las personas lo experimentan. Generalmente surge en un contexto de confianza emocional, intensidad física (o psicológica) y conexión profunda entre dominante y dominado. Es decir, es complejo de navegar por el subspace en una primera sesión, pero existe y, con el tiempo y la confianza necesarias, puedes llegar a experimentar este tipo de emociones que muchas personas no son capaces de describir.

Y si no, ya sabes: te lias un buen...

 


TOPSPACE

El “topspace” es el estado mental que puede experimentar una persona dominante durante una escena. ¡Ah vale! Entonces el “subspace” de los sumisos es el “topspace” de los amos. Pues no exactamente. O, mejor dicho: no. Es más, muchas personas dominantes han visto como la persona a la que dominan ha alcanzado el “subspace” pero son desconocen que ellos también al alcanzado el” topspace”.

Menudo lio ¿verdad? Pues tampoco: es mas fácil de lo que parece. En el “topspace” la persona dominante puede sentir un estado de concentración extrema, donde todo gira en torno al control, la seguridad y la conexión con la persona sumisa. De repente, sus acciones se automatizan y son precisas, como si estuvieran fluyendo sin esfuerzo. A menudo se combina con una sensación de responsabilidad intensa hacia el bienestar del sumiso/a. Se potencia el rol de amo hasta límites que escapan al rol y puede sentirse una especie de euforia asociada al ejercicio de ese control consensuado.

Un profesional, que diría Manquiña.

Pero toda cosa buena conlleva cosas no tan buenas. El "topspace" tiene sus riesgos pues el hecho de que una persona dominante lo alcance puede llevar a eso que se conoce como “la bajona”. En ingles es “master drop” pero me niego a traducir literalmente ese concepto cuando “bajona” lo describe a la perfección porque estamos hablando de una bajada emocional del dominante que ocurre después de la escena, donde la energía y euforia desaparecen, dejando lugar a emociones como tristeza, culpa o vacío.

La bajona despues del truja. Todo cuadra ¿no? Volvemos a lo mismo: la química del cerebro.


Resumiendo: el subspace y el topspace no son simplemente "modas" dentro del BDSM, tampoco son etiquetas (aunque lo sean) sino que son formas de poner en contexto manifestaciones reales de estados mentales y emocionales profundos. De esta manera podremos comprenderlos para practicar BDSM de forma segura, consensuada y emocionalmente saludable.

Seguro que si habéis practicado BDSM habréis experimentado esas sensaciones sin haberlas etiquetado de ninguna forma. De eso se trata: de experimentar. Las etiquetas ya las ponemos los que nos encargamos de escribir sobre el tema y así quedamos como unos pedantes que etiquetamos todo en inglés porque así creemos que parecemos más experimentados.

Pero no, soy el tonto de siempre, creedme. ¿Será este final bajonero del texto un “master drop” en toda regla?

Seguro que una cerveza lo soluciona, bendito alcohol. O un buen truja... ¡Hasta la próxima!

Pd: cuando tengáis sesiones nada de drogas del tipo que sean. Una cosa es el humor y otra cosa es hacer las cosas bien hechas desde la lucidez.


Si quieres saber más sobre este tema o proponerme algún tema sobre el que escribir, puedes contactar (discretamente) conmigo a través de INSTAGRAM @dopplerjdb / TELEGRAM @jdbbcn2 / eMAIL john_deybe@hotmail.com



domingo, 6 de julio de 2025

Una oda a los switch, los multitarea del BDSM



Desde la psicología contemporánea, ser capaz de ocupar distintos roles (relacionados entre si) significa poseer una alta función ejecutiva: es decir, la habilidad para cambiar de perspectiva, empatizar, adaptarse al contexto y regular las emociones propias. Desde una perspectiva de desarrollo, el switch no contradice su identidad, sino que la expande, además, esta dinámica satisface distintas partes de su personalidad: una que necesita control y expresión del poder. La otra que busca rendición y entrega. El hecho de no limitarse a un solo rol refleja integración interna más que conflicto, aunque nosotros, visto desde la distancia, lo entendamos como indefinición.

La psicología humanista destaca al switch como parte de un proceso donde conocer y abrazar múltiples facetas de uno mismo. Un switch tiene la capacidad de entrar en distintos “yoes” sin perder el sentido de quién es, encontrando significado no solo en la fisicidad de la sesión, sino en la posibilidad de habitar múltiples versiones de sí mismo.

Ser switch no es estar confundido, ni carecer de identidad clara. Es tener la capacidad de habitar la complejidad. Disponen de inteligencia emocional y adaptativa.

Desde la psicología contemporánea, ser capaz de ocupar distintos roles (que están relacionados entre sí) significa tener una buena función ejecutiva. No hablamos de usar Excel ni de llevar traje gris: hablamos de cambiar de perspectiva sin explotar emocionalmente, empatizar con los demás sin perder la paciencia y regular tus emociones sin tener que gritarle a una almohada. En términos más humanos: un switch puede ir de “Mando yo” a “Mándame tú” sin perder el hilo de quién es. Todo esto mientras mantiene la compostura, el consentimiento, y hasta la playlist que suena de fondo. Nota mental: escuchar a Melendi durante una sesión BDSM debería tener pena de cárcel. 

Desde la psicología del desarrollo, ser switch no es una contradicción, es una expansión de la personalidad. Como si tuvieras dos apps abiertas al mismo tiempo: una versión de ti necesita control, estructura y sentir que el universo obedece tus órdenes. La otra quiere soltarse, rendirse y dejar que alguien más lleve el volante (y ojalá tenga manos firmes).

La psicología humanista incluso aplaude esto asegurando que el switch está en proceso de descubrir y abrazar las múltiples capas de su yo. Lo que para otros es “¿pero eres dominante o sumiso?” para el switch es: “Hoy soy todo eso... y además traigo pizza y cervezas”. Ser switch no es estar confundido. Es tener la flexibilidad emocional de un camaleón con inteligencia emocional, adaptabilidad, autoconocimiento… y quizás una pequeña colección de collares y esposas en el cajón.

Lejos de ser una crisis de identidad con látigo incluido, esto demuestra integración y paz interna, no confusión. En otras palabras: no estás hecho un lío, simplemente tienes varias versiones funcionales y sexy de ti mismo, y sabes cuándo usar cada una.

Si me preguntáis que opino desde el tema, quizás mi opinión os sorprenda: nunca he entendido a los switch. Me esfuerzo por entenderles pero no lo consigo. Mi cerebro es binario, mil disculpas.

Lo que no significa que haya dominado a muchas switch y haya disfrutado como nunca de la experiencia.

viernes, 4 de julio de 2025

Brat-Taming: rebeldía y control en el BDSM

 



Dentro del diverso mundo del BDSM, existen muchas formas de relacionarse en el juego (que tanto nos gusta) donde establecemos dinámicas de poder consensuadas. Una de las más juguetonas, intensas y malentendidas es la que involucra a las brats y a quienes disfrutan del arte del brat-taming. Vale, ya estamos con las definiciones en inglés. Al final alguien pensará que soy el tonto de las etiquetas anglosajonas. Y estará en lo cierto. Pero tenemos que etiquetar para diferenciar y recordar y, sobre todo, tenemos que etiquetar para saber el precio de las cosas en el supermercado.

¿Qué es una Brat? Una brat es una persona sumisa dentro del BDSM que expresa su sumisión de forma desafiante, juguetona o provocadora.  Lejos de ser una falta de respeto o una desobediencia arbitraria, esta dinámica está cargada de intencionalidad emocional, tensión erótica y complicidad psicológica. En lugar de obedecer de forma inmediata o pasiva, la brat se caracteriza por provocar de forma deliberada a su dominante o ponerle a prueba los límites con sarcasmo, desafío o humor. Desobedece pequeñas órdenes de forma controlada y busca atención a través del conflicto.

Importante: El comportamiento brat no implica una falta de respeto real. Es una forma de expresión consensuada y dentro del marco de una dinámica segura y negociada.

¿Qué es el Brat-Taming?

El brat-taming —literalmente, “domar a la brat”— es el estilo de dominación diseñado específicamente para manejar, contener y canalizar ese comportamiento desafiante. Es una danza de poder donde el dominante no solo tolera la rebeldía, sino que la disfruta y responde a ella con firmeza, astucia y control. El dominante (Brat-Tamer) se caracteriza por no se dejarse manipular emocionalmente. Además de tener paciencia y, también, límites claros.     Disfruta del juego psicológico, la persuasión y el castigo consensuado y entiende que el desafío es una forma de búsqueda de conexión que necesita la persona sumisa..

¿Pero funciona esta dinámica?

He de confesaros que a mi no. Pero hay mucha gente que les funciona porque está basada en una tensión erótica y emocional cuidadosamente construida. Para la brat, desobedecer es una forma de decir: “Quiero que me prestes atención”, “Confío en que puedes manejarme”, o incluso “Quiero sentir tu poder”. Para el brat-tamer, cada acto de rebeldía es una invitación a reafirmar la autoridad de forma creativa, firme y consciente. Se retroalimentan constantemente. Es como jugar al policía y al ladrón en un cuento de nunca acabar.

Como en cualquier práctica BDSM, el brat-taming debe contemplar un consentimiento explícito, límites claros y negociados, debemos usar (como siempre) palabras de seguridad y sería interesante (como siempre) un buen aftercare para reconectar emocionalmente después de una sesión porque esta dinámica de poder y subversión puede llegar a ser intensa y puede parecer "demasiado" real en cuanto a que podemos olvidar que toda esa lucha, no son mas que unos roles. Reconectar con la realidad y la igualdad es necesario porque una dinámica de brat-taming mal entendida puede cruzar fácilmente la línea hacia la humillación no deseada o la frustración emocional.

El brat-taming no es un combate de egos, sino una danza cuidadosamente acordada entre provocación y contención. Es una dinámica que combina humor, sensualidad, psicología y poder, todo dentro de un marco de seguridad emocional. Cuando se practica con respeto, madurez y claridad, puede ser una de las formas más intensas y gratificantes de conexión BDSM.

Como he dicho, a mi no me gusta, podéis pensar que es porque se trata de una práctica donde ponen a prueba mi autoridad. Pero no es así, sencillamente no me gusta porque odio los conflictos, aunque sea en un juego de roles.

viernes, 27 de junio de 2025

Por qué el BDSM no siempre es sexo (y por qué eso no lo hace menos intenso)

 



Cuando alguien escucha por primera vez la palabra BDSM, su mente se dispara hacia direcciones opuestas. Una dirección apunta a una película con guion lamentable y actuaciones cuestionables (sí, esa que empieza con “Cincuenta sombras… ”)  y la otra dirección apunta a una lóbrega mazmorra llena de látigos, cuero, y un nivel de sudor que haría palidecer el de cualquier gimnasio. En ambos casos, todos imaginan que incluye un encuentro sexual.

Pero hay otra gran verdad: el BDSM no está necesariamente ligado al sexo.

Lo repetiré por si alguien se atragantó mientras leía esto bebiendo su tercera kombucha del día: muchas prácticas BDSM no incluyen sexo en absoluto. En absoluto.

“¿Cómo que no hay sexo? ¿Entonces qué hacéis?”  te preguntas mientras corres a la cocina a coger una fregona... menudo desastre, todo el suelo lleno de kombucha.

Os contestaré: hacemos sudokus y cocinamos cupcakes... ¡Pues claro que no! Al margen del sexo hacemos muchas cosas, desde atar con cuerdas durante horas sin quitarse ni un calcetín (es decir, con la persona sumisa completamente vestida) hasta juegos de obediencia donde la única fricción es la emocional. El BDSM, lejos de ser un simple preámbulo al sexo, es una forma de relación, de juego, de poder y entrega, que puede O NO tener un componente sexual explícito. De hecho, para muchas personas (entre las que me incluyo) el foco está en la dinámica, no en los genitales.

Cosas que cuentan cómo BDSM sin sexo (y son intensas igual o más) pueden pasar por el control absoluto, por ejemplo: ordenar a la otra persona no hablar. ¿Quién necesita sexo cuando el silencio es tan erótico? También juegos de roles, desde sirvientas desobedientes hasta profesores estrictos. ¿Sexo? No siempre. Azotes, bondage, restricciones: la piel se enciende, pero eso no significa que haya penetración de ningún tipo. Obediencia, castigo y recompensa. Domesticación, servicio, rituales (a veces planchar una camisa puede ser más erótico que desvestir a alguien).

¿Os parece ridículo? A mi no, y no quiero decir con esto que me excite que una sumisa me planche las camisas vestida de colegiala. Para nada. Pero no por eso, pienso que sea ridiculo. Cada cual con cada que.

¿Entonces no hay excitación? Muchas prácticas BDSM son sexualmente estimulantes. Pero eso no significa que concluyan en sexo explícito porque nuestro cerebro es más complejo. Hay personas que tienen orgasmos con presión emocional, con dolor placentero, con sumisión profunda, con el juego mental. A veces, lo físico se queda corto frente a lo psicológico. He visto muchas veces a una sumisa llegar al orgasmo solo con tocarla, solo con ordenarle algo, solo con estar inmovilizada. ¿Alguna vez habéis alcanzado un orgasmo cuando os frotaban los pezones? Reconozco que el símil es burdo, pero por ahí van los tiros. ¿Es tocar los pezones de alguien tener sexo? A eso me refiero.

Incluso para otras personas, la excitación sexual (sin sexo) ni tan siquiera es parte de la ecuación. Puede ser espiritual, emocional o simplemente una forma de conexión íntima que no pasa por lo genital.

Decir que todo BDSM lleva al sexo borra una parte de la sociedad que practica BDSM como pueden ser las personas asexuales que aman el BDSM sin deseo sexual. O las parejas que han descubierto una nueva dimensión de su vínculo a través de la disciplina o el protocolo. O los practicantes que disfrutan del poder, la entrega o la contención sin necesidad de un clímax tradicional.

Es importante comprender que el BDSM no siempre es sexo porque rompe con esa idea de que todo lo que sea BDSM y no termine en una relación sexual, no es válido. Pero lo es. Y mucho. A veces el BDSM es más ropa, no menos. En vez de desnudar el cuerpo se desnuda el alma, el ego y el deseo de control o entrega. Y eso, es mucho más íntimo que el sexo con luces apagadas y sábanas revueltas. Así que la próxima vez que alguien diga: “¿BDSM? Ah, eso es sexo perverso ¿no?” podéis decirle con una sonrisa y una ceja levantada: “tú eres tonto, chaval”. O “tonta”, seamos igualitarios. O tonte, vale.

miércoles, 25 de junio de 2025

¿Que es el "after marks appreciation"?


Hay gente que cree que, en las prácticas BDSM, siempre acaba alguien con alguna marca física. Y en el 99,99% de los casos creen que es la persona sumisa quien sufre esas heridas en su piel. Estoy de acuerdo en que si alguien acaba marcado en una sesión (casi) siempre será la persona sumisa... a no ser que la persona dominante se golpee la rodilla con la esquina de una mesa. Aunque, la realidad es que existe hay mucha gente sumisa que huyen del dolor que acaba en marca. Otras personas prefieren, por motivos evidentes, no volver con marcas a casa. Sea por dolor o por discreción... no aceptan ni tienen marcas.

Por supuesto, hay otras personas que si aprecian el dolor y las marcas, e incluso para algunos otros, esas mismas marcas tienen un significado especial. Podríamos traducir el "after marks appreciation" como “valorar las marcas que quedan". Una importancia que va más allá de lo puramente visual.

Para muchos practicantes, las marcas son testigos silenciosos de ese vínculo de confianza, entrega y control que se estableció durante la sesión. Mirarlas juntos después es un momento de orgullo (por haber llegado juntos hasta ese lugar de entrega y control), de cuidado (revisar que todo esté bien físicamente), de conexión emocional (reforzar el vínculo) e incluso de ternura (acariciar las zonas marcadas con suavidad).

Para el dominante, puede ser una forma de admirar el resultado de su control físico y emocional; para el dominado puede ser una forma de sentirse validado en su entrega y resistencia. Las evidencias de su obediencia.

¿Y como se “aprecian” estas marcas que quedan después de la sesión? Puede ser de muchas formas: fotografías privadas o artísticas (muchos lo consideran parte del arte erótico del BDSM), también en forma de caricias suaves sobre las zonas marcadas. O comentarios de orgullo o ternura (“Mira lo preciosa que ha quedado esta marca, eres increíble”). Incluso para algunas parejas BDSM, esas marcar sirven para registrar un progreso, llevando diarios de sesiones con las fotos de las marcas como memoria de su evolución.

Pero no solo eso, seamos lógicos: el “after marks appreciation” también sirve para revisar que no haya hematomas demasiado profundos, comprobar la salud de la piel (en prácticas como el bondage o los azotes), aplicar cuidados: cremas, masajes, hielo si es necesario. 

Para algunos, las marcas son casi sagradas, para otros, es simplemente un detalle visual. Algunas personas no quieren marcas visibles; otros las desean intensamente como prueba de entrega.

En resumen, el “After Marks Appreciation” es un ritual más dentro del BDSM que combina admiración, cuidado, memoria y conexión emocional. Es mirar el cuerpo del otro como un lienzo donde quedó impresa un momento compartido. Las hendiduras de la cuerda aun marcadas en la piel, la rojez donde han habido azotes, marcas de látigos y castigos mucho más duros.

Pero  BDSM no es dolor (si no lo deseamos), tampoco es apreciar esas marcas (si no queremos que queden en nuestro cuerpo). BDSM es hacer lo que nos apetezca (de forma consensuada) dentro de un rol. 

No son mejores dominantes ni dominados los que practican la violencia dentro de la sesión (e incluso luego admiran esa marcas). Simplemente son personas que hacen lo mismo que tu, aunque de forma diferente.

lunes, 23 de junio de 2025

El Amo 2.0 (o el BDSM en la era de la inteligencia artificial)



El los últimos tiempos, el BDSM ha dejado de ser un tema tabú para convertirse en un fenómeno cultural cada vez más aceptado, debatido y estudiado. Pero esos nuevos tiempos también nos han traído, además de inodoros inteligentes conectados a Alexa o traductores de ladridos perrunos, a un nuevo actor que ha transformado de manera radical las dinámicas tradicionales de poder y sumisión: la inteligencia artificial. También conocida como IA o como "dime que cuanto mide de altura Brad Pitt".

Dentro de la práctica BDSM, la figura del "Amo" (Dominante) representa el control, la autoridad y la capacidad de guiar, cuidar y explorar los límites consensuados de la persona sumisa. La figura del dominante implica no solo conocimiento técnico, sino una sensibilidad emocional y una comunicación constante para garantizar el bienestar físico y psicológico de ambos. 

De repente, con la llegada de tecnologías cada vez más sofisticadas, algunos practicantes empiezan a explorar una alternativa inédita: los “Amo Artificiales”. A diferencia de un humano, la IA no se cansa, no improvisa mal, no olvida límites de seguridad y ofrece una constancia implacable. Para algunas personas, especialmente aquellas con experiencias negativas previas o con dificultades para encontrar un dominante que se adecúe a sus características, o simplemente viva cerca, el dominante IA ofrece un entorno seguro, predecible y absolutamente controlado. Además, permite explorar fantasías sin el componente de vulnerabilidad emocional que supone la interacción humana. Y lo mejor de todo, si no te gusta apagar el ordenador o el teléfono móvil y te pones a ver un nuevo capítulo de "Los Bridgerton", sin resentimientos, sin culpas, sin traumas. La IA minimiza las malas experiencias (básicamente porque es una "falsa experiencia". Sin embargo, esta "perfección algorítmica" también genera debate: el BDSM no es solo técnica, sino también una compleja relación emocional y psicológica. La voz firme del dominante, el contacto visual, el vínculo afectivo, la complicidad no verbal... son aspectos que, al menos por ahora, una inteligencia artificial no puede replicar del todo. Lo hará, de eso estamos seguros, pero ese dia, la humanidad habrá puesto la primera piedra de su extinción. Y mira que hemos visto decenas de veces "Terminator", pero no aprendemos.

Por otro lado, surgen preocupaciones sobre la deshumanización, adicción a experiencias controladas y pérdida de habilidades sociales así como esa negociación (esas conversaciones) que son esenciales en las dinámicas BDSM. ¿Prefieres tener un amigo IA si puedes tener un amigo real? ¿Prefieres tener una pareja IA pudiendo tener una pareja real? La IA es una solución temporal y segura pero no es la solución, Desde mi punto de vista, para comenzar a conocer el universo BDSM y también para jugar solo en casa con prácticas que te sugiera esa IA... funciona. 

Pero para mi el BDSM es piel, sudor y firmes susurros. El debate está abierto. El Amo Artificial es una herramienta complementaria, útil para sesiones en solitario o para explorar aspectos concretos de la sumisión pero representa un riesgo de transformar el BDSM en una experiencia desprovista de su esencia: la humanidad en su perfil más honesto emocionalmente.

La revolución tecnológica que estamos viviendo propone cuestiones éticas, psicológicas y emocionales en prácticas donde, hasta ahora, el elemento humano había sido imprescindible. Dentro de poco tendremos sartenes con sensores y Bluetooth que nos dirán cuándo darle la vuelta al filete (o lo harán por si mismas). O un robot que busque por la casa los calcetines desparejados que han salido de la lavadora.

La inteligencia artificial ha llegado al BDSM. Y como siempre, ese nuevo poder está en manos de quienes decidan utilizarla. ¿Mi recomendación? Si queréis ser sumisos/as y no tenéis experiencia real, puede ser una alternativa, la IA os servirá para encontrar información sobre BDSM e incluso para convertirse en ese dominante virtual que os proponga tareas que os servirán para analizar vuestra reacción a las mismas. Pero eso NO es BDSM, siento ser tan rotundo. 

Debemos recordar siempre que ayudar no significa sustituir.

domingo, 22 de junio de 2025

Existe el "unicornio" en el BDSM (y no es un animal mágico)


En el complejo universo de las relaciones afectivas y sexuales contemporáneas, entre las que podemos incluir a algo tan alternativo pero tampoco contemporáneo como es el BDSM, ha surgido una nueva palabra que está ganado especial notoriedad. Nos encanta ponerle palabras a todos. Y si es en otro idioma, mejor, que así pareceremos todos lo inteligente que no somos. La palabra es unicornio. Pero es solo una palabra, como todo el mundo sabe, el unicornio es una figura de ficción, una criatura mítica que va siempre con el cuerno por delante y vomita arcoiris. 

¿Y en el argot? Un unicornio es aquella persona dispuesta a incorporarse como tercer participante en una relación BDSM ya establecida. En la mayoría de los casos como persona sumisa.

¿Por qué llamarla Unicornio? La respuesta no debería sorprendernos: el unicornio es un animal extremadamente difícil de encontrar. Suele pasar con los animales que son inventados. 

Encontrar un unicornio en el mundo BDSM requiere de una combinación de factores poco frecuentes: disposición, intereses compatibles, atracción por ambos miembros de la pareja, una comprensión de las dinámicas afectivas no convencionales y un conocimiento del BDSM. Además de todo eso, muchas parejas no solo busca un deseo físico en el unicornio sino que también esperan de ese animal mítico una férrea discreción, límites claros y una comunicación impecable, lo que restringe aún más las posibilidades.

En plataformas de citas, foros especializados y comunidades, abundan los anuncios de parejas en busca de su particular unicornio. Algunas aplicaciones incluso permiten filtrar específicamente por personas que buscan ser ese tercer elemento. ¿Es fácil encontrar un unicornio? Por supuesto que no... y menos aun en el entorno BDSM.

En una pareja ya establecida (dentro del BDSM) se debe incorporar al unicornio en las sesiones considerando por delante de todo los deseos, límites o bienestar emocional del recién llegado. Es decir, evitar incorporar al unicornio como quien se compra un látigo nuevo o un animal de compañía. De ahí la importancia de un enfoque ético y consensuado que haga que el recién llegado esté en igualdad de condiciones en todos los términos. Aunque haya llegado el último debe ser un igual desde el primer minuto. No hablamos del trío convencional sino de alguien que se incorpora en una relación BDSM ya establecida y construida con el tiempo. Y eso debe manejarse con extremos cuidado por todas las partes.

Siempre han existido los trios y puede que el ponerle una etiqueta a esto sea una tontería más propia del siglo XXI donde cualquier cosa se transforma en un hastag. Pero también es verdad que el auge de las redes sociales y la apertura hacia formas alternativas de sexualidad y relaciones; por otro, visibiliza los retos del consentimiento y la objetivación dentro de estas prácticas. Para muchas persona, la experiencia de ser el tercer recién llegado puede ser liberadora y divertida, pero requiere  de una madurez emocional, capacidad de negociación y mucha comunicación.

El peligro de encontrar un unicornio es, básicamente, caer en el error de trivializar a esa persona recién llegada y que se lo tome como un simple juego. EL BDSM, para que funcione, además de divertido, ha de ser algo que, durante las sesiones, nos lo tomemos como un juego real donde todo cuanto sucede, aunque estemos dentro de un rol, sea tan intenso como auténtico.

El unicornio en el BDSM, un mito moderno que, como en los cuentos, solo aparece cuando las condiciones son excepcionales.