lunes, 28 de febrero de 2022

Sueño 3 (1 Marzo 2022)

Masturbation gifs

El sueño de esta noche tenía a una mujer por protagonista, alguien a quien no reconocí, pero que, al despertar, deseé que fuese una persona en concreto. Las trampas de la mente son algo en lo que siempre caemos. ¿Por qué les llamamos "trampas"? Porque alguna de esas trampas no son fosos con afiladas estacas sino que son procesos mentales que nos empujan con fuerza hacia donde no nos atrevemos a ir. Trampas necesarias para escapar a la lógica de lo que debe ser.

El sueño comenzaba conmigo (lógico) en la puerta de una casa que me era desconocida. Abrí la puerta y caminé hasta un comedor. Era un espacio nuevo para mí, pero, en cierta manera, sabía donde estaba cada cosa. No era intuición, era algo más. En el comedor hay una mujer, está sentada en un sofá, vestida y con los ojos vendados. Imagino que es su casa por el simple hecho de que no es la mía y de que imagino que nadie haría eso en una casa ajena. Había una silla frente al sofá en el que tomé asiento. La mujer sonreía, eso puedo recordarlo, mientras el comedor, a nuestro alrededor, se iba apagando hasta que todo fue oscuridad excepto la mujer en el sofá que parecía estar ahora iluminada con velas. 

Le ordeno con firmeza que se ponga en pie. La mujer obedece. Le digo que se quite la falda o el pantalón, no recuerdo la prenda, pero sí que recuerdo que ahora está sentada en el sofá, desnuda de cintura para abajo. Y continúa con los ojos vendados. Le ordeno que abra las piernas y comience a masturbarse. Me obedece. Poco después ella alcanza el orgasmo y se detiene. Le reprocho que se haya detenido, nadie le ha dado permiso para detenerse. Ella continúa masturbándose.

Me acerco a ella y la observo, observo su sexo y sus dedos moviéndose sobre él, entrando en él. Una de mis manos se desliza por sus piernas, evito su sexo y subo por encima de lo que parece un jersey hasta tocar sus pechos por encima de la ropa. Después la agarró con fuerza del pelo (tiene el pelo largo, eso si) y le pregunto a quién pertenece. La mujer vuelve a alcanzar el orgasmo. Después contesta a mi pregunta.

Entonces, sin escuchar la respuesta, quizas sin recordarla... me despierto.

Triskel

El Triskel Símbolo del BDSM - Esther Dentro de Ti la tienda erótica donde  encontrarás los últimos juguetes eróticos.

Existe un grafismo (erróneamente) consensuado en la comunidad BDSM como símbolo que nos identifica. Estamos hablando del "Triskel" que no es más que una variación (o burda copia) de los tradicionales Triskel celtas. 

El triskel BDSM fue ideado por Quagmyr en el año 1994 aunque hay quien argumenta que todo fue una operación comercial (porque el autor lo mantiene el bajo copyright). 

Sea como sea, es utilizado por muchos como una suerte de símbol.

Dice su creador que las tres partes que componen el triskel son las siguientes por los siguientes motivos 

-Las 3 prácticas de este estilo de vida: B&D (Bondage y Dominació), D&S (Dominación/submissión) y S&M (Sado/maso) 

-Las 3 reglas básicas: seguro, sano y consensuado 

-Los 3 roles básicos: dominante, dominado y switch 

-La triple apertura: cuerpo, mente y espíritu 

-Algunos también la relacionan con los tres orificios sexuales: boca, ano y vagina

¿Mi opinión? Si os gusta, empleadlo como más y mejor os apetezca: un tatuaje, un colgante etc. A mí ni me atrae ni tampoco creo en este tipo de simbología.


sábado, 26 de febrero de 2022

Supervisor de ensoñaciones ajenas

Kim Greist | Explore Tumblr Posts and Blogs | Tumgir

Siempre me he definido (desde la más falsa de las modestias) como un "supervisor de ensoñaciones ajenas". Cuando era pequeño y devoraba novelas, imaginaba que alguien supervisaba mis fantasías en forma de letras, empujándome hacia mundos diferentes con personas diferentes y situaciones diferentes. Todo diferente, ni mejor ni pero. Diferente. Después, cuando comencé a escribir, era yo quien comencé a crear esas ensoñaciones ajenas, empujando a quienes me leían a entrar en otras dimensiones que, aunque parecidas a la nuestra, nada tenían que ver. Diferente, de nuevo. Me apasiona el cine, pero resulta que es más fácil ser escritor que director, escribir es también algo más íntimo y solitario, más acorde a mi personalidad. Así pues, comencé a crear y crear con la intención de alimentar fantasías ajenas. Un día descubrí el BDSM y, con el tiempo, volví a descubrir que muchas personas tenían fantasías relacionadas con el tema que nunca habían podido llevar a cabo. Y como consecuencia de todo eso, descubrí finalmente que, con mi experiencia y mis ganas, podía ayudar a esas personas a convertir sus fantasías en realidad. No todas, claro. Ya no era solo escribir y crear virtualidades ajenas, de repente se convirtió en la creación de algo real y diferente... en una interacción con otros. De ahí que comenzase a definirme como "supervisor de ensoñaciones ajenas". 

¿Por qué lo hago? No soy la madre Teresa de Calcuta así que, como podéis imaginar, lo hago porque me proporciona placer. El mismo placer que cuando alguien ha imaginado un mundo para mí a través de las palabras de una novela o de los fotogramas de una película. El creador crea por gusto. Y el gusto es placer.

Cuando alguien me pide un relato donde esa persona sea protagonista, no me cuesta nada escribirlo porque escribo desde el placer que proporciona el dar placer. Hedonismo puro, lo reconozco. Cuando alguien me cuenta sus fantasías y podemos llevarlas a cabo juntos, siento placer compartido. Un placer real que es tan palpable como la realidad misma.

Algunas personas dicen que algunas fantasías deberían seguir siendo tan solo eso: fantasía. Estoy de acuerdo, pero no del todo. Llevar algunas fantasías a la realidad puede ser ilegal, inmoral o peligroso. Y es ahí donde debemos distinguir de que fantasías podemos llevar a cabo y cuáles no. Si tenéis fantasías fáciles de llevarlas a la realidad entonces intentadlo, jugar con esa idea hasta que sea real, encontrad vuestro propio supervisor de ensoñaciones ajenas que os ayude.

La recompensa vale mucho la pena.

miércoles, 23 de febrero de 2022

Prácticas seguras para una primera sesión (o cómo comenzar en el BDSM)

 FORCE ME QUEEN BDSM Y FETICHE POP – #5

Una de las preguntas que se hace la persona que pretende acometer la aventura del BDSM por vez primera es por donde comenzar en cuanto a que le gustaría hacer. Resumiendo: eso que llamamos "prácticas". Podéis consultar en este blog un listado de prácticas explicadas al detalle, aunque algunas quizás os harán salir corriendo así que resumiremos en este texto un listado de prácticas sencillas (e incluso cotidianas) que os servirán para una primera sesión BDSM. 

Recordad que, sean las prácticas que sea, siempre han de ser consensuadas y consentidas por ambas partes.

Privación de la vista: La privación de la vista (la venda en los ojos de toda la vida), además de una práctica sencilla y conocida, es importante en una primera sesión. El hecho de que la persona dominada no pueda ver cuanto sucede hace que se centre en las sensaciones. No obstante, también puede bloquear si no se tiene la determinación y la confianza necesarias. Sea como sea, siempre que hay una primera sesión propongo comenzarla con los ojos vendados. Que la otra persona acepte o no está práctica, es algo que deberemos respetar, siempre. Puedes saber más sobre la privación de la vista en este texto y también en este otro.

Inmovilización: La inmovilización, sea con cuerdas o esposas, es algo sencillo en una primera sesión que, como con la privación de la vista, se utiliza para provocar que la persona dominada comience a sentir realmente que está a merced de la persona dominante. Como con la privación de la vista, la inmovilización es una práctica que crea un estado mental en la persona dominada más allá del hecho físico. Puedes saber más sobre las esposas en este texto.

Juguetes: Posiblemente, utilizáis juguetes en vuestras prácticas sexuales. Emplearlos en una sesión BDSM es algo que, como muchas prácticas de inicio, os permitirá continuar en vuestra zona de confort. ¿Qué tiene de BDSM un vibrador? La respuesta es sencilla: no es lo mismo que alguien utilice un vibrador con vosotros en el sexo "convencional" que emplearlo en una sesión BDSM donde existen unos roles y además estáis inmovilizados y/o con los ojos vendados. Podéis saber mi opinión sobre ello en este texto.

Azotes: En el tema de los azotes, como en todo en el BDSM, todo depende de la voluntad, las ganas y la "fuerza". No es lo mismo azotar cariñosamente a la persona dominada que azotarla con un látigo de nueve colas hasta hacerla sangrar. Yo recomiendo probar los azotes y comenzar a subir de intensidad hasta que la persona dominada os diga que ese es su límite. Probad, jugad, experimentad... pero siempre desde el consenso.

Sexo: por supuesto que el sexo es una práctica dentro del BDSM y es una práctica que todos conocemos con lo que estaréis dentro de vuestra zona de confort. La única diferencia es hasta donde queréis llegar en el sexo (eso que llaman "sexo duro") e incluso la actitud que queréis aplicar al sexo dentro de la sesión. Dicho de otra forma: comprender que, aunque consensuado, es un dominante y un dominado quienes practican el sexo y deben adaptarse a esa nueva situación.

Otra práctica que ayuda es el control del vestuario y/o exhibición para crear una dinámica de roles antes de la sesión. Puedes saber más sobre ello en este texto.

Probad, jugad, comenzad por algo sencillo, algo que construya esa zona de confort. Habladlo todo antes, dialogad, consensuad, acordad... Y recordad que todo es más sencillo de lo que parece.


martes, 22 de febrero de 2022

Decidirse


Una vez más, vuelvo a retomar escribir sobre un tema que quizás sea el mayor común denominador en el mundo del BDSM: el hecho de tomar la decisión de tener una sesión por vez primera en tu vida. 

Aunque esta vez huiré de repetirme con mi teoría del autobús número 15, también voy a huir de esas frases de Mr. Wonderful estilo "los sueños solo son imposibles si no lo intentas". Seamos sinceros, todo eso está muy bien, pero son únicamente palabras.

Así pues, huyamos de frases y teorías motivacionales y vamos al origen de aquello que nos frena o nos empuja.

El miedo a lo desconocido es algo natural en el ser humano que se alimenta cuando imaginamos que ese algo nuevo es un mundo oscuro, doloroso y violento. El BDSM no es todo eso, puede serlo dependiendo de lo que busquen quienes lo practican, pero (para mí) el BDSM es un mundo luminoso, consensuado y respetuoso. Algo excitante y seguro. El secreto lo esconde la frase en sí misma: miedo a lo desconocido. Quizás primero deberíamos conocer, preguntar, observar, aprender... En la cocina, primero has de escoger que vas a cocinar, disponer de los ingredientes, conocer la receta y practicar. Y aun y así, es imposible que en el primer intento los jueces de Masterchef se quiten el sombrero delante de ti. Cuanta más información tengamos, menos miedo tendremos. Aunque eso no significa que nos decidamos por hacerlo o no. Pero seremos más libres a la hora de tomar esa decisión porque ya no estaremos secuestrados por el miedo.

 

Aunque, como buena tragedia y/o comedia, el miedo tiene varias caras. Otra cara es el miedo a lo conocido que somos nosotros mismos. El miedo a nosotros se asienta en proyectar en el futuro lo que no ha sucedido aun y, con toda seguridad, puede que nunca sucederá. Tenemos miedo a comenzar en el BDSM porque tenemos miedo a saber como reaccionaremos. Nos conocemos e imaginamos que el BDSM será para nosotros la peor de las drogas. Miedo a que una sesión de BDSM destruya nuestra personalidad, miedo a que cree una adicción innecesaria. Consideras saberlo todo sobre ti y eso te lleva a un callejón sin salida. ¿Cómo vencer ese miedo? Antes de mi primera sesión de BDSM imaginaba que, al acabar, yo sería otra persona, quizás alguien más cruel, desatado y maligno. Pero resultó que era la misma persona. Y después de cientos de sesiones, sigo siendo el mismo. Practicar BDSM no me ha cambiado como persona y si lo ha hecho ha sido solo para bien en conceptos de seguridad en uno mismo. Muchas veces leeréis a personas que han tenido sesiones BDSM decir que al acabar se sienten orgullosas y seguras de sí misma. Eso sucede y sucede casi siempre. ¿Cómo explicarlo? Ni idea. Quizás se deba a que sentimos que hemos hecho algo difícil, que nos hemos superado o que nos hemos liberado. Cada persona es un mundo, pero la sensación es casi siempre la misma. El BDSM podría llegar a cambiarnos pero solamente a corto plazo (despues de las sesiones) y siempre de forma positiva. Esa es mi experiencia al respecto.

Miedo al BDSM, miedo a nosotros mismos... y aún queda otro miedo. Miedo a nuestras circunstancias. Y este último miedo, aunque parezca el menos importante, es el más común y lo que más frena a las personas para tener su primera sesión BDSM. Mi respuesta es siempre la misma: nunca hay un buen momento para tener una sesión BDSM y siempre es el mejor momento. Porque siempre encontraremos una excusa para no hacerlo de la misma manera que siempre encontraremos una excusa para hacerlo. Hoy o dentro de 20 años. Nuestra realidad puede hacernos creer que es el momento menos idóneo para comenzar BDSM y puede que quien piense así, lo mejor que puede hacer es esperar porque para tener una sesión BDSM has de tener ganas y estar convencido. Es un error dejarte empujar por alguien o por ti mismo si consideras que no es el momento idóneo porque entonces abordarás la sesión con la peor de las predisposiciones. Pero también has de saber que siempre encontraras algo que te frene o te empuje aunque tus circunstancias sean radicalmente diferentes.

Miedo al BDSM, miedo a nosotros mismos, miedo a nuestras circunstancias... los miedos siempre están ahí y nos frenan. Pero no tan solo en el BDSM, también en el resto de nuestra vida. Y esa es la clave: darte cuenta de que practicar BDSM no es mayor ni mejor que cualquier otra cosa en tu vida. No te obsesiones con tomar una decisión, reflexiona sobre tus miedos y deja que todo fluya.

Y al final... he acabado este texto con una frase propia de Mr. Wonderful. Que asco me doy...





viernes, 18 de febrero de 2022

Dona llegit (mujer leyendo)

 

Xavier Serra de Rivera, "Dona llegint" (óleo sobre papel)

La mujer está sentada en una silla aunque parece encajada de manera contra natura, como si permanecer más de cinco minutos ahí tuviese como consecuencia un futuro inmediato en forma de dolor de huesos. Eso es lo primero que percibo al ver la imagen. Después mi vista recorre su cuerpo, sus muslos, su pubis, sus pechos y finalmente caigo en la cuenta de que está leyendo. ¿O eso ya lo había visto, pero no me había llamado la atención? Con toda seguridad, esa lectura es la que hace que la posición contra natura o la desnudez se convierta en la consecuencia lógica de quien está absorto en otro mundo y poco puede importarle las leyes del nuestro.

Mi mente imagina que esa mano caída pronto se moverá hasta el sexo porque mi mente es incapaz de imaginar otra cosa que no sea un texto erótico en sus manos. Y aquí radica el poder del arte: la interpretación. Cuanto mejor es el artista, mejores y mayores fantasías genera en el espectador.

El suelo es de color ocre, casi amarillo. La ropa que lleva es de color amarillo, casi ocre. No hay más colores. La piel de la mujer se mimetiza con el entorno, o viceversa. Todo es una sola cosa, una sola emoción. Un único propósito.

Al observar con detenimiento el cuadro, caes en la cuenta de cuanto esconde. Quizás se trate de un artista retratando la cotidianeidad de la persona que está frente a él en ese momento (estoy convencido de ello) pero es la fuerza del retrato fuerza a nuestra imaginación a pasear por el cuerpo desnudo, por el libro que sostiene y por esa mirada clavada en el papel.

Puede que mi imaginación interprete el cuadro como algo erótico, fruto de la desnudez y de mi calenturienta imaginación, pero transcurridos unos minutos y ya con la mente a temperatura ambiente, caigo en la cuenta de que el cuadro es la perfecta definición de lo que sucede cuando caes absorto en la lectura y todo a tu alrededor se difumina en un único color, ese momento donde poco importa en que posición estés o como vistas porque lo único que importa son las palabras que martillean tu cerebro.

Aunque sigo pensando que esas palabras, son algo sensual o erotico.

jueves, 17 de febrero de 2022

El sexo en la cabeza y el cerebro entre las piernas

 Hombre lobo americano en londres | Terror Amino

La edad de Ana María era solo eso, una edad, lo menos importante en ella. El lugar donde trabajaba tampoco importa, recuerdo que me dijo que tenía tres hijas y que los últimos meses habían sido los peores de su vida. Hay ocasiones en que debes asumir las consecuencias, acompañar, cuidar, escuchar y asentir. Huir de preguntar, escarbar, intentar  adivinar o interrogar. Que gran error hubiese sido hacer cualquiera de estas cosas. Nunca pregunto más allá de lo que asumo que quieren contarme porque la intensidad del dolor de una herida es algo que únicamente siente el enfermo. Por mucho que pretendamos estar a su lado, comprender e incluso mimetizarnos con su agonía. La mejor compresión es el amor incondicional. Incluso hacia los desconocidos.

Hubo un tiempo en que ella me escribía casi a diario. Que simpleza de respuesta ¿Verdad? Ana María no escribía sobre mí, pero sí que lo hacía sobre ella sin hablar de ella. Incluso cuando contaba sobre otros era cuando más contaba sobre sí misma. Sus textos eran la sublimación hecha carne del escritor en cualquiera idealizaría en convertirse. ¿Por qué escribo tantos años después acerca de Ana María? No escribo lo que sucedió, simplemente escribo lo que pudo suceder y nunca sucedió ni sucederá. Gente como Ana María levantan el fuego de mi imaginación de escritor, mi hambre de hombre, mi lado más oscuro que, al tiempo, es el más brillante. 

Mi sapiosexualidad más extrema.

Ana María movía las palabras hasta encajarlas y conseguir contar cuanto sucedía si contarlo. Cada vez que leía algún texto que escrito por Ana María no conseguía evitar que el amo más poderoso e inflexible, surgiese de mi interior, rompiéndome desde dentro, rasgándome la piel y apareciendo de repente, dejando la piel de mí yo en el suelo, como una serpiente mudando. Desconozco si Ana María era sumisa, era ama, lo era todo o no era nada. E incluso no siendo nada, lo seguía siendo todo. Pero, al leer esos textos, yo me convertía en el amo con los colmillos más afilados de toda la comarca.

Debemos escribir con los órganos sexuales y hay que tener sexo con el cerebro. Y, después de todos estos años, somos tan ingenuos que pensamos que sucede de forma contraria. Ana María, como yo, quizás como otros, tenemos el sexo en la cabeza y el cerebro entre las piernas. Y eso, es tan genuino como extraordinario.

Cuando hablo con algunas personas, dependiendo del sendero que toma la conversación, esos dientes se afilan y mi imaginación se dispara construyendo imágenes de cuerdas, órdenes y todo aquello relacionado con una persona que domina y una dominada. Pero, como sucedía con Ana María, no sabes si esa persona es sumisa, es ama o es funcionaria del estado. ¿Cómo saberlo? ¿Preguntando directamente? De la misma manera que se escribe con los órganos sexuales, imaginamos con esos mismos órganos y aquí está la contradicción de algunas personas como yo: nuestra pasión nace en el cerebro y nuestra intelectualidad en lo carnal. ¿No debería ser al revés? Como dice siempre un amigo mío: "cada payaso encuentra su circo". 

Ya no hablo con Ana María por decisión propia. Nada que ver con la frustración ni tampoco con el aburrimiento. Dejé de hablar con ella porque toda esa pasión nacida de la intelectualidad me llevó a conocerla mejor y también descubrí una forma de pensar totalmente alejada a todo cuanto pienso y defiendo sobre la condición humana. Todavía me sorprende como alguien tan inteligente podría también ser tan agresiva con todos aquellos que no opinaban como ella. 

Soy amo, soy hombre, pero antes que todo eso, soy persona. Y por mucho que mis dientes se afilen y el lobo aparezca en las noches de luna llena, la persona que está dentro de ese lobo, ha aprendido a controlar sus instintos y recordar que aunque el sexo esté en la cabeza y el cerebro entre las piernas, las grandes decisiones deben tomarse con el corazón.