lunes, 28 de junio de 2021

Aboulomanía Vs sumisión

Pareja no aguantó las ganas y se puso excesivamente cariñosa en la calle.  ¿Su final? Muy doloroso | Upsocl

¿Por qué alguien desearía someterse voluntariamente a las órdenes de otra persona? Esta pregunta podría formularse de mil formas, aunque dos de sus palabras seguirían siempre ahí: "por qué". 

Históricamente, el sometimiento a otros era un acto involuntario; "esclavitud". Podría exponer las razones por las que me gusta dominar a otra persona, pero este texto no va de eso.  Vayamos a la otra parte del espejo: ¿por qué obedecer a alguien? Hay miles de respuestas, desde la más obvia de gente que sienten placer en sentirse útiles. Un placer que va de lo emocional a lo sexual.

Pero existen muchos otros motivos.

Hoy hablaré (escribiré) sobre uno de los motivos que mueven a la gente a convertirse en sumisos/as y que solemos obviar porque parece desidia (el peor defecto que puede tener una persona que quiere ser dominada). Hay personas que quieren ser sumisas simplemente para no tener que decidir. No hay más, podríamos desarrollar esta idea con párrafos y más párrafos, pero siempre acabaríamos en el mismo lugar: no tener que decidir nada.

Desde el desconocimiento, asociamos el no querer decir con una falta de ambición e incluso con una desidia o pocas ganas de trabajar en algo.

Pero no, resulta que la incapacidad para tomar decisiones tiene un nombre: Aboulomanía.

Síntomas de la aubolomanía

  1. Rechazar tomar responsabilidades
  2. Necesidad constante de estar acompañado si va a tomar una decisión
  3. Actitud pasiva en las relaciones con la pareja
  4. Evadir exponerse públicamente por temor a ser desaprobado o criticado
  5. Evitar salir de una relación para no sentir que está indefenso
  6. Problemas para expresar desacuerdo con otras personas

 ¿La aboulomanía tiene tratamiento? Lo tiene y está en ese campo de la terapia,  dependiendo siempre de como te afecte eso en tu vida diaria y de la necesidad que tengas de solucionarlo porque algunas personas que sufren aubolomanía acaban sufriendo también depresión.

¿Y qué tiene que ver esto con el BDSM? Saber un poco más acerca de la aubolomanía es encontrar alguna respuesta a esos "por qué" de los que hemos hablado (escrito) antes.

Existen personas que quieren ser sumisas porque eso les otorga un escenario donde no decidir absolutamente nada. Esa sumisión puede llegar al control de la ropa, del aspecto, etc. donde el amo ordena a la sumisa como ha de vestir, etc y esta coartada es perfecta para alguien que padece aubolomanía, aunque sea en grado menor.  Imaginad a alguien que no quiere decidir e imaginad que encuentra a alguien que le dice todo cuanto debe hacer y cómo debe hacerlo. Imaginad a esa persona que antes ha tenido relaciones sexuales donde nunca ha llevado la iniciativa y eso le hace sentirse mal o hace creer a los demás que es demasiado pasiva en el sexo. Imaginad lo que significaría para una que padece aubolomanía encontrarse que hay una cosa llamada "sumisión" donde tan solo debe obedecer.

Una bendición, en efecto.

Y es aquí donde radica la perversidad de la propuesta. Puesto que tener a alguien que te ordene las cosas no debería ser una solución a un todo. Puede ser la solución a tu aboulomanía en el sexo, puede serlo en determinadas situaciones o en solucionar tu indecisión en como debes vestir o debes cortarte el pelo. Pero no debería ir más allá. 

Si padeces alguno de los síntomas de la aboulomanía y crees que convertirte en sumiso/a es la solución a parte de eso, perfecto, adelante. Si crees que puedes obtener más placer si alguien toma las riendas al cerrarse la puerta de la habitación, adelante también.

Pero debes tener claro que tú sigues siendo tú aunque alguien tome ciertas decisiones por ti.



martes, 22 de junio de 2021

Pácticas: Tatuajes (o marcas) en el BDSM

Tatuaje: ¿Que es el tatuaje?

Existe una práctica que consiste en marcar a la persona dominada con el propósito que sea. "Marcas de propiedad" podríamos llamarlas. Como podéis advertir no he hablado del propósito en concreto ni del tipo de marca. Lo que importa es que estamos hablando de una marca permanente (que quedará de por vida) y que nos recordará a quien pertenecemos o pertenecimos.

Mi opinión sobre las marcas permanentes en el BDSM es que no me gustan especialmente. Obligar a tu sumisa a hacerse un tatuaje si ella está de acuerdo, sigue pareciéndome algo que escapa a como entiendo el BDSM. En realidad creo que NUNCA ni NADIE, por muy dominante o dominado que sea, debería obligar a otra persona a marcarse de por vida, porque una marca es para toda la vida y una marca se asocia a una persona, a un momento. Si, por lo que sea, esa relación acaba no demasiado bien y la persona dominada no guarda buen recuerdo de esa etapa de sumisión en su vida, la marca se encargará de recordárselo cada día.

¿Qué tipo de marcas existen? Aclarar primero que hablamos de marcas permanentes, obligar a la sumisa a hacerse un tatuaje de henna, ponerse un piercing o teñirse el pelo de rosa son marcas visibles pero temporales. 

Las marcas permanentes más comunes en el BDSM son.

Tatuajes: no vamos a explicar aquí lo que es un tatuaje, todos lo sabemos y sabemos cuanto de permanente hay en pintarse la piel para siempre. Es verdad que, actualmente, podría ser la práctica menos "permanente" de las 3 porque un tatuaje (especialmente si es pequeño como una letra) puede borrarse con láser o tatuar otra cosa encima, pero siempre quedará algo en ese trozo de piel que nos recuerde lo que sucedió.

Escarificación: con esta práctica estamos hablando simplemente de cortes que, con la cicatrización, forman una marca, una letra, algo con significado (habitualmente). Es una práctica que utilizan muchas culturas para marcarse la piel y requiere de mucha práctica y (igual que el tatuaje) algo de arte.

Quemaduras: Tampoco hace falta que entremos a lo que es una quemadura. La quemadura en el BDSM suele ser una letra o un símbolo pequeños. La diferencia, respecto a la escarificación y los tatuajes es que mientras las dos primeras prácticas las ha de hacer un profesional, la quemadura puede hacerlo la persona dominante, lo que establece un grado de intimidad más importante en esta práctica.  La única cosa que tenemos que tener en cuenta es el dolor que podemos causar durante la quema y los cuidados posteriores que hemos de hacer de la quemadura para que sane.

Podríamos sumar a esto los piercings, pero como son algo que puede ser temporal, aunque el sentido sea parecido (marcar a la persona sumisa), no creo que pueda compararse con una marca para toda la vida donde, además, podamos dibujar letras o símbolos.

La marca de propiedad que prefiero, aunque no lo sea realmente, es el collar. Cuando comienzo con una sumisa nueva le pongo un nuevo collar alrededor del cuello y lo lleva siempre que está a mi servicio. El collar es un símbolo (como puede serlo un anillo o un colgante con simbologias BDSM) que pueden transmitir a la sumisa la sensación de pertenencia pero solo durante la sesión.

jueves, 17 de junio de 2021

Ese cuarto encuentro (relato)

Mega Post 150 Gifs BDSM - Poringa!

 El siguiente escenario, en la iniciación de Mariposa, era inevitable. Si habéis leído las anteriores entregas/propuestas sabréis entonces que esto es un increscendo, una fotografía detrás de otra, a cada cual adentrándose más aún en esa cueva que son nuestros deseos más oscuros deseos donde la literatura es una suerte de candil que arroja un poco de luz que evita que nos perdamos. En este nuevo escenario Mariposa entra en mi casa como en las tres ocasiones anteriores. No perderemos tiempo diciendo quien es Mariposa, como de maravillosa me parece o por qué viene a mi casa a encontrarnos por vez primera.

Mariposa va a convertirse en mi sumisa, ese sería el resumen para los recién llegados.

Siguiendo nuestro juego de control del vestuario, Mariposa ha venido vestida como su amo la ordenó. Viste una falda plisada con estampado escocés y una camisa blanca. Sonreímos y después la cojo de la mano y me dirijo al interior de mi piso. Tampoco hay besos en esta ocasión, ni tan solo uno de esos besos cariñosos en la mejilla. No porque no nos apeteciese sino para no perderte en el bosque debes conocer el camino.

No le voy a preguntar si quiere tomar algo porque conozco su eterna indecisión y porque no quiero darle tiempo a pensar. Debo actuar, debemos actuar. Hemos mantenido muchas conversaciones para dibujar el escenario de nuestro primer encuentro, para hacer un story board de lo que será nuestra primera película. No debo preguntar a Mariposa nada más, no debo dejarle ni un resquicio de pausa para que sus miedos se aferren y se quede congelada.

Guiándola, pasamos de largo por el comedor y llegamos hasta la habitación. Mariposa observa la cama y comienza a temblar. Yo la abrazo y le susurro una única frase al oído.

-Confía en mí, mariposa.

Lo que iba a suceder, lo habíamos hablado antes, revisando cada práctica, poniendo límites y salvando dudas. A pesar de ello, Mariposa temblaba como esos corderos que van camino del matadero. Por eso, ese abrazo conciliador quizás fuese un error en esta historia, pero un error necesario.

La ordené que se pusiese a cuatro patas sobre la cama. Mariposa lo hizo, sin dudarlo, a pesar de su timidez, de su miedo, de sus dudas. Al fin y al cabo, obedecer sin pensar era lo que más le gustaba, poco importaba lo que sucediese. A pesar de que supiese cuanto iba a suceder. Con el paso de los años, Mariposa había aprendido que si quería algo, su personalidad la empujaba a tener que pedir ayuda para conseguirlo. ¿Acaso vosotros sois tan autosuficientes para no necesitar a nadie en la vida? ¿Si? Entonces iros a vivir a una isla desierta. Porque resulta que somos personas viviendo en un mundo rodeados de otras personas. Un mundo agresivo, competitivo, un mundo donde cada uno mira por su propia supervivencia. Por eso, en ocasiones, pedir ayuda para conseguir algo no es un signo de debilidad, sino un reflejo de como encajas tú en la sociedad que te ha tocado vivir.

Levanté su falda y observé su tanga, estaba mojado, una mancha húmeda que se pegaba a los labios de su vagina revelando esa línea que revelaba la entrada a su sexo. Cogí los lados del tanga con los dedos y los deslicé por sus muslos para bajarlo hasta sus rodillas. Después me tomé mi tiempo para observar su coño mojado. No hablo de vagina, tampoco de sexo, ahora, observando esa parte del cuerpo de Mariposa, me niego a utilizar símiles. Seguí mirando, memorizando cada uno de sus pliegues, su forma, su olor y su tacto. Debía conocer ese coño de memoria, incluso a oscuras, porque es tan importante aprender como funciona los engranajes dentro de la cabeza de tu sumisa como importante es conocer los secretos que esconde su cuerpo.

Estamos hechos de carne, huesos y vísceras. Somos la creación más perfecta que existe. Pero ahora, ahí mismo, a cuatro patas encima de mi cama, lo único que yo quería era aprender y enseñar. Y en ese camino, encontrar el placer más mundano que existe, ese placer anclado en nuestra carne, en nuestros huesos y en nuestras vísceras.

Deslicé uno de mis dedos por sus labios húmedos metiendo un poco en su sexo. Mariposa suspiró, pero se quedó inmóvil, Luego, con otro de mis dedos comencé a describir círculos alrededor de su ojete hasta meter otro dedo. Con un dedo dentro de su sexo y otro dentro de su culo, comencé a moverlos dentro y fuera con suavidad mientras deslizaba mi otra mano hasta sus cabellos y tiraba haciéndola arquear la cabeza y la espalda. Estuve así un buen rato, metiendo y sacando los dedos de los agujeros de mi sumisa hasta que tuve que detenerme por miedo a hacerla correr. Todavía no era el momento.

La dejé descansar un rato, a cuatro patas encima de la cama, mientras iba a buscar varios preservativos y un tubo de vaselina. Se los enseñé a Mariposa quien sonrió avergonzada. Después desabroché los botones de su camisa y se la quité dejándola en sostenes y la falda. Me coloqué tras ella y vacié una buena cantidad de lubricante en su sexo y su culo, esparciéndolo con cuidado y metiendo de nuevo los dedos en ambos lugares para lubricarlos tan bien por fuera como por dentro.

-¿Qué va a suceder ahora, mariposa? -pregunté mientras la lubricaba.

-Vas a usarme amo,

-¿Por qué voy a hacerlo?

-Porque soy tuya, amo. Puedes hacer lo que quieras conmigo.

-¿Tienes miedo?

-Estoy nerviosa amo porque vas a usarme. Es lo que quería y estoy excitada, pero la vergüenza también me puede.

Mientras ella contestaba me había puesto el condón. Sin decir nada la cogí de las caderas y metí mi pene en su sexo hasta el fondo. Después agarré de nuevo con fuerza su pelo y comencé a cabalgarla mientras propinaba cachetadas en su culo, recordándole que me pertenecía y que iba a hacer cuanto quisiese con ella. Estuve follándola un buen rato mientras Mariposa hacía esfuerzos por no reaccionar, mordiéndose el labio para no gemir, cerrando los ojos, avergonzada. Le encantaba, pero también seguía teniendo una vergüenza paralizante. Era lo que ella deseaba, pero seguía siendo esa tímida muchacha que bajaba la vista cuando alguien la miraba. ¿Por qué Mariposa sentía tanto sonrojo si ya habíamos derribado todas las barreras y estábamos desnudos (o casi) y follando? Quien tiene el alma secuestrada por la vergüenza, es difícil que abandone su mente con apenas un par de embestidas. Aunque estuviese follándola durante horas y Mariposa se corriese una vez tras otra, seguiría secuestrada por su timidez. Debían pasar semanas, varios encuentros, para que el gusano eclosionase y surgiese de él una bella mariposa que echase a volar, totalmente liberada de la prisión del capullo.

Mientras la usaba para mi placer, comencé a meter un dedo en su culo. Habíamos hablado sobre el sexo anal y Mariposa me había dicho que, si estaba muy excitada, podía hacerlo. Parecía excitada, de eso no cabía duda. Decidí que iba a sodomizarla, primero porque me apetecía y en segundo lugar por todo cuanto significaba eso dentro de un primer encuentro entre amo y sumisa.

Saqué el pene de su sexo y lo coloqué en la entrada de su culo. Mariposa inspiró con fuerza, más nerviosa que nunca. 

-Con cuidado, por favor amo -susurró.

Empujé poco a poco, abriéndome paso en su interior, cogiéndola con fuerza de las caderas para acabar con mi pene completamente dentro de su culo. Con cuidado pero con decisión. Me quedé allí, sin moverlo. Intentando adivinar si Mariposa estaba bien o, por el contrario, intentaba ocultar el dolor. Porque aunque la ecuación del dolor es una máxima en el BDSM; habíamos decidido que en esa primera sesión ella no quería probar el dolor, ni tan siquiera siendo sodomizada.

Y entonces fue Mariposa quien empezó a moverse hacia delante y hacia detrás, haciendo que mi pene entrase y en su culo, follándose ella misma. Deslicé mis manos bajo su cuerpo y pellizqué sus pezones a través de la tela del sujetador. Mariposa ahogó un grito. Después la cogí de las caderas y continué sodomizándola, siendo yo ahora quien marcaba el ritmo. Al cabo de un rato saqué mi pene de su culo y la ordené que se diese la vuelta, Mariposa apenas se atrevía a mirarme a los ojos. Le quité los sostenes y la falda y la coloqué boca arriba para poner sus piernas encima de mis hombros. En esta posición, completamente abierta, volví a meter mi pene en su culo y a sodomizarla, cogiéndola con fuerza del cuello, también le di alguna que otra bofetada no demasiado fuerte, tiré de su pelo y le mordí en el labio, castigué sus pezones y continué usándola hasta que me corrí dentro de su culo.

Mariposa me miró directamente a los ojos. Esta vez sí. Estaba sonriendo. Orgullosa de que su amo hubiese alcanzado el orgasmo. Su recompensa.

-¿La próxima vez me atarás a la cama, amo?

-Claro mi dulce Mariposa -contesté.

Mi pene continuaba dentro de su culo.

-¿Te ha gustado, amo? -preguntó-. ¿Has sentido placer usándome?

La diferencia entre una sumisa y una que no lo es radica en una pregunta tan básica como esa. ¿Te ha gustado amo? Por supuesto que me gustó. Pero lo que más me gusta es ver el angelical rostro de la mariposa que había echado a volar, con el pene de su amo aun dentro de su culo. Maravillosa contradicción entre lo mundano y lo poético. Una dulce muchacha siendo usada por un amo. ¿Qué hay de poetico en eso? Yo os contestaré cuanto de poético hay en eso: la sonrisa de Mariposa, eso mismo.

Enamorarse de un amo

Mi collar.. | Penélope 

Vaya por delante que no sé si estoy demasiado convencido con la definición de eso que alguno llaman "amor". Existe lo de las mariposas en el estómago (si has estado corriendo con la boca abierta por un prado), también existe el estar a gusto con alguien (aunque no haya dinero de por medio), Existe la química del cerebro que se desata de golpe entre dos personas (alcohol mediante) y existen mil condicionantes subjetivos que nos hacen imaginar que es amor "tradicional" lo que estamos padeciendo. Como decía Groucho Marx, lo malo del amor es que muchos lo confunden con la gastritis y, cuando se han curado de la indisposición, se encuentran con que se han casado. Quizás eso explicaría por qué hay tantas farmacias como juzgados

Vale, aceptamos "amor" como animal de compañía.

Hablemos entonces de sentir algo por una sumisa (o por un amo) más allá de la sumisión, una atracción personal fuera de látigos y collares. ¿Puedo enamorarme de un amo? Si crees que puedes, entonces sí. Del mismo modo el amo puede enamorarse de la sumisa. Quizá la pregunta no sea "puedo" sino "he de". Debemos enamorarnos, siempre, incluso aunque no creamos en el amor" porque en el proceso se generan una emociones que nos empujarán a alcanzar eso otro que llamamos "felicidad". ¿Pero debo enamorarme de un amo?

Hay que tener cuidado en buscar en un amo algo más que simplemente un amo por una sencilla razón: la relación establecida  entre amo y sumisa nunca es una relación "al uso". Las relaciones entre amos y sumisas se circunscriben en una complejidad emocional e intelectual que está por encima de nuestra cotidianidad. Si a todo esto le sumamos el componente "amor" entonces estaremos construyendo un peligroso cóctel molotov que nos explotará en las manos si no sabemos manejarlo. En una relación de pareja hay que saber diferenciar perfectamente cuando adoptamos un rol y cuando no. Pongamos un ejemplo: sois dominantes y discutís con vuestra pareja por cualquier motivo, imaginad que después, en una sesión, utilizáis vuestra posición de superioridad para hacerle pagar por algo que no tiene nada que ver con la relación Amo/sumisa sino con la relación de igual a igual. Suena terrible, ¿verdad? Suena a abuso. Es abuso. Y lo peor es que la persona dominada no se está dando cuenta de ello. Ahora imaginad la persona dominada, quien se ve duramente castigada sin motivo, sin entender que las motivaciones vienen la vida cotidiana más allá de los roles. Y este es solo un pequeño ejemplo.

Los roles los tenemos perfectamente definidos, pero a veces pueden diluirse por sí mismos. Si sumamos el BDSM a una relación de pareja (o amor) puede tener consecuencias desastrosas. Y suelen tenerlas.

¿Puedes enamorarte de un amo? Por supuesto. ¿Debes? No te lo recomiendo.

Ni viceversa.


Un comienzo oral (relato)

 Classy Bdsm Blowjob | BDSM Fetish

Existen varias formas de comenzar cualquier cosa. Aunque lo relevante no es como comenzamos sino como acaba ese capítulo. En el deporte, en el trabajo, en las relaciones, en cualquier orden de la vida lo que marcara la continuidad de esa novela que es la vida, es el desenlace del capítulo, nunca el comienzo.

La historia de Mariposa incluye muchos comienzos para llegar a un único desenlace: convertirse en mi sumisa. El comienzo que voy a contar aquí y ahora sea quizás el más obvio, incluso el que peor me dispone para venderme como amo. El comienzo que vais a leer podría protagonizarlo cualquiera. Pero Mariposa y yo no somos cualesquiera, porque yo soy amo y porque ella es ella. Y es que, aunque sea un comienzo que parece ajeno al BDSM, es un gran comienzo.

Todo arrancó cuando Mariposa me informó de que ya creía estar preparada para encontrarnos. En ese mismo instante la ordené que viniese a mi casa, la orden incluía como debía venir vestida. Mariposa había aceptado, semanas antes, que yo controlase su vestuario así que esto, no era una novedad. Mientras las semanas pasadas ella se había vestido como yo quería para que la viese cualquiera menos yo, hoy iba a ser diferente. La ordené venir con pantalones cortos y una camiseta por encima del ombligo. La misma ropa que había visto yo en una foto de ella por vez primera.

Mariposa entró a mi casa a la hora señalada, vestida tal y como la había ordenado. Era la primera vez que nos veíamos. ¿Teníamos que darnos un beso de amigos? ¿Un frío apretón de manos? ¿Un abrazo? Nada de eso sucedió. Siempre he defendido que el primer contacto con tu sumisa sea cual sea, debe salir de la voluntad de ella. Y la voluntad de Mariposa estaba ahora mismo secuestrada por su timidez. Por eso no hicimos nada más que darnos la vuelta e ir caminando hasta el comedor.

- ¿Quieres beber algo? -pregunté.

Mariposa no supo qué contestar. Reconocí ese titubeo por haberlo visto antes. Decenas de veces. Ante una pregunta así, en un escenario como ese, solo caben dos respuestas, o si o no. La dualidad que mueve el mundo, lo binario de nuestro cerebro. Si o no. Si contestas SI puede que eso te ayude a relajarte, pero también echará el freno en toda la decisión que has reunido con esfuerzo para cruzar la puerta de mi casa. Si dices que no, aprovechas esa sinergia y actúas, obedeciendo, moviéndote hacia adelante sin que nadie te detenga.

No contestar es continuar sin detenerse a pensar.

-Quédate de pie frente a mí -ordené.

Mariposa obedeció. Cogí el bolso que colgaba de uno de sus hombros y lo lancé al sofá. Después me acerqué tanto a ella que nuestros rostros casi podían tocarse. Me hubiese gustado besarla, coger esa deliciosa cabecita y juntar mis labios a los suyos. No lo hice. No debía hacerlo aún.

Bajé mis manos hasta sus pechos y comencé a tocarlos por encima de la camiseta corta, lo hice a conciencia, como quien solo dispone de 1 minuto para disfrutar de esa parte del cuerpo de una mujer. En efecto, he dicho "disfrutar del cuerpo de una mujer" porque soy amo y ella era mi sumisa. No confundáis eso con cualquier otro tipo de relación. Yo estaba tocando los pechos de Mariposa porque Mariposa había decidido eso.

Podía haber metido una de mis manos dentro de sus pantalones, pero no lo hice. En vez de eso, la cogí con fuerza del pelo y la obligué a arrodillarse. Mariposa comenzó a temblar de forma tan evidente que era imposible no darse cuenta de ello.

- ¿Quién eres? -pregunté.

-Xiseta -contestó ella.

- ¿Quién eres? -volví a preguntar alzando un poco más la voz.

-Mariposa -rectificó ella rápidamente.

-Te he preguntado quién eres -pregunté de nuevo.

-Tu sumisa, amo.

-Ahora sí, sumisa. ¿Sabes que tienes que hacer?

Mariposa bajó la vista hasta mi entrepierna. Habíamos hablado de eso antes. Era la forma en que Mariposa se sentía más cómoda para comenzar, algo anclado a lo conocido. Nada de cuerdas ni azotes ni vendas en los ojos. Algo tan simple que ya había hecho antes como una mamada. Puede que lo que suceda a continuación parezca que tiene poco o nada de BDSM, pero lo que importa no son los actos sino la actitud.

-Se lo que tengo que hacer, ami -dijo Mariposa con la vista clavada en el suelo.

Hay momentos para actuar, momentos para pensar, momentos para hablar e incluso hay momentos para hablar sin pensar. Ahora tocaba actuar.

Mariposa colocó las manos en su espalda, tal y como yo le había indicado que debía hacer días atrás, se sentó sobre sus propias piernas, cerró los ojos y abrió la boca.

Volveréis a pensar: ¿Qué tiene de amo alguien que hace venir a una mujer a su casa para que le coma la polla? Mi contestación sería: fijaos en los detalles, no en lo grueso (y con lo de grueso no me refiero a mi pene).

Me bajé los pantalones, saqué mi pene y lo introduje cuidadosamente en la boca de mi sumisa.

-Comienza -ordené- y no pares hasta que no sientas el semen de tu amo derramándose en el interior de tu boca.

Lo reconozco, fue una frase algo “dramática” o “peliculera”, pero era una frase que definía perfectamente su tarea de principio a fin.

Con las manos en la espalda, lo único que le quedaba por hacer a Mariposa era meterse mi pene dentro de su boca y volverlo a sacar. Os preguntaréis por qué no le dejaba usar las manos. La respuesta es fácil: porque iba a educarla como me gustaba que me lo hiciesen a mí, no como sabía hacerlo ella.

-La lengua, Mariposa, usa la lengua -ordené.

Mariposa comenzó a mover la lengua alrededor de mi pene cuando estaba dentro de su boca, también paso su lengua por la parte de fuera y bajó hasta mis testículos. Finalmente volvió a metérsela en la boca. Bien hecho, Mariposa. Observé a aquella maravillosa mujer arrodillada y dándome placer. Nada que ver con la tímida muchacha que había entrado por la puerta minutos atrás. Al poco tiempo de conocernos ella me puso sobre aviso: “no me da miedo probar cosas nuevas, solo que en la vida real soy muy tímida e insegura. Pero yo luego una vez estoy, entonces ahí a tope”. Y vaya si estaba a tope, metiendo mi pene en su boca y volviéndolo a sacar, jugando con su lengua. Pero la situación requería un poco más, algo que la diese a entender quien mandaba allí. Cogí su cabeza y clave mi pene en su garganta todo lo que fui capaz, después la saqué de golpe. Mariposa se dobló sobre sí misma, con una arcada que la hizo abrir la boca y casi vomitar. Me miró sorprendida, sus ojos estaban llorosos, pero no como consecuencia de un sentimiento sino porque mi pene la había ahogado. Como cuando te lloran los ojos al vomitar.

-Ahora tú -ordené- ahógate Mariposa.

Mi sumisa obedeció sin dudarlo. Sí, acabo de decir “mi sumisa”, Mariposa era mi sumisa, sin lugar a dudas.

Comenzó a meterse mi pene en su boca hasta el fondo, tosiendo y con arcadas pero obedeciendo. Al cabo de un rato la ordené parar. No quería castigar tanto su garganta el primer encuentro porque no me apetecía la idea de que, al volver a su casa, estuviese lo que reste del día con la garganta rasposa. Prefería que se quedase con el orgullo de haber sido sumisa, no con la consecuencia física de ello.

-Ahora puedes utilizar tus manos -dije-, dame placer que para eso has venido, haz que me corra.

Mariposa sacó las manos de su espalda, cogió mi pene y testículos y comenzó a hacerme una mamada espectacular, de esas que pueden repetirse, pero recordarás el resto de tu vida. Me la chupaba a conciencia.  Recordé su frase de “una vez estoy, entonces ahí a tope”. Realmente estaba a tope. Esforzándose por darme placer, sin pensar en lo que hacía, actuando.

El secreto de la sumisión de Mariposa era que odiaba decidir nada, prefería actuar. Por eso, si su amo la ordenaba algo, ella se entregaba en cuerpo y alma. Porque el hecho de no tener que decidir la hacía feliz. Como la felicidad del mayordomo que sirve desde hace años a su amo o la felicidad del camarero que recibe una buena propina de un cliente por sus servicios. Ese era el placer de Mariposa, también su oasis: el no decidir, el actuar y el sentirse orgullosa de sus actos. El abstraerse de su vida y tener un propósito impuesto donde limitarse a hacerlo lo mejor posible. Sentirse útil sin tener que pensar en ello. Algo tan sencillo como imposible de hacer.

Noté que me iba a correr, se lo hice saber a Mariposa. Siempre hay que hacérselo saber la primera sesión. El orgasmo llegó pronto, mientras Mariposa seguía chupando. Mi semen inundó su boca, pero Mariposa aguantó con estoicidad, recibiéndolo todo y siguiendo su tarea hasta que no quedó ni una gota. Después me miró a los ojos, por vez primera y abrió la boca tal y como le había enseñado que debía hacer. Mostrando mi semen en el interior. Después cerró la boca, lo tragó y volvió a abrirla para demostrarme que lo había engullido todo.

Lección aprendida, examen superado.

-¿Quién eres? -pregunté.

-Tu sumisa, amo -respondió correctamente Mariposa, esta vez sí.

Y diciendo esto volvió a meterse mi pene en su boca para limpiar cualquier rastro de semen que pudiese quedar.

-Buena sumisa -dije…

Y ese era solo el comienzo.

Exhibirse por primera vez

 

Imgur Ex Album Self Portrait Cinemagraph On Imgur | CLOUDY GIRL PICS

Cuando conozco a alguien en la virtualidad (porque me escriben) si veo interés y compromiso, suelo pedirles algo que les descoloca. Les pido que se hagan una foto completamente desnuda (no es necesario que muestren su rostro) con las iniciales JD (John Deybe) pintada en su cuerpo con lápiz de labios. Algunas personas creen que pido esto para ver a la persona desnuda, imaginan que quiero esa foto para escoger en función de lo que veo. Nada más lejos de la realidad. Soy superficial, pero no tanto. No negaré que unos físicos me gustan más que otros, aunque eso nunca me condiciona cuando creo que esa persona es una sumisa. O puede serlo. Con el paso de los años he comprendido que cuando una persona me resulta interesante por su personalidad, acabo obviando su físico. El motivo por el que pido esa prueba es, principalmente, para que la otra persona confíe en mí. Porque enviar una foto así, a un desconocido, es un acto de fe más allá de lo razonable. Por supuesto que existe el componente exhibicionista, empujar a la otra persona a exhibirse es algo que siempre me ha gustado porque he descubierto cierto placer en la  vergüenza que sufre el (forzado) exhibido. El hecho de que escriban mis iniciales en su cuerpo desnudo es una forma de que entiendan que ese cuerpo (ahora desnudo) me pertenece.

He encontrado personas que decían que estaban dispuestas a todo, que harían cualquier cosa que les pidiese, y cuando les pido esa foto, desaparecen. Los motivos son varios y van desde la entendible cobardía a la falta real de compromiso, pasando porque muchas de esas personas no son quienes dicen ser o creen que yo no soy quien digo ser. Algo, por desgracia, común cuando comienzas en la virtualidad. Os preguntaréis cuando gente desaparece cuando les pido esa foto: muchas más de la mitad. Curioso ¿no? Pueden desaparecer también porque piensan que no soy amo, que solo quiero una foto de ellas desnudas para masturbarme, pero incluso en este pensamiento ya existe una diferencia entre esas personas y yo. Cuando alguien desaparece si le pido una foto no lo veo como algo negativo porque acaba siendo una primera criba que diferencia quienes respetan y respetan su decisión de ser sumisas, de las que no. Y si piensan que no soy amo por pedir eso, entonces mejor no ser su amo. Lo que no debe ser, no es.

P.Andrea Roa Fotografía : Bienvenidos al Blogger de la fotógrafa Colombiana  Paola Andrea Roa Medina.

Si alguien es capaz de sobreponerse a esa vergüenza y hacerse esa foto, con mis iniciales pintadas en su cuerpo, es una señal de que quiere con la misma intensidad que puede.

¿Opináis que es un error? ¿Qué es un acto más propio de un pajillero que de un amo? ¿Suponéis que me equivoco al pedir algo tan íntimo sin conocer a esa persona “en persona”? No escribo este blog para conseguir vuestra aprobación, sino para explicaros lo que hago, lo que siento. Y si eso genera el debate de si es correcto o no, al menos ya estaremos debatiendo, estamos reflexionando.

Y ahora os preguntaréis: ¿y si pierdes a una buena sumisa porque no está preparada para enviarte esa foto? El riesgo forma parte del juego. Asumo que pedir eso, en la virtualidad, puede menguar la imagen que tengan de mí como amo y pueden moverlas a salir corriendo. Lo asumo. Y puede que me equivoque cuando lo pida (cuando lo pido, que no es siempre). Pero creo que actuar así me trae más beneficios que errores (al menos en la virtualidad).

miércoles, 16 de junio de 2021

Prácticas: control de vestuario y exhibicionismo

Voyeur Exhibitionist Husband - Tumblr Blog Gallery

Hoy hablaré (escribiré) sobre el exhibicionismo a modo de práctica dentro de lo que entendemos como BDSM. El exhibicionismo no es una práctica propia del BDSM y tampoco vamos a hablar exclusivamente de eso. ¿No se puede escribir un primer párrafo más confuso, verdad? Pues vayamos por partes, primero abordemos el tema del EXHIBICIONISMO.

La definición canónica comienza donde la psicología lo define como parafilia. Visualizamos esta parafilia con el típico (y tópico) exhibicionista que se muestra desnudo ante quien no quiere pues es lo prohibido del acto (el malestar y las molestias generadas a terceros) lo que le produce placer y no el acto en sí mismo. Tanto que incluso podríamos añadir que estamos ante una parafilia tipificada como delito contra la libertad sexual.

Eso nada tiene que ver con el BDSM.

Cuando hablamos de exhibicionismo entre dominado y dominante nos referimos a una práctica donde el dominado encuentra placer exhibiéndose porque nace del deseo de quien le domina. Dicho de otra manera: poco importa la práctica porque lo importante sigue existiendo ese vínculo donde dominante empuja (de forma consensuada) al dominado a salir de su zona de confort. Y el dominado encuentra placer en ese acto (que nunca haría de motu propio) porque le otorga una coartada moral para exhibirse. Le proporciona placer porque está obedeciendo. Es una orden y debe obedecer ¿cómo negarse?  Y es en esa obediencia donde también descrubre algo que tiene dentro.

Algunas personas, cuando hablas de exhibición, dicen que no tienen problema con eso, que ya se exhiben desnudas por casa o en la playa. Pero resulta que eso no es exhibición. La auténtica exhibición consiste en ir más allá, consiste en exhibirse en escenarios que el dominado no contempla como "propios" de una exhibición. De nuevo, hablamos de salir de la zona de confort. Mucha gente cree que es exhibicionista y no lo es. Otras creen que no y, poco a poco, descubren placer en ello.

Si creéis que la persona que domináis es exhibicionista: empujadla, movedla a exhibirse. A ver qué sucede, que siente, cómo reacciona. Si sois dominados y queréis ser exhibidos, verbalizad ese deseo al dominante. Como siempre, ha de ser una práctica consensuada que no afecte emocionalmente al dominado o no le provoque incomodidad en parcelas de su vida que prefiere dejar a un lado. Es decir: convertir a la persona dominada en una exhibicionista no significa que debe exhibirse en cualquier lugar.

¿Cómo comenzar con esta práctica? Podéis comenzar con otra práctica más simple que es la del CONTROL DE VESTUARIO. Una práctica donde  el dominante escoge como y cuando debe vestir la persona dominada. Es en ese proceso que la persona dominada pierde el control de su apariencia física, siente que su cuerpo, es propiedad de su amo y este puede exhibir a sumisa cuando y como desee. Aunque sea vestida. La práctica avanza con el dominante sacando a la persona dominada de su zona de confort, hacerla vestir de forma provocativa para, de repente, obligarla a ir sin ropa interior. Introducir en ese vestuario algún detalle revelador que solo conozcan dominante y dominado, pero que hace que la persona dominada sienta que está siendo controlada aunque su amo esté a kilómetros de ella. 

Una mujer entra en un bar repleto de personas, lleva un vestido corto de algodón, toma asiento en una mesa, parece avergonzada. Los clientes la miran distraídamente, con la pasajera curiosidad por quien acaba de aparecer, luego vuelven a sus cosas. La mujer pide algo para beber. Está nerviosa. Va sin ropa interior y cree que todos pueden darse cuenta, que todos pueden adivinar sus pezones o vislumbrar su sexo. Pero nadie repara en ella. Y esa es la grandeza de esta práctica. Que es una práctica que, cuando sucede, tiene consecuencias en la sumisa (su excitación, sus nervios...) pero que solo sucede en su cabeza porque, habitualmente, la gente está a sus historias y nadie lo advierte. Nadie sabe que es sumisa, nadie sabe que no lleva ropa interior, todos tienen sus propias conversaciones y no reparan en ella. La mujer consume su bebida a toda prisa, deja un billete encima de la mesa y sale a toda prisa del bar sin darse cuenta de que un hombre, en una esquina del bar, estaba observándola en el convencimiento de eque ella no llevaba ropa interior. En la calle, la mujer envía un mensaje por teléfono a su amo: "lo he hecho", escribe orgullosa. El amo contesta "bien hecho". La mujer sonríe. Hace tan solo quince días nunca habría hecho algo así. Quien ha recibido el mensaje es el hombre que estaba sentado dentro del bar.

Ella lo ha hecho, ha obedecido.

Los dominantes debemos comenzar con ese control del vestuario de la persona dominada (solo si la persona acepta esa práctica) para después, poco a poco, hacer salir a la persona dominada de su zona de confort y finalmente, exhibirla. Moverse de un paso a otro es decisión de la persona dominada. Si solo quiere quedarse en el control del vestuario y no quiere ir más allá, esa es la decisión que debemos respetar. 

Ordenar si, imponerse nunca.

El camino que va desde el control del vestuario a una total exhibición es una forma de comenzar una relación entre dominante y dominado porque puede suceder a distancia, es una práctica inocua y servirá a la persona dominada a sentir si realmente siente que ese dominante es quien desea que sea en su vida BDSM.

Os puede gustar o no, podéis estar de acuerdo o no. Pero si estáis interesados: probadlo. ¿Qué podéis perder? La vergüenza tan solo. Y si sois alguien realmente vergonzoso o tímidos, es la mejor manera de comenzar porque el BDSM es poner a prueba nuestros límites para alcanzar placer en ello.

El placer de la superación. 

El placer en obedecer.

lunes, 14 de junio de 2021

Alcanzar la paz (relato)

Masturbation Gallery Gif - LOVING HOT MOMENTS

 Existen cientos (miles, quizás millones) de motivos por los que alguien querría someterse voluntariamente  los deseos de un igual. La realidad es que existen tantos motivos diferentes como sumisos y sumisas diferentes caminan por este imperfecto mundo esperando a que alguien les someta Los motivos de Mariposa para ser sumisa eran tan simples como dar con ese lugar donde no se sintiese presionada a ser quienes otros (incluso ella misma) le decían que debía ser. Convertirse en sumisa significaba liberarse de los grilletes que habían colocado alrededor de sus  tobillos y sus muñecas, unos grilletes que continuaban en unas pesadas cadenas que la mantenían presa de su propia existencia. Y convertirse en una esclava era, paradójicamente, lo único que la hacía sentirse libre.

-¿Por qué quieres ser sumisa? -preguntó el amo, con su mirada clavada en los azules ojos de su aprendiza.

-Me imagino en cualquier situación donde soy sumisa y me da mucha paz, obedeciendo, sin tener que estar pensando que hago, si lo hago bien o mal -contestó Mariposa, desviando la vista hasta el suelo, como avergonzada de que su respuesta pudiese parece simple a oídos de su mentor.

-Nadie debería juzgarte. Pero claro, esa es la teoría. Nuestra realidad es que constantemente nos sentimos juzgados por los unos y por los otros. Y eso nos lleva a la continuada sensación de que siempre habrá hacemos mal. ¿Sabes por qué nos juzgan los demás?

Mariposa tenía su propia respuesta, aunque prefería escuchar la de su amo, así que se encogió de hombros.

-Porque juzgarnos -continuó el amo-  les hace sentirse superiores a nosotros.

Mariposa levantó la cabeza, con una tímida sonrisa dibujada en su rostro. En cierta manera, esa era también su respuesta.

Existen cientos de motivos por los que alguien querría someterse a los deseos de otra persona. Pero al amo le importaban bien poco los motivos de los demás. Le importaban bien pocos los demás. Lo único que anhelaba era conocer los engranajes que giraban y giraban en la cabeza de su aprendiza para poder darle lo que ella deseaba. Aunque para eso, primero debía descifrarla.

-Mi principal tarea -dijo el amo- no es enseñarte a ser sumisa. Eso lo aprenderás con el paso del tiempo. Lo único que puedo prometerte es que jamás te juzgaré, Tan  solo espero de ti compromiso y esfuerzo. No importa si algo sale mal, repetiremos hasta que salga bien. Y si no sale bien o no sale como yo creo que debería, entonces ese esfuerzo será nuestro premio. Mi única tarea es ayudarte a comprender que siendo mi sumisa encontrarás ese lugar que buscas, obedeciendo simplemente, ese remanso de paz donde nadie te preguntará nada, nadie te juzgará, nadie se enfadará contigo. 

-¿Ese lugar existe? -preguntó la sumisa.

-Estás ahora mismo en él -contestó el amo. 

Nos ha faltado explicar donde y por qué el amo y su aprendiza Mariposa estaban manteniendo esta primera charla: el amo ordenó  a Mariposa que viniese a su casa, vestida con un vestido negro parecido al de una foto que había visto de ella. Era la primera vez que se encuentran cara a cara. El amo estaba de pie frente a Mariposa, ambos en el comedor de la casa de él. El amo no había tocado aun a Mariposa, quien no podía evitar un ligero temblor, dudando de ella misma, dudando de si se trataba de miedo, excitación o ambos.

El amo dio un paso atrás.

-Mastúrbate, Mariposa.

Ella recibió la orden como si la acabasen de golpear en plena cara con una toalla mojada. Continuó mirando al amo sin articular palabra. ¿Le había ordenado que se masturbe? El amo clavaba su mirada en esos ojos azules y transparentes como el agua más virgen de la playa más desconocida del caribe. Observando el aro que adornaba su nariz, sus labios finos y apretados ahora, sus cejas pobladas. Bajó la vista y observó los tatuajes que adornaban su cuerpo. Solo veía unos pocos, conocedor de que habían mas y pronto los vería. El amo sonrió, Ella era su propiedad ahora, aunque no sonreía por eso.

Sonreía  porque ella era su responsabilidad ahora. Y en eso consiste ser amo.

-Mastúrbate, Mariposa -repitió el amo.

Mariposa dudó unos instantes. En su imaginación había construido cientos de comienzos posibles. Pero ese nunca. ¿Masturbarse frente a su amo? Debía obedecer, No podía permitir que su amo le repitiese la orden una tercera vez. Debía obedecer porque era lo que debe ser pero, sobre todo, porque era lo que más deseaba hacer ahora mismo: encontrar esa paz.

-¿Me quito la ropa? -preguntó Mariposa.

-No lo hagas, simplemente mete tu mano bajo el vestido y mastúrbate Mariposa, esa es mi orden.

Sin esperar ni un minuto más, Mariposa deslizó una de sus manos bajo el vestido, subiendo por el interior de sus muslos hasta su entrepierna, apartando con los dedos la ropa interior y metiendo los dedos más adentro. Estaba completamente mojada. Hacía tiempo que no se sentía tan excitada. Quizás nunca lo había estado. O al menos no de esa forma. Mariposa comenzó a masturbarse, de pie, vestida, frente a un hombre que la observaba atentamente. El placer que sentía era cada vez mayo. No por el hecho de masturbarse sino porque lo estaba haciendo frente a su amo. ¿Qué sería lo siguiente? ¿La obligaría a arrodillarse y a meterse su pene en la boca? Ojalá. ¿La ataría a una cama y la usaría para su placer? Ojalá.  Ver al amo e imaginar todo cuanto podría suceder a continuación hizo que Mariposa se corriese en apenas unos segundos. Un orgasmo que recorrió su cuerpo como una descarga eléctrica y la obligó a taparse la boca para ahogar un grito de placer. Una vez recuperado el control de sí misma, levantó la mirada y observó su amo quien estaba sonriendo. Parecía satisfecho. ¿Estaría satisfecho? 

Ojalá.

-Bien hecho, Mariposa. Buena sumisa.

Mariposa no contestó, sacó la mano de su entrepierna. Estaba completamente mojada. Mariposa desvió la mirada, avergonzada.

Entonces el amo se acercó a ella y la abrazó. Un gesto inesperado que trasmitió una ola de calidez recorriendo el cuerpo de Mariposa. Hacía mucho tiempo que no se sentía tan bien, tan en paz consigo mismo, tan reconfortada. Aunque Mariposa no podía evitar seguir imaginando que sucedería a continuación.

-¿Estás bien? -preguntó el amo, pegado a su mejilla, pegado a su cuerpo, pegado a su ser.

-Si -contestó Mariposa,

La realidad era mucho mayor que ese Sí. La realidad era que nunca ha estado mejor.

-Ahora quiero que vuelvas a tu casa -dijo el amo, aun abrazado a ella.

Mariposa no comprende que está sucediendo. ¿No quiere más de ella? ¿Ha hecho algo mal?

El amo deja de abrazarla y la mira a los ojos, sus rostros están a apenas unos centímetros.

-No te preocupes Mariposa -dijo el amo.

Después la besó en los labios. Un beso breve, sosteniendo la cabeza de ella entre sus manos.

-Entiendo que puedas pensar que no quiero más de ti, pero no se trata de eso -comenzó él-, Esto no es una carrera sino un camino. Hoy has dado el primer paso. Los próximos días volverás y seguirás aprendiendo a recorrer este  mismo camino. ¿Cómo te has sentido?

-Me ha gustado, pero solo quiero saber si lo he hecho bien, amo.

-Lo has hecho de maravilla, mi dulce Mariposa. Incluso si no hubieses obedecido, lo habrías hecho bien.

-No entiendo, amo.

-Estoy orgulloso de ti desde el momento en que has entrado por la puerta de mi casa. En eso consistía tu primera lección, en ayudarte a perder el miedo y comenzar a caminar. Yo no te he enseñado a caminar, eso ya lo sabías hacer. Pero el miedo a que los demás juzguen si haces algo bien o no, paraliza tus pies. Lo único que quería es que vinieses. El ordenarte que te masturbases es mi regalo. Ahora puedes irte, pero no te vayas con la sensación de que no quiero más de ti. Ahora mismo estaría horas y más horas contigo educándote, sacando esa sumisa que escondes dentro desde hace mucho. Pero prefiero que comprendas que la primera lección no ha sido una lección.

-¿Qué ha sido entonces? -preguntó Mariposa.

-Un pequeño empujón, mi querida Mariposa -y diciendo esto, el amo volvió a abrazarla.

Mariposa sonrió satisfecha. Hace un mes nunca habría imaginado que podría ir a casa de un desconocido a masturbarse frente a él, pero acaba de hacerlo y no se arrepiente de ello. De lo único que se arrepiente es de haberse cortado a la hora de expresarse mientras se masturbaba. La próxima vez que su amo le ordene algo, obedecerá sin timidez ni temor a ser juzgada, Orgullosa de haber tomado sus propias decisiones y haber logrado traspasado esa línea roja que siempre se propuso cruzar, pero que la aterrorizaba. Ahora sabe que puede y debe. Y ahora ha aprendido que esa paz existe. 

Una paz donde puede ser ella misma, sin que nadie le diga si está bien o mal, sin tener que pensar en nada más que obedecer. Olvidándose del mundo real por unos momentos.

Siendo una SUMISA.


domingo, 13 de junio de 2021

Una proposición (casi) indecente

Blindfolded beauty. Quality pictures Free. 

Mariposa es, sin dejar espacio a la duda, una de las mujeres más hermosas que he visto. Una afirmación que comienza en sus ojos cristalinos, como el ideal de un océano descrito por el mejor de los poetas, lleno de peces de todos colores, formas y dimensiones. Toda ella es un perfecto ejemplo de los motivos por los que los hombres se enamoran en secreto, desde su sonrisa a sus pies. Y es que todo parece irrepetible y único, como arrancar el día viendo salir el sol en una playa, con los pies dentro del agua. Y no estoy hablando de belleza física porque eso, aunque algunos se empeñen en marcar estándares, depende de los ojos de quien mira.

Soy hombre, soy amo, y con Mariposa, sin entender el motivo, sale el de amo de los comienzos, el abismo de los destinos donde el Hyde es incapaz de contener a Jekyll. No había rastros evidentes en ella, la primera vez que vi su fotografía acerca de que fuese sumisa. ¿Cómo interpretar eso viendo una imagen estática? Tantos años ejerciendo de amo ha instalado en mi alma (que no en mi cerebro) un conato de yoquesé que me empuja hacia quien imagino que posee cuanto ambiciono. ¿Estoy diciendo que Mariposa es una sumisa sin saberlo? Lo que digo es que desearía que ella lo fuese. La muerte tiene las cosas tan claras que nos ha dado una vida extra, desperdiciarla es de idiotas, sin más. No puedo desperdiciar la oportunidad de intentarlo. La razón contra el placer. Comienza la lucha.

Si hay algo que me gustaría hacer con ella, no me gustaría hacerlo por ella, sino por mí. El egoísta es quien que se empeña en hablarte de sí mismo cuando te estás muriendo de ganas de hablarle de ti. Estoy hablando de mí, estoy hablando (escribiendo) en vez de escuchar. ¿Soy egoísta? Seguramente, aunque desde mi egoísmo desearía proponerle algo a Mariposa. Mi egoísmo me movería a pedirle a Mariposa que viniese a mi casa, al entrar le pondría una venda en los ojos, después la observaría. Cualquiera ambicionaría continuar, el amo que llevo dentro se detendría en ese mismo instante, deseando tan solo tomar asiento y contemplarla, ahí de pie, con los ojos vendados, como una sumisa que comienza algo que nunca acabará. En esos momentos desearé mostrarle lo que es un placer que pocos conocen, alejado de todo placer sexual, el placer en dominar o en ser dominado. Desearía enseñarle lo que es un amo o, mejor dicho, mostrarle a sí misma esa parte que todos tenemos escondida y que se ancla en el placer culpable.

Pero esa primera vez no sucederá. En vez de eso, simplemente la contemplaré desnuda: sus hombros, su rostro, esos maravillosos ojos ahora ocultos tras una venda, su perfecta boca, temblorosa, oír su respiración y acompasarme a ella, ver cómo reacciona a algo tan simple, tan peligroso, tan excitante como la nada. Contemplar sus tatuajes de cerca e imaginar a que se debe cada uno y porque en esa parte de su menudo cuerpecillo.

Después la ordenaré que se vista y se vaya, que vuelva a su casa para, en el primer espejo que encuentre, contemplarse a sí misma de forma verdadera, en la convicción de que es una sumisa, en el convencimiento de que todos necesitamos un momento de controlada e inocente locura.

Ella, yo, vosotros, cualquiera.


miércoles, 9 de junio de 2021

Leer entre lineas

 

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La conocí como Xiseta, pero ese no era su nombre sino un apodo que utilizaba en una red social, en concreto en esa famosa red donde un montón de gente desliza el dedo a derecha o izquierda, peleándose por conocer a otro montón de gente. La realidad es que todos acaban amontonados y peleados. Pero todo el mundo sigue ahí. ¿El motivo? Pues que si tienes paciencia puedes encontrar a alguien como Xiseta.

Su nombre de pila no lo diré aquí, a pesar de que hay cientos de mujeres que se llaman como ella. El único propósito de esta discreción es que el único nombre que a ambos nos interesaba era el nombre con el que la bauticé como sumisa: Loba.

La loba era una muchacha realmente atractiva. Soy consciente de que nadie me creerá cuando día (escriba) esto, pero su físico era lo que menos me interesaba. La loba era bajita, delgada, con el cuerpo lleno de tatuajes y una mirada tan limpia e indefensa como el de un recién nacido. Y no es que su físico dejase de interesarme porque no me pareciese atractivo, era una muchacha realmente atractiva. Pero en cuanto vi su mirada, me olvidé de todo lo demás y fue entonces cuando supe que quería que fuese mía.

Poco a poco, mientras hablaba con ella, todo de forma y manera tan epistolar como sutil, me di cuenta de que los ojos de esa muchacha realmente decían lo que sus palabras después confirmaron. Era una sumisa, o quería serlo. Pero el miedo y la timidez la alejaban de mí cada vez que me acercaba. Xiseta era una loba, pero también era el inocente corderito que huye despavorido ante un lobo.

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Dos lobos luchando, menudo negocio. Aunque como todo animal, también nos movemos por instintos y finalmente, tras semanas de charlas, la loba tomó la decisión de tener una primera sesión con su primer amo. La suerte hizo que ese tipo fuese yo. La suerte para ambos, aclaro.

Nos citamos en mi casa, la ordené que viniese vestida igual que como aparecía en las fotos de la red social, con pantalones cortos y camiseta. Solo que también la ordené que no llevase ropa interior. A medida que se acercaba el momento, mis dudas respecto a si vendría o no, eran cada vez mayores. Al final apareció, vestida tal y como le había ordenado. En persona parecía aún más frágil y más hermosa de lo que sus fotos habían pretendido engañar. Era como un ángel caído del cielo. Un ángel a mi disposición.

Mis dientes comenzaron a crecer, afilados, hasta casi rayar el parquet de mi casa.

La acompañé hasta el comedor y la ordené que se quedase inmóvil, en silencio. No hacía falta que hablásemos de nada porque llevábamos semanas acordando lo que íbamos a hacer, hablando sobre límites y prácticas. Discutiéndolo absolutamente todo para que ella se sintiese segura y yo no pudiese errar ni un milímetro. Puede que fuese una espera demasiado larga, pero así han de hacerse las cosas cuando quieren hacerse bien.

i want to tear your clothes off « Youllo – Adult Social Microblogging

A continuación metí una de mis manos dentro de sus pantalones cortos y empapé mis dedos en su sexo mojado. Muy mojado. Perfecto. La loba se estremeció, pero aguantó en pie. Después saqué los dedos y los introduje en su boca para que saborease su propia excitación. Después la cogí del pelo y la obligué a arrodillarse, la ordené que pusiese las manos en su espalda y, sin demasiados preámbulos, metí mi pene en su boca, permitiendo que la loba, ese delicioso ángel, me demostraste que era capaz de hacer mientras yo, sin soltarla del pelo, marcaba el ritmo. Hundiendo mi pene en su boca, provocándole arcadas de vez en cuando e indicándole como debía usar su lengua.

Educándola.

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No tardé demasiado en correrme, la primera vez lo hice dentro de su boca, después la ordené que lo tragase y que abriese la boca para mostrarme lo obediente que había sido.

Ella obedeció.

Después de eso la llevé a la cama, la desnudé por completo y usé su cuerpo disfrutando de la sumisa en que se había convertido, usando su coño y su culo para lo único que importaba en esos momentos: mi placer. La até, la azoté, la follé y la sodomicé mientras ella aguantaba sin elevar ni una sola queja, poniendo todo su empeño para que su amo disfrutase porque ahí es también donde se escondía el placer de la loba. Cuando iba a correrme, saqué mi pene de su culo y le llené la cara de mi semen.

Sucedió así, sin adornarlo de adjetivos propios de novela romántica: mi pene saliendo de su culo y llenándola el rostro de semen.

Puede que todo esto, visto desde una óptica ajena a cuanto sucedió en esa habitación, os parezca que es un viejo abusando sexualmente de una jovencita. ”¿Así es como la educaba?” Pensaréis. “Eso también puedo hacerlo yo y no soy amo”, diréis otros. Bueno, si os fijáis exclusivamente en el plano físico de lo sucedido, no puedo más que daros la razón. Pero existe otra cosa que muchos de vosotros no conocéis ni conoceréis nunca: existe la voluntad, el sacrificio, existe la forma en que usé a la Loba para mi placer, existe un barniz de verdadera dominación y sumisión que sois incapaces de interpretar entre estas líneas.

Gif 443 - Follando a su novia atada a la cama y con ant

Cuando acabamos, la dejé atada a la cama, con su angelical rostro lleno de semen mientras me iba a duchar. Al volver, la desaté, la llevé hasta la ducha y la ayudé a limpiarse bien para despojarse por completo del disfraz de loba. Después volvimos a la cama y hundí mi cabeza entre sus piernas para recompensarla con todos los orgasmos que ella fuese capaz de alcanzar (o todos los que yo le pudiese dar).

Después de eso nos vestimos, pedimos una pizza y nos sentamos en la mesa del comedor a comer y a charlar acerca de cuanto había sucedido. Comprender que había ido bien y que no había ido tan bien. Pretender alcanzar la perfección es imposible, aunque lleves decenas de años dominando o siendo dominado. Porque cada persona es diferente y merece el esfuerzo ser tratada como lo que es: alguien único. Ese esfuerzo se construye con el diálogo, la comprensión, el respeto y la amistad.

Puede que, al acabar este relato, sigáis pensando que lo sucedido fue que un tipo mayor se aprovechó de su condición de amo para usar sexualmente a una jovencita. No os culpo de ello, aunque eso significaría que sois vosotros quienes no habéis hecho ningún esfuerzo por leer entre líneas. Quien no se esfuerza, no comprende.

Pero nosotros dos, la loba y el amo, sabemos lo que sucedió realmente.

También lo que volverá a suceder. Aunque creo que volveré a bautizarla y cambiaré lo de "loba" por "mariposa".

Mi mariposa.